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Primera campanada.

Su lengua recorrió el cuello ajeno antes de fijar un buen lugar donde centrarse con succiones, seguramente dejando una marca para después, para muy pronto. De cualquier forma, a ninguno de los dos les importaba en lo absoluto. Habían decidido plantar la regla de no marcar a Sihyeon –al menos en lugares visibles– una vez comenzado el periodo escolar por obvias razones, pero no había nada en contra de pintar a Jisung de rojo y un leve morado.

Y es que, en realidad, a los dos les gustaba cómo se veía su pálida piel una vez maltratada.

—Deberíamos... Salir... —dijo él entre gemidos roncos y jadeos profundos, aunque sosteniendo la nuca de la castaña en su lugar, la otra mano recorriendo su desnudo muslo izquierdo –con su pierna enrollada en su cadera– con firmeza.

—Shh. Solo están haciendo ese tonto acto, tenemos tiempo todavía.

El soso acto de regreso a clases. Para Jisung siempre había sido bastante importante llegar temprano –ni siquiera solo a tiempo– el primer día. Le parecía casi crucial seguir aquel protocolo, dar la cara a sus respetados profesores, quizá revisar pronto quiénes serían sus compañeros en las clases del respectivo año, ¿Por qué no?

Ahora, estaba demasiado ocupado comiéndole la boca y toqueteando a quien pronto acabaría siendo su total perdición dentro de uno de los lejanos baños del último piso como para considerar que aquello fuera en verdad posible, y siendo sincero poco le interesaba ya.

—Me convenciste, a la mierda —anunció, sorprendiéndose hasta a sí mismo. La apartó de su piel e hizo una pausa para devorar sus labios desesperado, ambas lenguas haciendo un desastre de lo más sensual—. Quiero ver esa linda boquita en mi polla para comenzar el día, ¿Qué te parece?

Sihyeon se sintió estremecer, una caliente punzada justo en su centro, y suspiró— Dios, te has vuelto bueno en esto.

—Ahora soy un monstruo. Y es tu culpa.

—Me enorgullece —le guiñó el ojo, mordiendo su labio inferior—. Seré rápida.

Asimismo, no malgastó más tiempo y se arrodilló. Sin importarle en lo más mínimo el que su piel descubierta bajo la corta falda del uniforme impactara contra el suelo, solo se preocupó por arrancarle los pantalones de un tirón –siempre tan impaciente.

Le dio una hambrienta lamida de la base a la punta antes de básicamente engullir toda su longitud, con gula y prisa. Se aseguró de chupar de inmediato en los justos lugares que bien sabe lo enloquecen, además ayudándose al masturbar lo –poco– que no lograba cubrir solo con su boca. Conectó sus miradas desde abajo, esa su costumbre, observándolo con pura lascivia en lo que su lengua hacía maravillas y su cabeza se movía de arriba a abajo con cierta velocidad.

—Mierda, así... —masculló tembloroso aunque sin dejar de lado lo ronco en su voz, sus dedos acariciando el previamente impecable peinado castaño ahora algo sudado y revuelto. Hizo lo posible por contener su volumen, y se limitó a liberar siseos mientras por su parte embestía para llevar su miembro un poco más profundo en su garganta, a lo que ella cedió con muchísimo gusto y un gemido.

Fue cuando Sihyeon se enfocó en chupar la punta, a la vez moviendo rápidamente su mano en la base y añadiendo la otra para masajear sus testículos, que Jisung se vino con un fuerte gruñido, y entonces pudo deleitarse del momento en el que ella se apartó con los labios entreabiertos y la lengua modelando su corrida. Pronto ella tragó y el pelinegro la tomó del cabello para atraerla a un nuevo beso, éste un tanto más perezoso que los anteriores pero igual de excitante.

Separaron sus labios mas dejaron sus frentes juntas, en lo que Jisung se encargaba de regular un poco su respiración y Sihyeon sostenía su camisa en firmes puños a la altura de su pecho, extasiada de cada una de las reacciones –antes, durante, y después– del chico, quien aunque ya se notaba más experimentado y seguro de sí, seguía luciendo siempre tan complacido como si se tratara de la primera vez.

Taste | Han JisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora