Chiquito (Joerick)

Capítulo (14)

NARRADOR OMNISCIENTE

Dos semanas habían pasado, y él ojiverde aún no reaccionaba. Tanto la familia Pimentel como él castaño, sentían un enorme dolor cada vez que miraban al menor.

Christopher, duraba noches enteras llorando y sintiéndose culpable, sentía que era un mal hermano por no haber cuidado o prevenido a las demás personas sobre la alergia de su hermano. Anhelaba, estar siempre en el hospital junto a él, sin embargo, sabía que no podía gracias a su embarazo. Las últimas semanas, sus síntomas eran mayores, las náuseas y mareos eran constantes.

Zabdiel, por su parte no se separaba de él ni un minuto. Trataba de ser mejor persona consitiendo cada antojo que tuviera él castaño, duraba noches despierto junto a su novio, cuidándolo de cada cosa que le pudiera pasar.

Sin embargo, él más afectado era él rizado. Desde que él ojiverde se encontraba en la clínica, no se había ido ni la primera vez a descansar. Sentía que todo su mundo se estaba derrumbando lentamente, necesitaba a su pequeño chico junto a él.

—Joel, tienes que ir a descansar— él rizado, suspiró y negó.

—Ya dije que no me moveré de aquí, hasta que Erick despierte—

—Joel...—

—¡No iré Zabdiel!, deja de joderme la poca paciencia que tengo— él rubio, suspiró con frustración.

Le dolía la manera en la que se encontraba su hermano, sus ojeras eran notorios cada vez más, incluso estaba más delgado, se negaba a ingerir alimento.

—Joel, Zabdi tiene razón, te notas cansando. Nisiquiera te haz cambiado de ropa desde ese día— susurró, él mayor tratando de hacerle entrar en razón.

Él rizado no respondió, todo lo contrario a lo que pensaba, suelta un pequeño sollozo, haciendo suspirar a los demás.

—Hermano— sin pensarlo, Zabdiel se acerca más él y lo abraza.

Joel, hunde su rostro en el cuello ajeno mientras deja descender las lágrimas que tenía acumuladas.

—L-lo necesito, Zab— balbuceó, sin dejar sollozar.

Christopher, lo mira y no tarda en sentir como sus propias lágrimas descendían silenciosamente por sus mejillas.

Él también necesitaba, a su hermano.

—E-Erick, va a despertar Joel, sólo ten paciencia— se separa, dándole una sonrisa débil.

Gira su mirada hacía su novio, y niega con tristeza.

—Bonito, no llores por favor— se acercó a él y lo abrazo.

Zabdiel, estaba agotado mentalmente, no sólo lidiaba con el dolor de ver a su hermano tan frágil, sino el del castaño y su familia entera también.

—Todo estará bien, ¿de acuerdo?— susurró, para ambos chicos.

Asintieron lentamente, mientras suspiraban.

—Y tú Joel, tienes que obedecer hermano, no puedes seguir de esa manera. No es
saludable—

—Yo... Está bien, sólo dejenme verlo un momento, y vuelvo— Zabdiel, asiente resignado.