VEINTITRÉS.

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Dos jodidos días de mierda habían pasado ya y ellos seguían con esta actitud que consistía en tratos amables pero un poco forzosos, un estira y afloja que va de un "te doy lo que quieres pero tu dame lo que quiero a mi", era frustrante, muy frustrante, porque ambos querían algo sólo que no eran capaces de ponerlo sobre la mesa, una completa ridiculez considerando que ahora son esposos y deberían de ser capaces de confiar totalmente en el otro.

Louis no había explotado aún sólo porque no quería armar un lío con la pequeña Miel de por medio, y Harry sabía que estaba apunto de hacerlo pero no entendía el porqué, ya casi se terminaba las uñas y pronto se quedaría calvo porque comenzaría a arrancarse el cabello.

Y llegar al tan mencionando límite no tomó demasiado tiempo, porque al medio día los pechos hinchados de Louis no lo soportaron más y comenzó a derramar un poco de leche, afortunadamente llevaba unas almohadillas especiales para absorber el líquido, así que sin pensarlo demasiado las metió dentro de su sostén y cubrió su pezón, la cosa parecía ir bien hasta que ya casi al finalizar el turno en la cafetería tuvo un incidente.

—Aquí tiene su té, espero tenga un buen día. —le dijo a un joven moreno que atendió.

—Muchas gracias, que amable. —el chico recibió el té y se quedó viendo a Louis dudoso de si decir algo o no.

—¿Algo más con lo que te pueda ayudar? —Louis estaba ligeramente confundido.

—Sí, no, bueno no, no a mi, es sólo que —el chico se inclinó sobre el mostrador y susurró.—estás mojado, aquí tienes, consérvala, no tengo problema.

Louis recibió la sudadera que el chico le tendía, ahora totalmente confundido e incluso un poco indignado, notó como los ojos del chico iban a su pecho y luego regresaban a su rostro, y supo de inmediato que algo estaba mal porque en los ojos intensos del joven solo había empatía y un poco de pena.

Louis vio su propio pecho y su cara se puso roja de la pena, quería que la tierra se lo tragara en ese instante. Tenía unos círculos húmedos en su camiseta, justo le pasó eso el día que olvidó su mandil en casa, maldita y jodida suerte.

—Te lo agradezco tanto y no sabes todo lo que lamento que hayas tenido que ver esto. —Louis se puso la sudadera de inmediato.

—No te disculpes, no tienes que hacerlo, espero tengas un lindo día. —el joven le dio una sonrisa y se dio la vuelta para marcharse.

Louis tuvo que pedir salir un poco antes para volver a casa y vaciar su pecho.

Harry estaba en el sofá con Miel en brazos, meciéndola porque acababa de dormirse cuando Louis entro.

—¿Mande? —Fue lo primero que Louis dijo al ver el ceño fruncido y la cara confusa de Harry.

—Nada, sólo no recuerdo esa sudadera. —Harry nunca usó un tono acusador, parecía que realmente intentaba recordarla.

—Si, porque no es mía, me la regalaron. —Fue todo lo Louis dijo. Pero no pueden culparlo, realmente había sido un día espantoso.

—¿Zayn?

—No, un desconocido, en realidad.

—¿Y la aceptaste y ya? —Harry no era un tipo realmente celoso, pero el que su esposo estuviera frente a él admitiendo que había aceptado algo de un desconocido y encima olía a perfume de otro hombre lo hirió, no quería pensar nada malo, sabía que Louis no era capaz pero eso no hizo que la sensación de esparciera.

—Si, Harry lo hice, ¿insinúas algo?

—Jodida mierda, Louis, ¿tú tienes algo que decir?

—Pues en realidad sí, ahora que lo mencionas, pero no lo haré con Miel presente, déjame llevarla a su habitación.

Cama para dos. LSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora