EPÍLOGO.

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La fiesta del primer cumpleaños de Miel llego más pronto de lo esperado, nadie imagino que el primer año pasaría volando.

Harry estaba en el patio trasero intentando acomodar algunas decoraciones y Louis estaba en la cocina preparando un pastel.

—Bueno, amor, hagamos esto. —Louis tenia todo lo que necesitaría al alcance sobre el mesón de la cocina y la pequeña Miel estaba sentada en su sillita para comer con los ojos muy abiertos y estirando sus manitas para alcanzar los huevos, sin éxito.

Con toda la concentración que Louis pudo reunir comenzó a seguir los pasos guiados en la receta en su celular, puso dentro de la batidora el azúcar, la mantequilla al tiempo y con una gran habilidad quebró tres huevos con una sola mano, encendió la máquina y en lo que ella hacía su trabajo puso la harina en un tamiz para cernirla y quedara libre de grumos, puso también un poco de polvo para hornear y lo integro en la batidora junto a todo lo demás, agregó la leche, un poco de esencia de vainilla y por último una pizca de sal.

Su mezcla se veía bastante bien y totalmente orgulloso de su trabajo la puso en dos moldes redondos que había embarrado de mantequilla y harina para evitar que se le pegara el pan. Después, con cuidado, los metió al horno que anteriormente se estaba precalentando.

Dejó los pasteles en el horno y se apresuró a bañar a Miel, no quería tener el tiempo encima y pronto sus familiares comenzarían a llegar.

Miel disfrutó del agua tibia dentro de su pequeña bañera y jugaba con unos patitos de goma que el tío Niall trajo para ella, Louis lavó con delicadeza las hebras lacias y después se aseguró de dejar muy limpia su piel.

Después de vestirla, el pastel ya estaba totalmente cocido, así que lo sacó de los moldes y lo dejó enfriar en el mesón.

—Lou, amor, ya tengo todo listo, las decoraciones están en su lugar, ¿necesitas ayuda con el pastel?

—En realidad no, amor, gracias, podrías ayudarme con la siesta de Miel, quiero ducharme, ¿te parece bien?

—Claro, bebé, yo me encargo. —Harry pasó por un lado de Louis y dejó un rápido beso en sus labios y se perdió escaleras arriba para encontrarse con su bebé de pie en su cuna.

—Bueno, cielo, mamá quiere que duermas un poco y yo también creo que deberías hacerlo, sino será un día muy largo para ti.

—Pa-pa—Miel estiró sus manitas en dirección a Harry para ser levantada y su padre siendo su esclavo de por vida la tomó en sus brazos.

Harry la acurruco en su pecho esperando que pronto cayera dormida, pero no pasó, Miel sólo veía a Harry con ojos muy grandes y brillantes, así que sin más remedio tuvo que rendirse y comenzó a hablar.

—Ya eres una bebita grande, mi dulce Miel. ¡Que cumples un año!

Miel sólo sonrió mostrando sus pequeños dientes y Harry se sintió totalmente afortunado.

—Parece que fue ayer cuando estaba enterándome de tu llegada, y aún pudo sentir el miedo recorrer mi cuerpo cuando pensé que te perdería a ti y a mamá, ustedes son tan fuertes y valientes, los admiro tanto. —Miel balbuceó unas cosas que honestamente ni Harry ni nadie entendería— Sí, amor, eres mi nenita valiente y me haces sentir tan orgulloso siempre.

Padre e hija compartieron su momento espacial por un rato más, estaban tan metidos en una charla que cualquiera que tuviera la dicha de presenciar, exceptuando a Louis, por supuesto, se habría reído, y es que solo era Harry respondiendo balbuceos y Miel repitiendo con algo de dificultad y poca claridad las palabras simples que se deslizaban por los labios de su padre.

Cama para dos. LSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora