¡ ocho !

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Al fin, la última campana resonó por el lugar indicando el fin de sus clases hasta la próxima semana. El profesor se despidió y, una vez se alejó del salón, el rubio se dispuso a guardar sus cosas rápidamente y con emoción, escuchando la suave risa de Jisung que lo veía divertido.

— ¿Qué? —preguntó mirando a su amigo mientras colgaba la mochila en su hombro.

— Nada, sólo es divertido ver lo emocionado que estás por tu cita~ —respondió con un tono cantado, molestando a su amigo, mientras invadía su espacio y Hyunjin lo apartaba con una mano.

— Y-ya cállate.

¡ ☁︎ !

Cada uno siguió su propio camino al llegar a la salida, sus amigos le desearon suerte en su cita y escaparon rápidamente antes de que el omega pudiese proporcionarles un golpe a cada uno, igualmente divertido y entre risas, simplemente negando con la cabeza y una sonrisa; adoraba a sus amigos aún si estos lo molestaban con Jeongin.

Esperó con calma a que Jeongin llegase, mirando sus zapatos como si fuesen de lo más interesante aunque su mente vagaba en distintos lugares. Sintió una mano posarse en su hombro y una dulce voz susurrar en su oído, provocándole un suave salto, podía sentir su piel erizarse ante la cercanía del menor, volteando su cabeza para encontrar su rostro tan cerca al suyo, sonriéndole divertido.

Se preguntaba si quizás era imaginación suya el ver los ojos del pelirrojo desviarse a sus gruesos labios, tentado al igual que él por romper aquella poca distancia que los separaba de una tan anhelada unión, pero antes de llegar a realizar un movimiento y dejar que su corazón actuase en lugar de su mente, el chico pastel se separó, creando una distancia más prudente entre ellos.

Tuvo que hacer un gran esfuerzo por no soltar algún ruido en queja ante ello, aunque su lobo sí que se quejaba por dentro.

— ¿Qué te parece ir por un helado? —propuso el pelirrojo, distrayéndolo de su pequeño enfado.

— Me parece bien —ambos sonrieron suavemente, animándose a tomar sus manos al comenzar a caminar.

Caminaron con calma hasta la heladería más cercana, donde cada uno pidió su sabor favorito y se acercaron al parque, sentándose bajo la sombra de un árbol, disfrutando de la leve brisa que los refrescaba y el sonido lejano de las aves junto a algunos murmullos de otras personas que se hallaban cerca.

— Hyung —soltó divertido el menor y el rubio volteó a verlo, encontrándose con aquellas preciosas medialunas que se formaban en sus ojos al sonreír—. Tienes una mancha aquí —señaló en su propio rostro donde se hallaba y al ver como su amigo no limpiaba correctamente el lugar indicado, acercó su mano, sosteniendo su barbilla con cierta firmeza mientras pasaba el dedo sobre la pequeña mancha de chocolate.

Sus ojos chocaron en ese momento, un pequeño deja vu con lo sucedido a la salida del instituto. Sus rostros a escasos centímetros del otro. El momento se sentía íntimo, especial, como si el resto del mundo dejase de existir, desapareciendo lentamente para quedar sólo ellos dos, perdidos en la mirada del otro.

Los nervios crecían, recorriendo cada parte de su cuerpo para consumirlo. Su corazon latiendo rápidamente mientras veía que la distancia se acortaba, lentamente el pelirrojo parecía acercarse más y más, su otra mano posándose en su mejilla para acariciarla con suavidad, dejando su rostro apoyarse en aquel cálido tacto, buscando un poco más.

— Eres tan hermoso, hyung... —susurró.

La mirada de Jeongin parecía brillar de pura adoración y se sintió extraño, algo removiéndose dentro suyo, un sentimiento hermoso que crecía cada vez más con el pasar del tiempo. Se sentía bien, cálido, pero al mismo tiempo le asustaba el cariño que reflejaban aquellos ojos.

Sus respiraciones chocaban y casi estaba a punto de cometer una locura cuando logró reaccionar y alejarse del menor.

Realmente en su mente había cruzado el pensamiento de romper con el espacio que quedaba entre ellos, animarse a conectar sus labios y fundirse en un suave beso, probando de una buena vez esos labios que lo hacían enloquecer. Pero aquello no estaba bien, era totalmente incorrecto, no podía besar a otro omega, no podía estar con otro omega... no podía simplemente enamorarse de uno.

Aún si su lobo le gritaba por algo, aún si deseaba tanto ese sentimiento, seguía teniendo miedo y quizás no sólo se debía al hecho de que creía que Jeongin era un omega, quizás había más y eso sólo era una excusa al miedo de que todo se arruinase. Quería amar a alguien, quería sentirse amado pero también le asustaba porque nunca antes había amado tanto a alguien como en ese momento.

— Hyunjin... —lo llamó con suavidad el pelirrojo, la preocupación notable en su voz—. Perdona si te incomodé, hyung.

— Estoy bien, no te preocupes —le sonrió con suavidad, tratando de calmar la tormenta en su mente y pecho.

Se mantuvieron el resto del tiempo en silencio, comiendo sus helados hasta terminarlos y decidiendo ir al centro comercial por petición de Jeongin, quien esperaba comprar algunas prendas e ir a la sala de videojuegos; aquello último pareció animar al omega ya que sus ojos brillaron ante la idea de divertirse entre varias máquinas y demostrar sus grandes habilidades al contrario.

── pastel boy !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora