Día 25 | Fiesta de máscaras

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Los labios del albino acallaban distintas verdades, él conocía todos los secretos que una persona podía guardar, su don y su talento era ser un conocedor del pasado.

Su vida no había sido especialmente sencilla, había sido el único superviviente a la cacería de su Casa, siendo así el último en el linaje de los denominados rastreadores.

Su don se había manifestado desde que era un niño pequeño, recuerda lo abrumador que resultaba todo, cualquier objeto que sus manos tocasen le transmitía toda su información, desde los muebles de su habitación hasta los niños pequeños que deseaban ser sus amigos.

Un solo roce era suficiente para recopilar toda su información en cuestión de segundos, las únicas personas que podían evitar su poder era su propia familia, poseedores del mismo don y que eventualmente habían aprendido a bloquearlo.

Su habilidad era codiciada y a la vez temida, eran fácilmente reconocibles por las características únicas que ninguna otra Casa contaba, el cuerpo desprovisto de pigmentación y los ojos de un azul profundo.

Cuando la cacería a distintas Casas había comenzado, Conter contaba con 12 años, no comprendía realmente lo que sucedía y simplemente obedecía las órdenes del consejo de sabios de su casta.

Los recuerdos en su mente son claros respecto a lo sucedido aquel día, los había repetido en su cabeza una y otra vez mientras sostenía el cuerpo del asesino entre sus manos hasta que la vida se había extinguido en él.

Ese día había perdido a todo su linaje y al mismo tiempo había cometido su primer asesinato, cuando el cuerpo yació flácido entre sus brazos lo dejo caer con asco, dedicando una última mirada al cuello abierto del cadáver a base de mordiscos.

Abandono la carpa en la que se encontraba, la nieve bajo sus pies descalzos dolía, pero no podía prestar atención a nada que no fuese el sabor metálico de la sangre en su boca y la repulsión que esta le generaba.

Camino sin mirar atrás, no se atrevió a bajar la mirada cuando paso sobre distintos cuerpos, sin poder distinguir si se trataba de personas de su Casa o simples mercenarios, bajo sus pies solo podía sentir la muerte.

Fue encontrado poco después a las orillas de un lago congelado por un par de chicos mayores que él, los cuales se presentaron como Farfadox y Rich.

Supo que podía confiar en ellos cuando los toco y toda la información lleno su cerebro, solo Rich poseía un don, el don de desintegrar todo con tan solo un toque, pero al parecer estaban resguardando a los supervivientes de las distintas Casas.

Conoció a muchas personas con distintas habilidades, sin embargo, el que más había llamado su atención había sido un niño mucho más joven que él, de cabellos bicolores y lo más sorprendente, la heterocromía en sus ojos.

Reconocía cada color y aunque tuvo sus dudas en un inicio, pronto confirmo sus sospechas, el ojo de color rubí pertenecía a la Casa de los clarividentes y el ojo de tonalidades ambarinas a una Casa más peligrosa, a los nigromantes.

Él en ese entonces niño parecía haber visto algo en una de sus visiones, por lo que no se separó del albino en ningún momento, siendo una sangre impura al tratarse de un mestizo, fue rechazado por otros, a lo cual sin mucha opción Conter termino por acogerlo.

Con el pasar de los años cada superviviente tomo su camino, inclusive Rich que poseía unas distintivas cicatrices en el rostro, se marchó con un joven albino, con nuevos planes en mente, aunque mantenía el contacto con Farfadox.

Cuando Conter había vislumbrado a la figura albina, las esperanzas en su pecho se habían reavivado como brasas antes de apagarse con la misma velocidad.

Writetober [Spreenter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora