Cama para dos. LS

DIEZ.

Louis abrió los ojos lentamente, intentó darse la vuelta para descansar su hombro pero no pudo, tenía a Harry enganchado a su cintura, la situación lo hizo sonreír.

Harry apretó un poco más su agarre entre sueños mientras Louis creaba un plan maestro para zafarse y poder ir al baño, todo sin despertar a Harry.

Después de unos cuantos intentos lo logró, se sentó en el borde de la cama y se arrepintió en ese mismo instante, un dolor punzante en su trasero lo golpeó, arrancándole un siseo.

Louis sintió una caricia en su espalda desnuda al mismo tiempo que Harry comenzó a hablar.

—Y me pedías más duro anoche. —Harry tenía una sonrisa arrogante en su bonito rostro.

—Oh, cállate presumido, me duele la espalda porque dormiste arriba de mí toda la noche, sólo es eso.

—Claro que sí, amor, sólo eso —Harry se sentó en la cama también y estiró su cuerpo para poder darle un piquito en los labios a Louis. —Buenos días, cariño.

—Buenos días, Hazz.

Salieron de la habitación y ambos entraron al baño para lavarse los dientes, cuando Louis terminó entró a la ducha sin importarle que Harry aún estuviera en el baño.

Pronto el cuarto comenzó a llenarse de vapor y a empañar el cristal que separa la ducha del resto, Louis escuchó a Harry orinar y estaba apunto de gritar que no fuera a jalar la cadena cuando el agua caliente se le cortó y pegó un grito agudo.

—HARRY.

—Lo siento, Lou, no lo hice a propósito, te lo juro.

Harry corrió el cancel a un lado y entró a la ducha con Louis.

—Oye, no te invite a entrar. —bromeó Louis.

—Puedo irme, pero tú solo no podrás masajear tu espalda a la hora de poner el jabón.

—Tienes razón, mejor quédate.

Cada quien lavó su cabeza, no querían durar mucho en la ducha porque tenían hambre. Harry cumplió su palabra y masajeó la espalda de Louis, se ganó dos besos por ello.

Cuando estuvieron limpios Louis pidió privacidad para hacer su rutina íntima y Harry la respeto.

Louis permaneció quince minutos más en el baño, y durante ese tiempo, Harry se encargó de cambiar las cobijas de la cama ya que se habían manchado un poco de lubricante.

Fueron a desayunar a la cafetería, no les apetecía cocinar. Los días ya eran más fríos, a pesar de tener el sol posicionándose en lo alto del cielo comenzaba a ser necesario salir abrigado, sobre todo en las mañanas y en las noches.

Iban caminando tomados de la mano mientras Harry alegaba que tenía frío, se arrepintió de haberlo dicho cuando Louis inició el sermón.

—Sí tan sólo me hubieras escuchado cuando te dije que te secarás el cabello, cariño, otra cosa sería. ¿Sabes que puedes resfriarte? Tendrías que dormir en el sofá porqué me contagiarías y te puedo asegurar que el sofá no es muy cómodo.

—¿Por qué yo en el sofá si yo seré el enfermito?

—Porque lo podrías haber evitado —dijo mientras entraban a la cafetería.

El lugar estaba cálido por la calefacción y olía a café en todas partes, era lo que Louis más amaba, el olor.

—Buenos días, señor Andrews —Saludo Louis a su jefe. Era un señor robusto y de cabello canoso por su avanzada edad.