Día 30 | Traumas

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[Un baile con la muerte ha dejado cambios irreparables entre ambos, pero hacen su mejor esfuerzo]

Ninguno había tenido un problema como aquel antes, en todos los mundos a los que habían asistido y las distintas muertes que habían sufrido ninguna había quedado grabada en su cabeza como las que habían vivido en aquel mundo.

Con el tiempo siempre se hacía más fácil, o eso era lo que querían creer, puesto que en ningún momento habían podido olvidar las sensaciones que los habían englobado en su deceso.

Fingir siempre era la parte más fácil de todo aquel proceso, enseñar una personalidad sin miedo a la muerte frente a los demás, quienes los tenían en una alta estima y su fortaleza les inspiraba confianza.

Durante gran parte del día no parecía haber problema alguno, puesto que poseían cierto control sobre sus pensamientos y podían optar por ignorarlos en la gran mayoría de las veces.

Sin embargo, cuando se encontraba en soledad sin nadie a su alrededor aquellos pensamientos reprimidos podían dar rienda suelta a sus ideas macabras, era donde la pesadilla comenzaba, la cual se movía en una espiral de dolor y delirio.

Spreen lo había presenciado por primera vez algunos días después de que Conter fuese revivido, había notado que mantenía cierta distancia durante las madrugadas, no solía acostarse a su lado como siempre, sino que insistía en continuar con sus labores.

Una madrugada había despertado debido a que había escuchado algunos sonidos extraños, aguzo el oído intentando identificar de que se trataba, era un sonido similar a las bocanadas desesperadas mientras una persona se ahogaba.

Aquello alerto sus sentidos, se levantó con sumo cuidado evitando ocasionar el más mínimo ruido que pudiese alertar a la persona, tenía su espada al alcance mientras murmuraba entre dientes preguntándose por la ausencia del albino.

Avanzo hasta el lugar destinado a los aldeanos, el ruido parecía provenir de allí, avanzo con cautela revisando las distintas entradas preparadas para los comerciantes, hasta que encontró al causante.

Allí en el estrecho espacio se encontraba el albino, incluso con la tenue iluminación podía vislumbrar la manera exagerada en la que todo su cuerpo temblaba, tenía la cabeza escondida entre las rodillas mientras sus manos cubrían sus oídos.

Sintiéndose confundido, el azabache se acercó con cautela, avistando el rostro del contrario, el cual se encontraba contraído por el dolor y sus lágrimas se deslizaban libres por sus mejillas, boqueando en un intento de respirar.

—¿Conter? —Llamo con cuidado, pero el otro parecía inmerso en un mundo completamente diferente.

Por su parte el albino intentaba desconectar su mente de cualquier cosa en el exterior, en algún momento mientras intentaba continuar con sus labores, sus oídos se habían embotado siendo silenciados con un pitido insoportable.

El pitido era idéntico al que había sufrido durante su agonizante caída, el recuerdo que tanto había intentado esquivar rápidamente se había adueñado de sus sentidos, devolviéndolo a preciso instante de su muerte.

La sensación de asfixia se extendió por sus pulmones y sus piernas habían comenzado a temblar, sintiéndose incapaz de mantenerse en pie se había encogido en el reducido espacio intentando que su cuerpo volviese a la normalidad.

Cuando sintió como una mano lo tomo del brazo dejo escapar un grito ahogado mientras retrocedía intentando alejarse con los ojos cerrados, con un único pensamiento adueñándose de su mente.

"No quiero morir"

—¡Conter soy yo boludo! —Hablo intentando que el otro despertase del trance.

Writetober [Spreenter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora