Writetober [Spreenter]

Día 15 | Escondiendo un cuerpo

Spreen supo que algo iba muy mal desde el momento exacto en el que escucho como tocaban su puerta, no era una toque tranquilo, pero tampoco estaban aporreando la puerta, era más parecido a un toque presuroso y que no auguraba nada bueno.

Se levantó del sofá donde se encontraba tirado y abrió la puerta, donde se encontró con la figura conocida de su amigo y compañero de piso.

—¿Y tus llaves? —Cuestiono mientras se hacía a un lado para que el albino entrase—

—Ah, creo que las perdí —Balbuceo mientras alargaba cada palabra, dejando escapar una risita nerviosa mientras se movía tambaleante, escaleras arriba en dirección al baño—

—Espera— Lo siguió de cerca, intentando cerciorarse si acaso había visto mal o si el rostro del albino realmente parecía manchado de escarlata—

El de ojos zarcos intento cerrar la puerta del aseo con premura, sin embargo, con las piernas largas, el azabache había conseguido adelantarse y bloquear la puerta.

—Quiero darme una ducha— Balbuceo mientras le daba la espalda y se deshacía de su camiseta con movimientos torpes revelando su pálido torso—

—¿¡Que hiciste!? —Cuestiono cuando lo giro y atisbo su rostro, tampoco paso por alto la actitud errática del albino y su mirada cerúlea ligeramente vidriosa— ¿Estás drogado? —

—Mañana es la competencia— Respondió ignorando sus preguntas, tambaleándose con una sonrisa bobalicona— Todo estará bien—

No respondió mientras observaba con el rostro del albino sin entender qué había sucedido, llevo su mano con cuidado al rostro ajeno llevando un mechón de cabellos blanquecinos detrás de su oreja.

La sorpresa aún permanecía en el azabache, estaba acostumbrado a un Conter alcoholizado y a lidiar con su extraño sentimentalismo cuando aquello sucedía, pero estaba casi seguro que nunca espero ver al otro en un estado como aquel.

No solo había algunos manchones y gotas aleatorias de sangre en su rostro, sino algunas hebras albinas también habían adquirido un ligero tono carmesí debido a la sangre en estas.

No supo si debía aliviarse o preocuparse al asegurarse de que la sangre en sus cabellos no provenía de una herida en el albino, lo cual significaba que le pertenecía a otra persona.

—Qué mierda hiciste— Siseo, revisando el cuerpo del otro en busca de alguna herida, la cual no encontró— Estás ardiendo—

Oyó una respuesta vaga la cual no entendió debido al estado que decaía con rapidez, comenzaba a dudar si en lugar de consumir algún estupefaciente no habrían intentado envenenarlo.

Chasqueo la lengua mientras apoyaba el cuerpo del otro contra el lavamanos, moviéndose en el reducido espacio mientras se aseguraba de atemperar el agua para rellenar la bañera.

—Spreen— Llamo descuidadamente mientras lo abrazaba por la espalda, compartiendo el calor excesivo de su cuerpo— ¿Puedo contarte un secreto? —

—Obvio— Respondió mientras se libraba del abrazo para guiar al otro dentro de la bañera aun con los pantalones puestos— Pero sacate los zapatos —

El albino obedeció con movimientos torpes, manteniendo sus hombros fuera del agua debido a sus brazos colgaban del bordillo de la bañera.

—Acércate— Murmuro observándolo fijamente, cuando estuvo a la altura suficiente, el otro tomo su rostro con torpeza— Eres tan lindo— Susurro para sí mismo, aunque no era consciente de que lo había expresado en voz alta—

—¿Qué está pasando? —Cuestiono entonces, aun con las manos febriles del albino sobre su rostro— ¿Dónde mierda te fuiste a drogar? —

Ante su insistencia, el otro simplemente sonrió, ajeno a sus palabras, con la mente perdida en sus propios pensamientos, con la mirada fija en los labios del azabache.