Capítulo 9

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NAZET



El cuadro tiró de mí sin darme tiempo si quiera a pensármelo. Sentí que caía al vacío y daba vueltas y vueltas mientras cada extremidad de mi cuerpo luchaba por mantenerse pegada a este. Me faltaba el aire y la bilis comenzó a subir y bajar por mi garganta. Temía vomitar allí mismo, mientras daba vueltas y más vueltas, no sería agradable. Esta vez el viaje duró más de lo que recordaba, y era mucho más vívido. Aterricé en un sueño húmedo y fangoso después de lo que pareció ser una eternidad.


Tenía las piernas y los brazos entumecidos, y no era capaz de abrir los ojos y ver con claridad, miles de lucecitas brillantes parpadeaban en mi retina. Me dejé caer al suelo e intenté cobrar la compostura. Poco a poco mi estómago volvió a su sitio y mi vista se fue aclarando. Para mi sorpresa me di cuenta de inmediato que no estaba en la cabaña que debía estar. Al menos esto no parecía para nada una cabaña. Mi corazón comenzó a repiquetear rápidamente y me levanté tan rápido como pude escudriñando el espacio que me envolvía, había algo familiar en aquella ¿Cueva? Parecía una cueva de piedra, la humedad se filtraba por el suelo de tierra y entre las rocas, estaba oscuro y tardé un buen rato en acostumbrar mis ojos a aquella oscuridad y poder observar mejor. El ruido de unas gotitas al caer una y otra vez contra el suelo me estaba poniendo de los nervios. Avancé unos pasos en dirección a lo que parecía ser una mesa de piedra situada en una esquina de la estancia redonda. Un escalofrío recorrió mi espalda mientras unas imágenes de algo parecido acudían a mi mente como flases, había algo allí que yo sabía que había visto antes o eso creía. Cuando estaba a punto de ver qué era lo que había encima de aquella mesa un estruendo a mis espaldas me hizo pegar un grito digno de una child líder. Me sujeté instintivamente el corazón y quise sacar mis puñales de la bolsa cuando recordé que acababa de salir al exterior sin una triste arma encima.


Me di la vuelta de inmediato poniéndome en posición de ataque tal y como Keilan me había enseñado en nuestras clases.


- Me caguen la puta.


Aquella voz... No podía ser cierto. Ni de coña.


- ¿Estás loca zorra de mierda?


Vega estaba sentada de culo en el suelo de barro mientras se sacudía las manos y hacia un gesto de dolor al arquear la espalda. Intenté pellizcar mis mejillas con la intención de despertar inmediatamente. Si esto era otro de esos sueños de mierda que solía tener, estaba dispuesta a despertarme antes que tener que lidiar con ella una vez más. El pellizco dolió de cojones, así que como me temía, no era un sueño y esto estaba pasando de verdad.


- ¿Me estabas siguiendo?


- ¿A ti que te parece?


No pude evitar fijarme en su labio partido, hacia menos de una hora que le había dado una buena tunda y la muy idiota seguía pidiendo más.


Se levantó del suelo y se colocó bien la ropa que la llevaba hecha jirones.


- ¿Dónde coño estamos?


La miré desconcertada, ni siquiera yo sabía dónde cojones estábamos y su presencia ahora mismo era lo último que necesitaba.


- No tengo ni puta idea, y si la tuviera, tampoco te lo diría. - me crucé de brazos - no sé qué cojones quieres ni porqué me seguías, pero te recomiendo que vuelvas por donde has venido.


Vega se rio con ganas y me puso los pelos de punta de inmediato. No soportaba ese tono de voz suyo, Dios, me ponía frenética.


- Acabas de usar un portal sin tener ni puta idea de cómo funciona. ¿Es eso? ¿Me lo dices en serio? Estás más zumbada de lo que me imaginaba. Hostia puta...

La profecíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora