Capítulo (25)

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NARRADOR ONMISENTE

Dos semanas habían pasado, desde que él ojiverde y él rizado se habían unido en cuerpo y alma por segunda vez. Demostrando que el amor verdadero, no tenía límites ni condiciones.

Joel, siempre fue un chico de tener sexo salvaje y sin protección, nunca buscaba disfrutar más allá de satisfacer sus necesidades como hombre. Sin embargo, desde que llegó Erick a su vida, hasta la caricia más inocente lo llenaba de vida.

Con él ojiverde, todo era diferente, era bonito y mágico. Con su simple presencia le bastaba para sentir que su vida estaba completa.

Porque Erick, era su hogar y lugar seguro.

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—Pequeño, ¿estás bien?— él castaño, suspira antes de entrar a la habitación de su hermano.

Estaba preocupado, desde hace varios días él ojiverde comenzó a sentirse mal, los vómitos y dolores de cabeza era lo que mayormente lo atormentaba.

Creía que se debía a su enfermedad cardiaca. Por lo cuál, su estado de preocupación era mayor.

—Chris— susurra, levantándose del inodoro.

Él mayor, lo mira tristemente. Odiaba ver a su hermano mal.

Erick, solloza abrazándose a si mismo. No entendía lo que sucedía con su cuerpo.

—Er, tenemos que ir al médico. No puedes seguir así, es peligroso y lo sabes—

—N-no me gustan los hospitales, no quiero que se me acerquen— sale corriendo escaleras abajo.

Christopher, niega lentamente. Estaba agotado, él también había pasado la noche vomitando y con mareos.

El bebé, cada vez más estaba inquieto y sus cambios de humor eran constantes. Sin embargo, siempre trataba de mantenerse sereno y no pagar su enojo con su pequeño hermano.

Baja las escaleras lentamente, observa al menor comiendo una manzana como si su vida dependiera de ella.

Frunce el ceño y se acerca, era extraño que Erick comiera a esa hora. Desde pequeño,  nunca desayunaba sino lo obligaban.

—¿Tienes hambre, pequeño?—

—Y-yo, sólo quiero manzana— susurra, con sus mejillas sonrojadas.

Christopher, asiente para luego servise un vaso de leche y un par de tostadas para él.

Se dispone a desayunar, mientras piensa como hacer para que su hermano se dejara llevar al médico.

Hasta que una idea llega a su mente.

—Er, ¿quieres que Joel nos acompañe al médico?. Podemos ir a la clínica de su
familia— él menor, sonrió y asintió.

Si estaba su Joel, junto a él. Nada malo le pasaría.

Christopher, suspiró satisfecho. No le gustaba disponer de nada que tuviera que ver con el dinero de la familia Pimentel, pero por su hermano haría cualquier cosa.

Chiquito (Joerick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora