TRES.

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Louis estaba acostado en el sofá, Harry le había prestado una almohada y un cobertor ligero. Después de que el sol se escondió en su totalidad y la luna resplandecía en lo alto del cielo, entraron al departamento y cenaron cereal, Louis se metió a bañar y cepillo sus dientes.

Estaba intentando dormir pero le era imposible, no podía dejar de pensar en lo extraño que era todo. Harry y él eran personas que estaban acostumbradas a estar juntos en el mismo espacio, estaban acostumbrados a lidiar con la presencia del otro, pero no sabían mantener una conversación real, todo siempre fue preguntas cortas y respuestas aún más cortas.

Louis iba a hacer todo lo posible por cambiar eso, incluso tenía un plan, pero tenía que despertar temprano, así que se estaba obligando a dormir, contó exactamente 176 ovejas antes de por fin conseguirlo.

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Despertó a las seis de la mañana cuando la puerta de la habitación de Harry sonó, se sentó de golpe asustado por el portazo.

Harry lo miró con un gesto de disculpa.

—Lo siento mucho, no quería despertarte, había olvidado que estabas aquí y como siempre estoy solo no suelo ser cuidadoso, vuelve a dormir —Harry llevaba un short deportivo que le llegaba arriba de la rodilla y una sudadera una talla más grande que la que en realidad utilizaba, llevaba el cabello recogido en un moño y su teléfono en la mano.

—¿Ya te vas? —preguntó confundido y preocupado, su plan no iba a funcionar si Harry no estaba para el desayuno.

—En las mañanas voy a correr, estaré de regreso antes de las siete —lo miró un momento de arriba a abajo y luego continuó— ¿quieres venir?

Louis abrió sus ojos demasiado y soltó una pequeña carcajada, Louis no podía aguantar ni cinco minutos corriendo, Harry lo sabía sólo quería ser cortés.

—Agradezco la invitación, pero sabemos perfectamente que sólo te retrasaría, aquí me quedo, por mi bien y el tuyo también —dijo muy sonriente.

—Bien, no tardo —Harry salió dando otro portazo.

Louis se levantó y ordenó la sala, fue al baño y lavó su cara y dientes. Una vez listo puso su plan en marcha.

Tenía que ganarse a Harry y si no hubiera sido por las innumerables veces que Harry se quedaba a desayunar en su casa Louis no sabría que los pancakes era lo que más amaba en el mundo y para su suerte, específicamente los que él cocinaba eran sus favoritos. Quizás porqué le ponía chispas de chocolate amargo y decoraba el plato con mucha fruta para acompañar o quizás porqué le quedaban muy esponjosos. Así que Louis le preparó el desayuno.

Había huevos con tocino, pancakes, café y jugo de naranja, justo cuando estaba apunto de terminar de poner la mesa Harry llegó. Se asomó a la cocina con muchísimo apetito por el olor a comida.

Louis le sonreía mostrando los dientes, aparecieron también las arrugas que se formaban junto a sus ojos.

—Preparé el desayuno, siéntate Harry.

Harry también sonreía en grande mientras se sentaba en un banco de la isla. Louis puso dos platos frente a él, sabía que no le gustaba mezclar la comida, le dio una taza de café y un vaso medio lleno de jugo.

—Louis, muchas gracias no tenias que hacer esto.

—No tenía que hacerlo, pero quería, Harry. Si no fuera por ti mañana no estaría entrando a la universidad en la carrera que quiero, me da mucha ilusión. Gracias, de verdad.

Cama para dos. LSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora