── pastel boy !

¡ quince !

Se dirigieron hasta el hogar de Felix a pie, disfrutando de la animada charla que tenían bajo la luz de luna hasta que llegaron a su destino, había coches estacionados afuera y una linda casa —la cual el australiano les contó que sus padres le habían regalado— llenada hasta el borde con universitarios que buscaban divertirse y despejar su mente.

Tomaron sus manos y se adentraron al lugar, saludando al beta cuando se hallaron con este, Felix seguía siendo tan amable y amigable como siempre, con su sonrisa cálida y su resplandeciente forma de ser, los tres siempre se sentían tan reconfortados cuando pasaban tiempo con el pecoso; deberían organizar alguna salida todos juntos pronto.

— Oh, cierto, Hyunjin, Jeongin llegó hace un momento —dijo antes de que el grupo de amigos se alejase para tomar algo.

— Espero no te moleste que lo haya invitado, Lix, Seungmin dijo que podía... —respondió, rascando su nuca un tanto avergonzado.

— No hay problema, yo estuve de acuerdo cuando escuché sobre él, hasta hablé con él y se nota que es un chico bastante amable.

— Amable y entretenido de molestar sin duda alguna —la voz de Chan se hizo presente, con un vaso de cerveza en mano y una sonrisa en su rostro, acercándose para abrazar con su brazo libre la cintura de su pareja, dejando recostar su cabeza sobre el hombro del castaño para así disfrutar de su dulce aroma a rosas.

— Oh, Chris, deja al pobre chico en paz, hasta me puedo imaginar lo mucho que Io habrás molestado —negó divertido el omega, plantando un beso en la mejilla de su novio.

— Uff, esto apesta a tórtolos —bromeó Jisung, riendo ante el leve golpe en su hombro.

— Será mejor dejarlos solos y charlar en otro lado, ¿qué opinas? —le ofreció el pelimorado con su sonrisa y pecas reluciendo hermosamente.

Sus mejillas se tornaron de un suave tono carmín en respuesta; tal vez la comida no era la única razón por la que Jisung había querido tanto asistir a la fiesta.

Tanto Seungmin como Hyunjin intercambiaron una mirada cómplice, empujando al azabache para que hablase con el beta, animándolo como cada día a que diese un paso hacia Felix, quizás un tanto más literal de lo que se esperaba, pero por suerte Jisung fue sostenido por los cálidos brazos del beta australiano. Rieron ante lo rojo que se hallaba su amigo, quien los miraba con enojo pero sonreía agradecido.

Hyunjin estaba dispuesto a separarse para poder buscar a Jeongin ahora que sus amigos habían seguido cada uno por su lado perdidos en su burbuja amorosa, pero una dulce voz y unos brazos rodeando sus hombros lo detuvieron, el pelirrojo fue quien terminó encontrándolo a él.

— Hyung, te estaba esperando —exclamó con una sonrisa, separándose un tanto para que Hyunjin pudiese darse la vuelta, conectando sus miradas unos segundos antes de que ambos viesen como se encontraba el otro vestido.

Wow, Jeongin se veía tan bien con esos jeans ajustados y esa chaqueta de cuero, había cambiado de tierno a sexy y Hwang no hizo más que sonrojarse ante esos pensamientos intrusivos.

— Te ves muy bien, hyung —lo halagó, dejando un pequeño beso en sus labios que llenó su corazón de calidez y amor.

— Tú también —susurró sonriente, tomaron sus manos y se adentraron más, disfrutando de la fiesta.

Se metieron en una ronda y bebieron mientras charlaban con otros alfas, betas y omegas, se unieron a un juego de verdad o reto y bailaron en la pequeña pista de baile improvisada que había en el espacio donde se hallaba antes un sofá. Se divirtieron y rieron juntos, conversando también con los demás.

Hyunjin bailó junto a Seungmin y Chan, reluciendo sus habilidades, dejando con la boca abierta a todos quienes aplaudían y vitoreaban ante su espectáculo. Animó en la batalla de rap que se desarrolló entre Jisung y Felix, riendo divertido mientras abrazaba a ambos luego. Se perdió en la hermosa voz de Jeongin cuando llegó la hora del karaoke, la mirada de ambos chocando, llena de tanto amor que su corazón se sentía completo.

Rió al lado de todos, olvidó sus preocupaciones, dejó que la alegría y el alcohol corriese por sus venas mientras disfrutaba de vivir, de desafiar a su madre.

Pero todo se sintió demasiado bien para ser real.

Su celular vibrando con un nuevo mensaje, las palabras de su madre rompiéndolo nuevamente y haciéndolo dudar. No pudo hacer más que correr hasta el baño, donde se encerró y se dejó arrastrar hasta el suelo, sollozando.