Capitulo 6

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- Amore, mira, te traje esto.

Japón alzó la vista del suelo para ver la bebida que su novia le ofrecía con una pequeña sonrisa, México venía pasos atrás, comiendo un pastelito de la máquina expendedora del piso, con varias latas en los brazos, completamente complacida por el sabor de su golosina.

- Gracias, Ita-chan - susurro Japón mientras tomaba la lata de la mano de su novia y la veía como si no entendiera que era lo que contenía dentro y que tenía que hacer con ella.

¿Cómo había llegado hasta ahí? Hace horas estaba en tranquilidad y calma, feliz por tener a sus hermanos en su casa, disfrutando de un buen te, escuchando como su hermanita, su princesa, jugaba afuera con la nieve del enorme jardín y veía el estanque koi que el con tanto empeño creo en su patio. Ahora estaba en el hospital, con el rostro lloroso, con su hermano menor SurCorea siendo atendido por el latino hermano de su mejor amiga, con China que solo estaba en silencio mirando al coreano volver a despertar de su desmayo, con las ojeras enormes bajo sus ojos y el temblor de sus manos delatando su estado emocional, con Norte escondido, posiblemente golpeando alguna cosa o llorando en silencio de dolor, con su hermanita en peligro de muerte en una cama de hospital.

Todo por su culpa, por no saber controlarse.

- Mira - Japón volvió a levantar la mirada, México le sonreía con migajas en las comisuras de sus labios, con una pastelito empaquetado en la mano, ofreciendoselo a el - pastelito.

El nipon sonrio un poco al ver la crema en los labios de México y se levantó de su asiento para limpiar los labios de su amiga con un dedo y tomar el pastelito de su mano.

- Gracias - susurro mirando al suelo, volvió la vista hacia Italia que sonreía amable como siempre - gracias por todo, a las dos.

- Para eso estamos, mi sushi - sonrió México dándole un pequeño beso en la mejilla a su amigo antes de ir hacia su hermano Uruguay, darle su lata de refresco y apoyar a estabilizar al mareado SurCorea.

Italia se acercó a su novio para abrazarlo con fuerza, siendo bien recibida por el pelinegro que aspiró aire con fuerza, no le importaba mostrarse cariñoso con su novia frente a otros en ese momento, realmente necesitaba ese abrazo.

- ¿SurCorea? ¿Cómo te sientes? - pregunto México con una sonrisa al novio de su hermana que respiraba profundo en un algodón con alcohol mientras abría poco a poco los ojos.

- B-bien - susurro el coreano con calma.

- Mira, esto te hará sentir mejor - dijo la castaña con una sonrisa ofreciéndole una lata de refresco así también como a China que la tomo asintiendo con agradecimiento - van a ver qué la chaparrita estará bien, se los prometo.

- Gracias, México - susurro China cuando Sur abrió su lata con dedos temblorosos y bebió despacio de su lata, Uruguay también debía de la suya.

- De nada, para mí ustedes también son familia - dijo la mexicana con simpleza - ¿Quieren un pastelito? Solo compre para Japón, pero les traigo alguno para que coman, están en los huesos.

China sonrió un poco, a palabras de Rusia, sabía que esa era la excusa de México cada que tenía un antojo, comprar comida para otros cuando en realidad ella también quería. El asiático asintió, no iba a negar que su estómago se sentía vacío y ardía un poco, el reflujo se formaba en su esófago. México sonrió feliz cuando Uruguay se encogió de hombros, conforme y Sur negó con la cabeza, aún así le llevaria a el también.

- Genial, ahorita vengo - y sin más, México se dio la vuelta para ir a la máquina expendedora del piso ella sola.

- Disculpe señorita, pero está fuera de servicio mientras se rellena - le dijo un técnico a la mexicana cuando la vio llegar, llevaba en su hombro una enorme bandeja de productos y otro compañero abría la máquina, México hizo un puchero antes de encogerse de hombros y volverse hacia una enfermera que iba pasando.

Sobreviviendo a la verdad. RUSMEX Donde viven las historias. Descúbrelo ahora