Día 21 | Carreras ilegales

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Pocas palabras eran capaces de crear expectativa entre los jóvenes de distintas facultades, cuando las tardes de los viernes llegaban, se rumoreaba de un lugar donde se podía disfrutar de la adrenalina y la tensión, así como de ganar una gran cantidad de dinero si se realizaban las apuestas correctas.

Era un secreto a voces que la maratón de carreras ilegales daba inicio los viernes y se extendía hasta la madrugada del día lunes, lo cual resultaba una buena oportunidad de dejar escapar el estrés para muchos estudiantes.

Aunque lo que generaba mucha más expectativa, especialmente en el tema de las apuestas, eran los dos corredores que coronarían la noche en su habitual carrera competitiva y característica por la forma violenta y arriesgada en que manejaban.

Las horas pasaban y cuando las últimas clases llegaban a su fin, muchos de los estudiantes se dirigieron con premura al lugar acordado, donde esperarían hasta que la media noche llegase.

Cuando la noche llego a su cúspide, el lugar estaba repleto de todo tipo de personas, el ambiente se encontraba animado con música, un anfitrión que animaba a las personas y una cantidad excesiva de alcohol, faltaban pocos minutos para que las carreras diesen comienzo.

Los vítores no se hicieron esperar cuando dos vehículos deportivos hicieron acto de presencia entre bocinazos, al identificar a quienes correspondían los vehículos los gritos se intensificaron.

Estacionados en la línea de comienzo se encontraban ambos, del vehículo con pintura oscura salió el primer piloto vestido con una ropa informal y sus característicos lentes oscuros, una ovación se hizo escuchar ante su presencia.

Los gritos fueron desviados a la nueva presencia que abandonaba el vehículo de un visto color rojo, en cuanto el cabello blanquecino se hizo ver una nueva ovación estallo entre las personas.

Ambos pilotos se acercaron hasta estrechar las manos con una clara mueca de desagrado, las personas comenzaban a murmurar sobre la enemistad que aquel par pregonaba sin ningún tipo de problema.

Había muchas especulaciones sobre la naturaleza de su relación, había quienes decían que en algún momento habían sido amigos, otros sostenían que un amigo en común había fallecido y que uno de los dos tenía la culpa de ello, algunas fuentes incluso afirmaban que antes ambos eran pareja.

Sin embargo, el par nunca había confirmado ni había desmentido nada, puesto que siempre que eran interrogados al respecto respondían que no era de su incumbencia.

Mientras las personas hablaban, el par compartían miradas de odio con todo, sin intentar disimular el rechazo que abiertamente sentían por el otro.

—¿En serio insistes con esto? —Cuestiono el albino observándolo con el ceño firmemente fruncido—

—Vos también lo haces, ¿No? —El otro no respondió— Entonces cerra el orto, ¿Qué te haces al bueno? —

—Imbécil— Soltó el de ojos zarcos mientras desviaba su atención a su teléfono, esperando que el tiempo dedicado a las apuestas culminase— Mis motivos son muy diferentes a los tuyos—

—¿Seguís con problemas para la matrícula? —El silencio del otro solo confirmo sus sospechas— Sabes que podés pedirme...—

—No quiero nada de ti— Lo interrumpió con un tono brusco— No quiero tu estúpido dinero.

Spreen calló ante las palabras del albino, había tenido la esperanza de que quizás algo podría haber cambiado, pero el otro parecía indispuesto a relacionarse de nuevo.

No tardo demasiado en que el presentador indicase que la carrera daría inicio, ambos estrecharon sus manos una última por formalidad e ingresaron en sus vehículos, preparándose.

Writetober [Spreenter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora