¡ uno !

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Hyunjin era un omega tranquilo, dulce y cariñoso, su cabello corto y rubio siempre se hallaba bien peinado, y su piel bañada por el sol estaba acompañada por hermosos tonos sonrosados que se esparcían por sus mejillas; poseía una sonrisa dulce y brillante que jamás abandonaba sus gruesos labios junto a una personalidad un tanto sumisa como amable.

Hyunjin era un omega realmente lindo, llamando la atención tanto de alfas como betas con su brillante personalidad y gran corazón, vistiendo constantemente prendas en su mayoría claras y de colores suaves, tal como su madre le había indicado, siguiendo al pie de la letra todo lo que ella le decía desde que era pequeño, siempre obediente a la palabra de su progenitora.

Y tal vez ese era su pequeño problema.

Hwang era un tanto ingenuo, tendiendo a creer rápidamente lo que otros le decían, siendo su cabeza demasiado fácil de manipular y llenar de ideas erróneas, así es como terminó creyendo ciertas cosas que no tenían porque ser así, como que los omegas siempre deben ser sumisos y los alfas dominantes, que los omegas deben vestir ropas llenas de color y los alfas oscuras, que un omega tiene que entender que soñar con algo grande es tonto y debe mantenerse en su lugar con su cabeza siempre gacha, sumiso ante su alfa, obediente a su palabra, sólo esperando a encontrar uno con el cual tener cachorros y hacerse cargo del hogar, sin llegar a ser algo diferente porque ese era su deber como omega.

O eso le repetía constantemente su madre, una alfa que sólo decía estereotipos estúpidos para muchos, pero que también varios aún creían firmemente, creando una sociedad dividida, donde se peleaba por una igualdad que aún no terminaba de conseguirse.

Hasta que las cosas comenzaron a cambiar para el joven en el momento en que se topó con Jeongin.

Fue un encuentro casual en el pasillo de la escuela, era su primer día de clases comenzando y su último año de secundaria. Se había dejado llevar por la curiosidad de hacia a dónde se dirigía la mirada de los otros alumnos y, como ellos, terminó viendo a Jeongin, un chico pelirrojo de brillante sonrisa y adorables hoyuelos que la acompañaban, lucía demasiado tierno, además de que ese suéter rosa pastel —que cubría parte de sus manos— que llevaba le daba un lindo toque, el rubio pensaba que aquel menor era un omega demasiado hermoso.

— ¡Hey! Hola, compañero de casillero —lo saludó sonriente el menor una vez estuvo a su lado, abriendo su respectivo locker.

Hyunjin se sentía un tanto perdido por la repentina presencia, su olor le parecía extraño para ser un omega, pero al mismo tiempo atrayente, un suave olor a tierra húmeda luego de un día de llovizna, era relajante pero poco perceptible, probablemente debía estar usando algún parche para el olor.

Que extraño, su madre siempre le repetía que los omegas deben mostrar sus olores, así conseguirían a un alfa y cumplirían con su deber.

— Hola —le devolvió el saludo, ignorando el pensamiento en su cabeza y sonriendo igualmente, logrando armar una pequeña charla con el pelirrojo, presentándose y prometiendo pasar el almuerzo juntos, la presencia del menor era demasiado agradable, sentía la necesidad de mantenerse cerca suyo.

Hyunjin pensó por mucho tiempo que su lindo nuevo amigo era un omega, uno que parecía caer en los estereotipos a los que estaba acostumbrado y a los que solía aplicar él mismo, pero vaya que fue su sorpresa al descubrir que estaba completamente equivocado cuando los días siguieron pasando.

Jeongin no era un omega.

Jeongin era un alfa.

Y aquello logró confundirlo por completo.

── pastel boy !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora