Capítulo (17)

500 43 46
                                    

NARRADOR OMNISCIENTE

Tres semanas habían pasado desde que dieron al ojiverde de alta. Él rizado, no podía estar más que feliz, su pequeño chico junto a su cuñado, habían aceptado mundarse por una temporada a la masión Pimentel, él señor Pimentel y su esposa, estaban encantados de tener a sus yernos en su hogar.

La evolución repentina en el ojiverde, tenía a todos sorprendidos, ahora era más extrovertido. Su cambio era tan radical, que dejaba a la señora Patricia, acercase a él. Se podría decir; que ella era su nueva mejor amiga.

Sin embargo, el más sorprendido de todos, era él rizado. En muchas ocasiones, cuándo estaba con su novio en el cuarto mirando una película, él ojiverde decía cosas que sabía perfectamente a lo que se refería, aunque no se lo dijiese directamente.

[ ]

—¿Todo bien, hijo?— él señor Pimentel, se acerca al sofá dónde se encontraba su hijo.

Joel, levanta su mirada y lo mira un par de segundos sin decir nada. Suspirando vuelve a posar sus orber marrones en la alfombra de su casa.

—¿Sabes que siempre estaré para escucharte verdad?—

—Lo sé— susurra el menor, para luego mirar nuevamente a su padre.

Hace silencio por varios minutos, debatiéndose si contarle a su progenitor lo que venía atormentandole por mucho tiempo.

—Joel, suelta eso. No es sano que te oculte las cosas, pequeño— volviendo a suspirar asiente.

Humedece sus labios, antes de hablar.

—Yo.... Ya no aguanto estar sin tocar a nadie, papá— las mejillas del rizado, tomaron un color rosa intenso.

Él señor Pimentel, asintió comprendiendo la situación de su hijo.

—¿Haz hablado con Erick, sobre eso?— él rizado, lo mira horrorizado.

—Papá, Erick apenas deja que me acerque a él. Además, yo... No puedo tocar a mi niño de esa manera—

—Hijo, necesitas hablar con él, Erick es un chico muy inteligente. Estoy seguro que entiende la sexualidad como todo nosotros, no lo subestimes—

—No... No quiero lastimarlo— sus ojos se humedecieron.

Sentía que estaba encerrado en un callejón sin salida, su necesidad como hombre era cada vez más fuerte, sin embargo, jamás se atrevería a lastimar a su novio, mucho menos engañarlo.

—Necesitas tener sexo, Joel. Eso es algo natural en cualquier persona, y tú estás llegando a tu límite—

—No lo haré papá, prefiero sufrir yo, antes de causarle un daño a él—

—Está bien, te entiendo. Igualmente, debes hablar con Erick, tú no sabe lo que él siente o desea. Recuerda, que no siempre suele saber cómo demostrar las cosas— sin decir nada más, él mayor se levanta dejando a un rizado más atormentado.

Joel, pasa repetidamente sus manos por sus rizos.

Estaba enamorado lo suficiente del ojiverde, cómo para idealizarse en su mente que el sexo era irrelevante, sin importar sus necesidades.

Chiquito (Joerick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora