DOS.

3.7K 395 63
                                    

Jodido Niall, pensó.

—Estoy muy seguro de que no lo mencionó, pero puedo dormir en el sofá, si no tienes problemas, claro.

—Puedes, sí —Harry guardó silencio aunque parecía que quería decir algo más. Finalmente habló —aunque mi cama es lo suficientemente grande para dormir los dos.

—Harry, no voy a dormir contigo, de ninguna manera voy a causar más molestias, es suficiente con que me recibas, el sofá está bien para mí.

—Bien, como tú lo desees, Louis. Deja tus cosas donde quieras, preparé la comida y sí, cuando digo que la preparé me refiero a que la pedí a domicilio.

Con eso Harry se ganó la primera sonrisa genuina de Louis, quien puso sus cosas al lado del sofá y lo siguió hasta un banco en la cocina, ahí había una caja con una pizza grande de orilla rellena. Harry pasó unos platos y después se sentaron ambos a comer en silencio.

Era un poco incómodo, Louis no sabía de qué hablar con él, ¿qué le podía contar?

Además Harry no mostraba interés mínimo en querer hablar. Iba a ser imposible estar ahí, hasta respirar se sentía incómodo.

Cuando terminaron de comer Harry se levantó primero y puso su plato en el fregadero, vió a Louis a la cara y le dijo.

—Aunque insistes en dormir en el sofá tus cosas si las tendrás que guardar en mi armario, no tengo otro lugar en donde las puedas poner.

—Esta bien, Harry, muchas gracias, si te parece bien las puedo ir a acomodar ahora —Dijo aún con vergüenza.

—Sí, ya está libre tu parte, te voy a dejar solo un rato para que estés cómodo —Después de eso, Harry se marchó sin decir nada más, ni siquiera le había dicho a Louis cuál era la puerta para la habitación.

Louis pensó que lo justo era que si Harry había invitado la comida él debía encargarse de la limpieza, así que antes de ir a acomodar su ropa dejó la cocina impecable, lavó los platos, limpió el mesón, incluso sacó la basura.

Ya en el pasillo abrió la puerta de la derecha, ahí estaba un baño, había una tina simple con un cancel de vidrio, un lavabo y el inodoro, eso era todo.

Salió del baño y abrió la puerta de la izquierda, justo enfrente de la del baño, ahí estaba la habitación, lo primero que notó fue la enorme cama king size y un librero repleto de libros ordenados por colores y tamaños. El armario estaba empotrado en toda la pared frente a la cama, era bastante grande y del lado izquierdo había unos espacios vacíos en los que él supuso iría su ropa.

Fue por su maleta y la abrió sobre la cama, empezó a sacar las prendas y a ponerlas en los espacios vacíos del armario. Abrió un cajón en el que iba a poner su ropa interior y la pena lo inundó, él llevaba bragas de encaje de muchos colores en su mayoría, sólo llevaba unos cinco boxers, ¿y si Harry las veía? Peor aún ¿y si le incomodaba? Ni siquiera sabía si Harry estaba enterado de que le gustaban los hombres.

Puso las bragas hasta el fondo del cajón y guardo ahí un pijama, por si las dudas.

Llevó al baño las cosas que llevaba de aseo personal, acomodó cremas y sueros para la cara en el lavabo y puso su cepillo de dientes junto al de Harry.

Cuando terminó de hacer todo lo que tenia que hacer, fue hacia la última puerta al final del pasillo por mero aburrimiento y curiosidad, no sabía que iba a haber ahí.

En cuanto la puerta se abrió el aire fresco de finales de agosto golpeó su cara, ahí había un balcón pequeño con una silla. Louis se sentó a ver el atardecer, aunque la vista no era muy buena el lugar se sentía tranquilo, así que después de un rato admirando cada cosa desde ese lugar, perdió la noción del tiempo.

Cuando los últimos rayos del sol estaban por esconderse Harry llegó al apartamento. Al ver el lugar vacío fue hasta la habitación y dió dos golpes en la puerta, no recibió respuesta así que entró, también estaba vacía, pero pudo notar las cosas de Louis junto a las suyas, fue raro.

—¿Louis? —preguntó en voz alta mientras salía de la habitación al no encontrar a nadie.

—Aquí —dijo Louis desde el balcón.

Harry fue hasta ahí, entró y apoyó sus antebrazos en el barandal inclinando levemente su cuerpo hacia adelante.

Louis lo miró, pero esta vez lo hizo de verdad. Vió sus facciones a contra luz, parecía una especie de Dios, pensó. Su cara estaba relajada, se veía iluminada con los rayos naranjas y amarillos pegando directo a él, aún llevaba la misma ropa pero su cabello estaba recogido en un moño algo descuidado.

A los ojos de Louis, Harry era perfecto, no lo decía por la maravillosa figura que había tomado, ni por lo claros que se veían sus ojos con esa luz, ni por los hoyuelos en sus mejillas, ni por lo rojos que se podían llegar a ver sus labios, no. Lo decía por todas las veces que lo topo en el pasillo de su propia casa sin peinar en las mañanas porque se había quedado a pasar la noche con Niall, lo decía por todas las veces en las que él lo había ayudado a ajustar su silla a la hora de comer, lo decía por la vez en la que lo había ayudado a atar las agujetas de sus viejos vans para que él no tuviera que agacharse.

Tal vez, sólo tal vez, Louis sentía algo por Harry desde que tenía 16.

¿En serio iba a vivir con él todo un año?

Cama para dos. LSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora