¡ dos !

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Era otra mañana tranquila camino al instituto, una hermosa sonrisa brillaba en sus labios y un gran suéter rosado tragaba su pequeño cuerpo, obteniendo miradas de varios alumnos, quienes a veces le saludaban con una sonrisa amable u otros decían algo bastante salido de lugar, provocando que el omega se enfadase pero no lo demostrase, sólo se mantenía sonriente, tal como su madre le decía.

No podía opinar, no podía encarar a un alfa, la cabeza siempre abajo, después de todo, que un alfa le prestase atención era una gran señal según su progenitora, significaba que alguna buena cualidad tenía y podría estar más cerca de cumplir con su deber.

Continuó caminando hasta llegar a su casillero, donde guardó su libro de matemáticas y procedió a sacar el de historia, metiéndolo dentro de su mochila. Detuvo sus acciones al momento de sentir aquel suave olor a tierra inundando sus fosas nasales, provocando un cosquilleo en su piel y un suave reaccionar en su omega. Volteó su cuerpo a un lado para encontrarse con la dulce y agradable presencia de su pelirrojo amigo.

— Buenos días, Hyunjin-hyung —lo saludó sonriente el menor, cautivando al contrario con su ternura, su sonrisa siempre era tan brillante y cálida que hasta el mismísimo sol sentiría envidia.

Hoy aquel joven vestía sobre la camisa del uniforme un lindo suéter azul pasteloso, el color le quedaba de maravilla.

Todo en aquel chico era tan hermoso.

— Buenos días, Jeongin, ese suéter te queda muy bien —correspondió el saludo, agregando junto a éste un pequeño halago, obteniendo una suave risa de parte del contrario; su día parecía iluminarse más con eso.

Su risa era como una dulce melodía de la cual se hacía un gran fanático y jamás se cansaría de escuchar. Podía ser suave o escandalosa y sin importar qué, siempre sería demasiado hermosa y atrayente como todo en él.

— Tú también te ves muy bien, hyung —tomó el rostro contrario con cuidado, acariciando sus mejillas mientras sus miradas chocaban. Ah, el corazón de Hyunjin comenzaba a alterarse y su lobo parecía reaccionar, dando pequeños brincos de emoción dentro suyo—. Tan lindo~ —canturreó antes de soltarlo, dejando al mayor como un manojo de nervios.

Y luego de un pequeño silencio, donde Hyunjin buscó calmar a su alterado corazón, continuaron su pequeña pero animada charla hasta que el timbre resonó por los pasillos y cada uno tuvo que marchar a su respectiva clase, despidiéndose con un leve abrazo que provoco que el corazón del omega volviera a latir rápidamente, deseando no separarse jamás de los brazos de aquel dulce chico, queriendo permanecer por siempre en la calidez y seguridad que estos le brindaban, lastima que tenía que soltarlo ahora si no quería llegar tarde y ser regañado por su profesora de historia.

Al llegar al salon, se sentó en su respectivo lugar y saludó a su compañero de al lado, también conocido como su mejor amigo desde que inició la secundaria, Han Jisung, un beta bastante animado y lleno de energía, que lograba sacarle constantes risas y sonrisas.

A veces le gustaría tanto ser un beta. Ellos la tenían más fácil, su madre jamás llegaba a imponer como debía ser un beta y eso sonaba grandioso, poder ser lo que quieras sin ninguna limitación, lograr lo que deseas sin que alguien te lo impida, no tener que cumplir con un papel impuesto por tu posición.

Sacudió su cabeza y apartó rápido aquel pensamiento, no era correcto desear eso, era un omega, no llegaría a ser algo más.

— ¿Todo bien, Jinnie? —preguntó un tanto preocupado el azabache, tomando la mano del mayor quien asintió con la cabeza.

— Todo está bien, así que no te preocupes, Hannie —le sonrió y dos minutos después la profesora ingresó, soltaron su suave agarre y sus demás compañeros detuvieron la charla que tenían, la clase dando inicio, siendo otro día como cualquier otro en su tranquila vida.

── pastel boy !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora