taste | 03

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Seis no son multitud.

Hicieron un grupo de estudio con Jisung como profesor. Sin avisarle, cabe destacar. En cuanto Hyunjin le abrió la puerta de su casa, se consiguió no solo con Sihyeon a sus espaldas, sino con otros tres de sus compañeros; Jeongin, Seungmin y Minho hablando animosamente con la muchacha. Ante el evidente signo de interrogación en su cara, el pelirosa se limitó a encogerse de hombros y darle un espacio para pasar.

Y claro que le disgustó, a su parecer se estaban aprovechando de él y su buena fe, ya que apenas y había accedido a ayudar a Hyunjin. A este punto ya consideraba que el ser tan amable y tolerante le estaba pasando factura. Sin embargo, no dijo nada, pensó que eso sería descortés. Se tragó su descontento y los saludó educadamente.

—Hyunjin nos dijo que es el mejor explicando, Hyung —halagó Jeongin con una brillante sonrisa, cosa que provocó que soltara un suspiro algo frustrado.

—No creo que sea para tanto —respondió medio incómodo.

—Oh, por favor. No seas modesto —se entrometió Hyunjin, colgándose bruscamente de su cuello con total naturalidad. Y, aunque Jisung le dio un codazo, siguió sonriendo—. No miento cuando les digo que es mejor que el amargado de Choi, en serio.

—Lo confirmo —agregó Sihyeon, mandándole una mirada coqueta que tan solo él pudo avistar –y sencillamente provocó que se estremeciera en su sitio.

Después de que los demás lo saludaran, se acomodaron en el comedor, cuya mesa era lo suficientemente grande como para que pudieran sentarse los seis con libertad. Jisung se sorprendió –gratamente– al verlos sacar apuntes propios y hacerle de inmediato un breve resumen de sus dudas, ya que con Hyunjin incluso tiene que llegar a recordarle qué habían visto la anterior vez.

Los alumnos que tomaban las clases de verano siempre le habían parecido personas irresponsables y sin remedio, pero eso era por tener de ejemplo a Hyunjin. Ahora, se sentía como todo un prejuicioso. Los compañeros de su mejor amigo le habían hecho cambiar de parecer, pues –al contrario de, también, Sihyeon– eran realmente productivos, ayudaban a la hora de las explicaciones y captaban todo más rápido que el pelirosa. De hecho, le estaban aligerando gran parte de la carga.

Pero –porque sin falta hay uno– también su presencia desviaba el foco de atención que por lo usual tiene con su mejor amigo, y ahora peligraba cuando los cuatro comenzaban a discutir sobre el procedimiento de algún ejercicio que él les planteara. Peligraba porque estaba presente una descarada chica que aprovechaba cualquier situación para, como ya se le había hecho costumbre, aparecer en su campo visual con detalles sugerentes que le hacían sentir que iba a asfixiarse, sin que nadie siquiera sospechara nada.

No estaba a su lado como para colocar la mano sobre su pierna, y en un comienzo Jisung lo vio como una victoria directa. Sin embargo, Sihyeon esperó a notar que hubiera entrado en confianza para comenzar con su juego. Fue su pie, enfundado en una delgada media con estampado de gatitos, el que se encargó de darle caricias bajo la mesa.

El chico de inmediato encendió sus alarmas y le mandó una mirada de reproche, de supuesta advertencia, que ella solo contestó apresando su labio inferior entre sus dientes y subiendo el pie significativamente. Se detuvo cuando estuvo justo a punto de tocar su entrepierna, volvió a bajar y subir sin llegar a tocar aquello ni por asomo.

—¿Qué dices, Sung? —preguntó Hyunjin para sacarlo de su burbuja, extendiéndole un cuaderno que él en seguida tomó para echarle un vistazo al ejercicio.

—Ehm... Sí, sí. Está todo bien —confirmó serio y asintió, haciendo el intento de no demostrar que se encontraba al borde de una crisis nerviosa porque aquellas caricias no parecían querer parar.

Taste | Han JisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora