¡ siete !

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Por suerte, aquel tenso momento con su madre, pasó rápidamente, y una vez todos los trastes estuvieron limpios pudo regresar a la comodidad de su cuarto, soltando un largo suspiro en un intento de calmar todas las emociones que estaban acumuladas en su sistema, apoyándose en la puerta mientras se deslizaba hasta el suelo para abrazar sus piernas y fijar la mirada en la cerámica del piso.

¿Por qué todo siempre tenía que ser así? ¿Por qué de un momento a otro la alfa tenía que soltar esos comentarios tan desagradables y acabar con todo ambiente cómodo que hubiera entre ellos?

Quería a su madre, era la única familia que tenía cerca luego de que su otra madre los abandonó cuando apenas tenía cuatro años. Pero aún con el cariño que sentía hacia su progenitora, no podía evitar frustrarse, desear desobedecerla, tener ese momento de rebeldía que otros de su edad tenían y por una vez ser lo que él quisiera ser y no como la alfa le dictaba que tenía que ser.

Quería vestir diferentes prendas que lo hicieran sentir bonito, quería tal vez usar algo de un tono oscuro, alguna ropa ajustada o mostrar un poco de piel.

Quería alzar la cabeza, mirar directo a aquellos alfas que le silbaban al verlo o soltaban esos comentarios desagradables y gritarles que se detuviesen.

Quería divertirse, quería ser él mismo, quería vivir.

¿Pero por qué su madre no podía cambiar? ¿Por qué tenía que poner tantas reglas? ¿Por qué no podía dejar de mirar a los demás? ¿Dejar de murmurar comentarios horribles hacia otros omegas, ya sea desconocidos en la calle cuando salían juntos o hasta sus propios amigos?

— Deja de pensar en eso... —se dijo en voz baja, tomando su mochila y levantándose del suelo para caminar hasta su escritorio y comenzar a realizar la tarea que tenía pendiente para el día siguiente.

¡ ☁︎ !

Removía la comida en su charola, creando círculos en el puré de papa con la cuchara mientras su cabeza rondaba en distintas partes, distraído y apartado de la conversación que tenían sus amigos, mismos que se detuvieron y le miraron preocupados al notar su falta de atención.

— ¿Todo bien, Jin? —preguntó Seungmin, trayendo de vuelta al omega mayor que dirigió su mirada hacia él.

Seungmin era una persona maravillosa, sin importar qué tanto dijese su madre, él conocía como era aquel omega, sabía que poseía un gran corazón. Era dulce, amable, divertido e increíble. Era uno de sus mejores amigos y la forma en que vistiese no cambiaría lo que él era.

— Sí... sólo he estado discutiendo con mi madre estos días —confesó suspirando.

— Hey, no pienses tanto en eso, Hyun, piensa en que hoy es viernes y tendrás tu cita con Jeongin~ —intentó animarlo el beta, obteniendo un sonrojo de su amigo mientras lo codeaba y le guiñaba un ojo.

Es cierto, el tan esperado viernes por fin había llegado luego de una agotadora semana de clases, al fin podría comenzar a relajarse, apartar los comentarios de su madre y las tareas de la escuela de su cabeza y sólo concentrarse en lo divertido que sería salir con Jeongin después de clases.

Una sonrisa se dibujó en sus labios al recodar, había estado tan ansioso y emocionado por ese día, su corazón latía rápidamente.

— N-no es una cita, cara de ardilla —le respondió, desviando la mirada de la sonrisa de idiotas que le ofrecían sus amigos.

— Pero te encantaría que lo fuese~ —habló esta vez el castaño, y pronto ambos chicos comenzaron a molestarlo, arrullando por sus mejillas tan rojas y las sonrisas divertidas que les ofrecía.

No importa cuánto lo negase, cuántos no escapasen de sus labios, la idea de que fuese una cita hacía saltar tanto a su lobo como a él mismo de emoción. Alterando su corazón, sonriendo como el tonto enamorado que era.

Qué importaba si Jeongin era un omega, su corazón ya había caído por él y no había nada que pudiese cambiar ese hecho.

── pastel boy !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora