Falling

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Dicen que después de una tormenta siempre viene la calma, pero esta calma no traía consigo tranquilidad para nadie; más bien solo hubo silencio con corazones rotos.

Después de subir y bajar energías sobre los hechos ocurridos, el cuerpo les reclamo dolor, consecuencia de todas las palabras dichas, gritos, jaloneos, mentiras y culpas. No había alma que haya sido tan fría para soportar el mar negro donde se metieron.

Se había cumplido exactamente una semana después de que la cabeza del grupo los haya hecho actuar a su beneficio y mentido en la cara, que le clavara un puñal en el pecho a su propia pareja y desde que los hackers en cuestión se dieron libertad a lo que sentían pero el pelinegro de ellos no sabía si quiera cómo interpretarlo dejando a su compañero herido por sentir algo que ya conocía pero qué experimento como si fuese la primera vez.

Cuando se dieron la vuelta aquel día, no volvieron a saber nada de nadie, se refugiaron en su propio duelo y al parecer ninguno estaba dispuesto a volver. Tampoco sabían que seguía para su equipo y no planeaban ponerlo sobre la mesa.

Sin jefe no tenían misiones y después de la traición, pintaba que la mente principal se había quedado sin compañeros... tal y como comenzó todo.

Sin embargo, eso era solo mínimo, ni siquiera le importaba porque lo único que quería era a su chino pero a pesar que intentó verlo de nuevo, no lo logró. Se quedó afuera del edificio viviendo en su propio auto esperando que lo dejara verle, día y noche por días enteros. El portero no podía creer que siguiera vivo, entonces tuvo la necesidad de llamar a servicios médicos donde lo sacaron de su auto moribundo para estabilizarlo.

Las defensas se le bajaron al tope, estaba deshidratado, tenía los ojos hinchados y el cuerpo entero helado. Pero ni siquiera podía ser consciente de eso porque el dolor que sentía dentro de él era más fuerte y evidentemente los paramédicos  no le podían estabilizar el corazón roto.

Luchó con todo su ser por que lo dejaran permanecer pero junto a agentes de tránsito lo sacaron de ahí llevándose su auto con grúa directo a su departamento donde continuó lamentándose entre lágrimas, dejándose ir como si no hubiera nada más en la vida para él.

Todos en la cuadra supieron del escándalo fuera del edificio menos quién Jeno quería que lo viera. Dentro del piso compartido, Lia solo observaba a través de la ventana día con día como el hombre no se movía siquiera hasta que lo obligaron.

Renjun tampoco volvió a salir de su habitación y se quedó entre las sábanas esperando poder conciliar el sueño creyendo que todo fue una pesadilla pero seguía sin poder dormir y con el alma igual de destruida que el día uno.

Lia trató de volverlo a la vida pero no respondía a nada, solo lloraba y salía al baño para hacer sus necesidades agregando el vomitar como una mas. Se le había vuelto casi incontrolable porque llorar le demandaba tanto que regresar lo poco de comida de su estómago se hizo un hábito.

Jamás pensó sentirse así, era parecido a cuando se quedó solo pero ahora era peor porque después de forjar una relación que le devolvió la vida, todo se derrumbó más rápido, con más fuerza y con más dolor. Donde a pesar que solo hayan sido días, sentía que largos meses le pasaron encima porque ni de la noción del tiempo estaba consciente; incluso dejó el semestre tirado importándole poco.

Jisung también se había encerrado en su habitación guardando consigo tristeza combinada con arrepentimiento y culpa. Desde que le gritó al pelirosa con el que descargó en cuerpo lo que le traía dando vueltas a la cabeza; se fue a su casa y desde entonces no había salido.

Le mintió a su madre diciéndole que le dieron "vacaciones" en el trabajo y así evitar preguntas o qué notara  su evidente vibra. Se la pasó en su cuarto reflexionando sus acciones, regresando de golpe su adicción al tabaco sin siquiera recordar cuando lo había dejado sin querer, conectado en su mente los cabos sueltos de la traición de su jefe, pensando en si debía llamar a Renjun para ver cómo estaba pero sin decidirse por hacerlo y recordando al pelirosa como lo había visto por última vez, como un ángel sonriéndole y gimiéndole al oído. No es que fuera depravado pero haberlo tenido a su Merced fue lo último que hizo antes de meter la pata y no poder controlar sus palabras.

Strawberries and Cigarettes [JICHEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora