No recuerdo cómo me levanté de la cama y llegué hasta donde estaba ella. Sólo sabía que la estaba abrazando, que estaba allí. Su olor a jazmín me llenó la nariz y todas las lágrimas que había intentado contener dieron rienda suelta por mis mejillas.
Estaba tan en shock que no podía articular palabra, ni siquiera fui consciente de que Keilan se había ido hasta que conseguí dejar de llorar. Emma tampoco había hablado, nos habíamos limitado a abrazarnos.
Cuando cobramos la compostura, la zarandeé.- ¿Pero ¿qué haces tú aquí? ¿Cómo has llegado? - Comencé a examinar sus brazos y su cara en busca de magulladuras.- ¿Te han hecho daño? ¿Dónde está Ethan? Y...
- Para el carro Naz. Creo que soy incapaz de contestar diez preguntas a la vez.
Sonrió de esa forma encantadora que hacía siempre, la miré y me di cuenta de que no llevaba las gafas.
- ¿Y tus gafas?
- En serio ¿esa es la primera pregunta que vas a escoger?
- Ehh.. si. Comencemos con algo fácil. -Le saqué la lengua. Estaba emocionada con tenerla aquí, así que sí, tenía muchas preguntas, pero hablar de algo banal ahora mismo con ella era todo para mí.
- Bueno, esa es fácil - La vi sonrojarse- Me he puesto lentillas... tachan - abrió los brazos y se inclinó como si acabara de hacer un número de ballet o algo parecido. Eso me hizo reír sin control, ya no sabía si eran los nervios o lo mucho que necesitaba esta normalidad, y a ella.
Nos sentamos en la cama y estuvimos varias horas allí, hablando. Al parecer, ella y Ethan habían ido a la biblioteca el día que no aparecí, eso les extrañó y al ver que no daba señales de vida decidieron ir a casa a buscarme.
Allí vieron el pitote que se había montado y corrieron a ayudarme pensando que algo como una explosión de gas habría pasado. No me encontraron a mí, ni a mí abuela. Pero se toparon con un grupo de demonios que aún andaba rebuscando en la casa.
Emma me contó que de alguna forma, no podía recordar mucho más que eso. Unos ojos rojos y luego, todo negro.En algún momento de su trayecto con ellos, Hanna y Maik los encontraron y pudieron destruir a los demonios (tenía que preguntarle a Keilan como hacer eso) y traerlos aquí.
- Maik fue el que me recomendó que me quitara las gafas, más que nada para poder entrenar mejor...
- Espera... ¿Entrenar? -No podía imaginarme a Emma entrenando a nada, en absoluto.
- Si... -se sonrojó de inmediato- hemos estado entrenando la lucha cuerpo a cuerpo. - levanté una ceja - Si ya sé, no es propio de mí. Pero lo que ha pasado cambia muchas cosas... Y tenemos que estar preparados. No puedo pelear contra demonios con un papel y un lápiz. - Se cruzó de brazos.
- Emma, no tienes que luchar contra nada. Esto no es asunto tuyo, ni de Ethan. Esto es cosa mía... Venían a por mí... Mi abuela...
Emma me corto de inmediato.
- No Naz, no me digas lo que es asunto mío y lo que no. Esta gente lleva luchando contra ellos milenios, siglos... Esos demonios mataron a tu abuela, casi te matan a ti y yo...Las lágrimas empezaron a asomar por aquellos hermosos ojos verdes y almendrados. El corazón se me comprimió en el pecho. Y la abracé. La abracé de verdad.
- Estoy bien. No tienes de qué preocuparte, pero tienes razón. No puedo decirte que es asunto tuyo y qué no, además... Me parece tremendamente sexy que estés entrenando...
- Oh Naz, cállate. - me dió un pequeño empujón que me hizo sonreír de forma genuina.
- Por cierto, ¿vas a contarme quien es ese Maik? Eres la segunda persona a la que veo sonrojarse cuando lo nombra - le di un pequeño empujón con el hombro. - Seguro que es muy guapo...
Emma abrió mucho los ojos, tanto que me parecieron redondos en vez de achinados como eran. Se sonrojó mucho más y noté como comenzaba a mover la pierna frenéticamente.
- ¿Quién más? ¿Hanna? Es Hanna. ¿Verdad?
- ¿Te preocupa?
- Desde luego qué no. - se levantó de la cama de un bote.
- No tienes por qué avergonzarte, debe de ser guapo de cojones si te pones así de nerviosa... ¿me lo vas a presentar?
Le hice una pequeña burla con la boca y ella me respondió imitándome.
- No creo que haga falta, ¿No fue él quién te encontró en el baño toda espatarrada...
Le tiré la almohada a la cara antes de acabar la frase. Ella respondió devolviéndome el golpe y nos reímos un largo rato.
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La profecía
Teen FictionCuando Naz conoce a Keilan toda su vida cambia por completo. Después de un trágico suceso que marcará un antes y un después en su vida para siempre, Naz descubre por primera vez quién es y a qué se enfrenta. Con una misión que cumplir y un libro que...