Los locos Addams (Male!Merlina X F!Reader)

Capítulo 5: Dudas

En la subasta de caridad, Margaret se paró frente a la multitud con la trampa para dedos todavía en sus dedos.

—Esta magnífica pieza cuenta con incrustaciones de rubí, 15 chispas de esmeralda. Fue donada por Morticia y Homero Addams. Y recuerden que este año, todos los beneficios serán destinados a los ancianos y los retrasados mentales. Ahora abriré la subasta en 5.000 dólares —anunció el juez.

—¿Qué? No es lo suficiente —Homero se rió—. ¡Que sean 20.000!

—¿Qué están haciendo? —preguntó Margaret incrédula.

—Ya tengo 20 —dijo el juez.

—¡25! —volvió a gritar Homero.

—25,000 —dijo el juez.

—Cara mia.

—30 —dijo Morticia—. Mon sauvage.

—35,000 —gritó Homero—. Eres divina.

—¡50! —replicó Morticia.

—Ahora tengo 50,000 dólares.

—Enciendes mi éxtasis —susurró Morticia emocionada.

En lugar de ofertar, Homero comenzó a besar su brazo.

—50,000 a la una, 50,000 a las dos, vendido a Morticia Addams en 50,000 dólares —dijo el juez.

Sin embargo, ni Homero ni Morticia estaban prestando atención, porque estaban demasiado ocupados besándose y gimiendo en éxtasis.

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Mientras Largo los llevaba a casa, Lucas se sentó entre Homero y Morticia con la trampa para dedos en sus dedos.

Merlín, T/n y Pericles se sentaron frente a ellos. T/n se había quedado dormida, su cabeza descansaba sobre el hombro de Merlín y Merlín tenía su brazo alrededor de su cintura.

—¿No te parece encantador? —preguntó Morticia.

—¿Cómo se quita esto? —preguntó Lucas.

Homero y Morticia se miraron sorprendidos.

—Tiene un pequeño truco — Morticia le quitó la trampa—. ¿No lo sabías?

Homero miró al frente y frunció el ceño con sospecha.

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De vuelta a casa, Homero estaba jugando con un modelo de tren.

—¿Cómo me lo quito? Eso es absurdo. ¡Esa trampa para dedos se la dieron de regalo en su décimo cumpleaños! —murmuró para sí mismo.

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Arriba, Morticia les estaba leyendo a los niños. Pericles se sentó a su derecha y Merlín a su izquierda. T/n estaba apoyando la cabeza en su hombro ante su insistencia, mientras le acariciaba el cabello. Todos se alertaron cuando escucharon el silbato del tren.

—Oh no.

—Papá está jugando con sus trenes —dijo Pericles.

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—La tuvo puesta en los dedos por dos años y mamá tuvo que enseñarle a comer con los pies. Y la combinación. Y la palabra secreta. ¡Y mi puro, y dice que duerme bien!... —tiró de una palanca.

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—Está usando el de diesel — dijo Pericles.

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