Libro de One Shots con los personajes del manga y anime Haikyuu.
En su mayoría los os se posicionan después del timeskip, lo que quiere decir que la mayoría de os contienen spoilers del manga.
Sin nada más qué decir... Espero que disfruten de su lec...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ushijima había basado toda su vida en el voleibol, era lo que más le gustaba en este mundo desde que tiene uso de la memoria. Debido a esto, a su carácter taciturno y a su casi nula interacción social con personas fuera del ámbito deportivo, Wakatoshi realmente creyó que el amor y lo romántico estaban descartados de su vida para siempre.
¿Romance? ¿Amor? ¿Matrimonio? ¿Hijos? No. Era un rotundo no.
El problema radicaba en que Ushijima fingía que no quería nada de esto, porque fingir no querer algo era más fácil que admitirte a ti mismo que no lo puedes tener.
Prácticas, entrevistas en equipo, cambios y más cosas relacionadas con el voleibol eran lo que mantenía a Ushijima en su camino tal como lo planeado.
O al menos hasta hace un par de años.
Al menos, hasta que llegó Koemi.
Al inicio, sólo eran amigos. Ushijima no tenía muchas amigas mujeres -no tenía muchos amigos en general-, así que el que Koemi se haya quedado en su vida fue una total sorpresa, porque la conoció en una entrevista deportiva. Ella era la reportera.
Ushijima era un adulto ahora, y no era tan simplón como en la preparatoria. Supo que Koemi era más que una amiga desde el momento en que quiso dedicar todo su tiempo libre a ella.
Y la denominó como “lo único precioso que tenía fuera del mundo del voleibol”.
Él no sabía si ella sentía lo mismo, pero se conformaba con estar a su lado tanto como podía. A veces los pensamientos de rechazo lo invadían, y se decía a sí mismo que era mejor seguir como amigos porque su vida era el voleibol y las prácticas. No había tiempo para darle una parte de él a algo, o más bien, a alguien que no fuera el deporte.
—No seas un tonto, Wakatoshi —le dijo Tendou un día, por llamada.
—¿Ah?
—Si sientes algo por ella, díselo. Será peor si te lo guardas. El amor es algo que si lo guardas, se pudre.
—Eso no tiene sentido.
—Eso es lo de menos, tú sólo dile a Koemi lo que sientes —su amigo se oía exasperado.
No lo hizo, pero tampoco hizo falta, porque una noche en la que estaban cenando en el departamento de la chica, ella le enfrentó.
—Me gustas —ella dijo y él se congeló en su asiento, y fue peor cuando Koemi empezó a negar con la cabeza—. No, no sólo me gustas. Te quiero.
—¿Qué?
—Sí, sólo quería decírtelo porque sentí que me estaba matando por dentro. Está bien si no sientes lo mismo, no esperaba algo de todas formas.
