JiMin bufó lleno de cansancio, acomodando la gran bolsa de víveres que había comprado recién, manipulando con torpeza las llaves de la puerta de su departamento. A su lado, un pequeño niño que sostiene un oso de peluche del que no se puede apartar lo miraba con ojos grandes, esperando paciente a que el omega logre abrir la dichosa puerta entre suaves maldiciones porque ya había roto la llave una vez por culpa de la estúpida cerradura y no quería tener más problemas con el estúpido casero.
Park JiMin era un tranquilo omega de veinticinco años a punto de graduarse de la carrera de psicología, con un trabajo de medio tiempo como mesero en una restaurante demasiado pretencioso para alguien como él y con un departamento de mierda, pero que se encontraba ubicado en una zona relativamente buena. El departamento en el que vivía no era muy pomposo, de por sí sólo era un edificio de al menos ocho pisos con balcones pequeños y escaleras diminutas, al igual que el elevador. JiMin vivía en la planta baja, sólo tenía que cruzar la entrada principal y luego caminar hasta su puerta, no era muy seguro ni podía disfrutar de un balcón, pero era mejor que nada y podía pagarlo.
Ese día en particular, un sábado a finales de junio con las vacaciones asomándose, JiMin se dio cuenta de que no habían muchas cosas en la alacena con las que alimentar a su pequeño JungKook, un niño de seis años que llegó a su vida no de la manera que cualquiera esperaría para un omega tan joven, pero los accidentes pasaban. Esa mañana, JiMin salió a hacer el mercado de la semana, siendo lo más meticuloso posible en que el sueldo del mes anterior alcanzara, y ahora se encontraba en esa estresante situación con la maldita puerta.
—Papi —llamó su hijo, quien se había encargado de vigilar el carrito que usaban para llevar el resto de compras como su papá le había pedido que hiciera—, tengo ganas de hacer pipí... —anunció preocupado.
El omega suspiró derrotado y trató una vez más de lograr que la llave girara dentro de la vieja cerradura. Fue justo entonces que el sonido de pasos lo alertaron y miró por sobre su hombro a un hombre que caminaba en su dirección. De inmediato tomó la mano libre del niño para acercarlo un poco más a él, pero el hombre siguió de largo hacia la puerta que se encontraba justo a un par de pasos lejos de él.
Era su nuevo vecino, vaya.
Había visto cajas y demás cosas que anunciaban "mudanza" los últimos días, pero era la primera vez que lo veía en persona. El hombre cargaba consigo un casco de color negro que lucía del tipo que se usaban para las motocicletas y una chaqueta de cuero, así como un par de lentes de sol que recogían hacia atrás su medianamente largo cabello negro. Masticaba un chicle y sacó las llaves de su pantalón de jean, metiéndolas en la cerradura antes de abrirla con una facilidad que JiMin envidió.
Su lobo lo reconoció como un alfa y levantó sus orejas, interesado en ello. Sin embargo, JiMin negó con la cabeza y volvió a su tarea de tratar de abrir la dichosa puerta con una mano mientras rezaba para que JungKook no se orinara encima.
—Hola, ¿esa es su casa? —escuchó la voz de su hijo y cuando lo miró, se dio cuenta de que estaba moviendo su mano en la dirección del alfa como un saludo, sus ojos curiosos mirando al llamativo hombre.
JiMin se sonrojó y miró al pelinegro, dándose cuenta de que ahora estaba sonriendo mientras veía a su hijo, moviendo su mano como saludo. Cuando levantó la mirada, se encontró con los ojos de JiMin y el omega le sonrió avergonzado, casi queriendo disculparse por lo que había dicho el pequeño, a pesar de que sabía que no era nada malo.
—Disculpa, él no suele hacer eso —explicó nerviosamente.
El hombre negó con la cabeza, aquella pequeña sonrisa manteniéndose en su rostro.
—No pasa nada. Es más, diría que es bastante educado —respondió el contrario, hablando con una voz áspera que hizo a JiMin tensarse un poco en su puesto porque su omega ahora se encontraba mucho más interesado—. Soy YoonGi, me mudé hace unos días, es un gusto.
—Un gusto igualmente, soy JiMin. Me encantaría saludarte como corresponde, pero bueno, ya me ves... —hizo un movimiento con su cabeza para señalar la bolsa.
Ambos se rieron, JiMin un poco más nervioso que el otro.
—¿Necesitas ayuda con eso? —señaló el pomo de la puerta con su mirada.
JiMin negó de inmediato.
—No, no —trató de actuar natural, como si la bolsa no fuera horriblemente pesada y como si no estuviera deseando que la cerradura explotara—. Es que la cerradura tiene su truco entonces me toma un poco más de tiempo abrirla.
—Bueno, la bolsa también se ve pesada... —pareció querer insistir un poco más, siendo genuino en su preocupación.
—De verdad que no hay probl...
De repente, la bolsa se rompió.
JungKook saltó asustado, escondiéndose detrás de su papá en el instante que todas las cosas dentro se deslizaron por el hueco debajo de los brazos de Park. Tanto las naranjas como los empaques de arroz y leche cayeron al suelo sin que JiMin pudiera atraparlos en absoluto. No se rompieron, por suerte, pero sí se esparcieron por el suelo vergonzosamente. Incluso una de las naranjas rodó hasta la bota del hombre, quien miró el suceso con ojos sorprendidos.
JiMin quería que la tierra se lo tragara.
—Ay, papi. Se cayó —JungKook señaló lo obvio y JiMin suspiró.
—Sí, no se suponía que eso pasara —se rió nervioso y tenso, arrodillándose para tratar de organizar las cosas y meterlas en el carrito que ya iba lleno, pero qué más daba, la vergüenza ya la había pasado.
—Yo te ayudo, papi —se apresuró JungKook, pero solo alcanzó a tomar una bolsa de arroz.
—Gracias, Kookie —le sonrió con cariño.
—Bueno —YoonGi dejó su casco en el suelo, recogió la naranja y se acercó a JiMin, agachándose a su lado para entregársela en la mano. El omega lo miró demasiado apenado como para siquiera mantener el contacto visual, así que sólo tomó la naranja mientras que el alfa le devolvió su atención a la puerta—. Soy bueno con estas cosas, si quieres puedo arreglar la cerradura para que no tengas que pasar por esto de nuevo.
—¿Usted puede abrir la puerta? —se adelantó JungKook, parado al lado de ambos con una expresión animada—. Tengo muchas ganas de ir al baño —explicó, dando un par de saltitos en su lugar.
Cuando YoonGi le regresó la mirada, JiMin no estaba seguro de qué decir.
—D-De verdad que no tienes que preocuparte —se apresuró, levantándose del suelo aún con las cosas sin recoger del todo—. Es una tontería, solo tengo que... uh... —decidió volver a tomar la llave, usando un poco más de fuerza ahora que sus brazos se encontraban libres y usó su hombro para empujar la puerta, abriéndola por fin—. ¿Ves? —sonrió tenso—. Sí pude.
—Ya veo —mencionó el alfa, levantándose del suelo de igual manera—. Aun así, sabes que si necesitas algo puedes tocar mi puerta. Para eso somos los buenos vecinos —concluyó con una sonrisa ladina, siendo amable, y dando un par de pasos hacia atrás para recoger su casco—. Nos vemos —le dijo por sobre su hombro.
—Lo tendré en cuenta —respondió rendido—. Hasta luego, vecino —movió su mano en despedida, secundado por JungKook, a lo que el motociclista sonrió y se metió por fin dentro de la casa. De inmediato, el omega miró al niño—. Y a ti te encanta saludar a desconocidos, ¿huh?
El pequeño pensó que se había metido en problemas, así que corrió dentro de la casa abrazando la bolsa de arroz y su peluche como si su vida dependiera de ello. JiMin viró los ojos, tomando el carrito para entrar por fin y luego volver a salir para recoger el par de cosas que quedaron tiradas en el piso.
Vaya primer encuentro.
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EL MOTOCICLISTA Y EL UNIVERSITARIO ♡ MYG + PJM FT. JJK
RomancePark JiMin, un omega universitario de veinticinco años, se da cuenta un día de que acaba de llegar un nuevo vecino al viejo edificio en el que vive con su hijo. El hombre es un alfa considerablemente atractivo como para ignorar su presencia y JiMin...