Mission

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Hoy estaba siendo un día medianamente bueno, así era siempre, muchos días malos, otros peores y en escasas ocasiones lograba estar estable.

Se había despertado tarde después de conciliar el sueño un tramo de horas decentes porque esta vez no soñó a Jeno, ni la voz que le repetía su nombre o al chico que le gritaba para que lo siguiera. A este paso consideraba que se estaba volviendo loco porque era lo único que su mente atraía una vez que dormía y durante el día no podía dejar de repetir en su mente lo mismo; se volvía más extraño que hasta un chico desconocido pidiendo ayuda lo perturbaba y el cúmulo de ansiedad lo traicionaba vilmente. Otro elemento creepy a sus pesadillas y estaba al borde de perder la cabeza.

Hizo su rutina de higiene como siempre y soltó una cuántas lágrimas al ver lo mal que se veía en el espejo, que a pesar de que él mismo se había dejado así; la simple idea de desfigurar por completo su cuerpo de aquella manera; era imperdonable para su integridad física porque tal vez la mental ya no podía recuperarla y menos la emocional que fue la primera en desvanecerse en sus manos.

Intentando contener el poco líquido que tenía en el cuerpo; secó sus lágrimas y aclaró la garganta para volver a su cama. No es como si tuviera una rutina para los días medianamente buenos, solo existía y trataba de sobrellevarlo.

Giró su rostro a la derecha y en su buró no había desayuno. Lia se había encargado de ponerle comida cada que podía, se la comiera, la vomitara, la tirara en la basura o simplemente la dejaba que se pudriera. Pero este día fue diferente y no sabía porque, pero tampoco era un reclamo, tal vez solo se rindió y no se lo preguntaría porque probablemente ya se había marchado a la facultad.

Sin pensar mucho en el asunto, acomodó sus almohadas para recostarse y abrazando una de ellas cerró los ojos intentando volver a la paz de dormir tranquilo sin aquellas pesadillas. Pero tan pronto como parpadeó, la puerta de su habitación se abrió no muy amablemente. Era su roomie, hablando de.

La chica entró muy apurada trasculcando toda la pieza del chino. Abriendo cajones, levantando libros, revisando pantalones, camisas, en su escritorio, todo. Renjun se sentó sobre el colchón al verla tan desesperada y se detuvo a observar qué era lo que buscaba pero no parecía ver que era y tampoco se lo decía.

-¿Qué buscas con tanta urgencia?- le alzó la voz para ver si se detenía pero fue en vano.

-Un encendedor- respondió simple sin dejar de lado su búsqueda.

-Busca en otro lado porque aquí no encontrarás ninguno- le aseguró. -¿Qué vas a hacer con el?- seguramente lo quería para sus obras o para quemar alguna tela y crear texturas, sabía que Lia hacía arte con todo.

-Para mi churro, perdí el mío y en la cocina no hay- se acercó al estante y desvalago algunos libros de la universidad de Renjun, después al cesto de ropa.

El chino se quedó callado intentando procesar lo que había escuchado ¿churro?

-¿Qué?-

Lia se fue hasta el fondo del cesto de ropa sucia y dentro de una hoddie, encontró lo que buscaba. -¿No que no tenías?- rió de lado y sacó su "churro" para encenderlo. Sí, colocó la droga en su boca y como si fuera a dar espectáculo intentó prender el fuego, todo ante la mirada de su roomie quien era el punto blanco.

Renjun no había sentido los ojos tan abiertos como ahora, el corazón se le aceleró y un impulso de fuerza hizo que se pusiera de pie, caminara directo a la chica y le arrebatara su droga.

-¿Qué te pasa? Estás en recuperación- le gritó a la cara sintiéndose ahora desesperado. A pesar de estar viviéndolo en ese momento, su conciencia no podía procesar aquella imagen que le robo la poca estabilidad con la que despertó.

Strawberries and Cigarettes [JICHEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora