Día 1 | Prohibido

3.1K 190 86
                                    

De antemano una disculpa por lo apresurado que esta todo, ya mañana lo corrijo con calma.

*

Spreen había nacido y crecido en una pequeña aldea en el seno de una familia amorosa que lo había estado esperando con ansias durante los nueve meses que se encontraba dentro del vientre de su madre.

Su infancia siempre se encontraba rodeada de agradables recuerdos, repletos de sonrisas y canciones, con constantes recordatorios de cuan agradecido debía ser con los dioses, por ser bendecido con una belleza extraordinaria.

Había crecido ajeno a toda maldad, viviendo en una pequeña burbuja que había sufrido su primera fisura a la edad de tan solo 8 años.

Siguiendo la tradición de la pequeña aldea a la que pertenecía, cuando tuvo la edad suficiente fue escogido para servir en la gran ciudad del Imperio creciente, más específicamente para servir a la orden imperial. 

Sus padres lo habían estrechado entre sus brazos, susurrando cuan afortunado había sido por ser elegido como uno de los sirvientes del joven príncipe considerado la ofrenda real.

El azabache influenciado por la alegría de sus padres, había festejado el aparente logro y había marchado sin protestar al día siguiente.

Tres días de recorrer un largo camino habían sido suficientes para llegar a la capital y con ello, al palacio real, su sorpresa y admiración se habían disparado en tan solo instantes, abrumado por la cantidad de cosas desconocidas.

Sin embargo, había sido llevado diligentemente al interior del palacio, donde había sido provisto de un distintas vestimentas que, según le habían informado, se trataba del uniforme con el que debía servir.

El sol aún no salía, por lo que sin perder un solo segundo, había sido conducido a una reducida habitación que sería su lugar de descanso mientras sirviese en el palacio Imperial.

Ignorando el cansancio que atosigaba su pequeño cuerpo lo habían guiado a una zona donde le indicaron que se lavase, donde una vez hubo terminado fue llevado a su habitación donde después de un par de indicaciones detalladas aguardo en la estancia.

Se dejó caer en la pequeña cama vestido con uno de los uniformes mientras llevaba sus rodillas contra su pecho, observando sus escasas pertenencias arrumbadas sin ningún cuidado en una esquina del cuarto.

No se atrevió a cerrar los ojos a pesar del agotamiento, temeroso de que en algún momento rompiese una orden y fuese devuelto a los brazos de sus padres, quienes probablemente se viesen decepcionados.

Cuando su voluntad comenzaba a flaquear y sus parpados comenzaban a cerrarse involuntariamente, la mujer mayor, quien le había dado el recorrido pronto ingreso en su habitación sobresaltándolo.

Fue arrastrado en cuestión de minutos por los largos pasillos que conectaban distintas zonas del palacio de las cuales no era capaz de procesar la información en tan pocos segundos.

No comprendía del todo las labores que debía ejercer, pero obedeció cuando se le indicó que los siguiera sosteniendo un cuenco vacío algo pesado que ostentaba una variedad de diseños sofisticados.

Cuando a su lado se encontraba un pequeño séquito de personas de distintas edades formados en una fila, la mujer mayor, que parecía ser la líder, les indico como debían actuar, atravesaron las puertas de madera que resguardaban el lugar.

Acato la orden mientras hacía una torpe reverencia y coreaba al tiempo junto al resto un extraño saludo "Saludos al Cielo del imperio creciente".

Cuando levanto la vista pronto fue embelesado por la magnitud de los aposentos y de la manera en la que el oro parecía estar presente en cada uno de los adornos a su alrededor.

Writetober [Spreenter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora