Capítulo 4. Invierno

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Asqueado, traicionado y confundido. Así se sentía el alfa al estar encerrado en aquella nauseabunda Celda. Sabía que quizás todas sus oportunidades se acabarían en algún momento, específicamente cuando Louis se aburriera de el, tal y como el propio omega se lo advirtió noches atrás. Pero no sabía que sería tan pronto. ¿Acaso la conversación en el avión molestó al omega? El sintió una conexión más allá de sus naturalezas, quizás solo lo imaginó.

¿Como pudo sentir algo de tranquilidad con el omega? Louis solo era un ser ambicioso, sin afectividad por nadie, queriendo mantener una reputación que todo el mundo sabía que de sobra tenía.

Mantenía sus olores controlados, tal y como se lo enseñaron en el entrenamiento militar; sentía miedo y un pánico inimaginable. ¿Que clase de enfermos ofertarían por el? Sobre todo, estaba indignado; tantos testigos, conocedores y por tanto cómplices de lo que sucedía, tantas personas estaban de acuerdo y cooperando en aquellas acciones ilícitas.

Hacía aproximadamente 15 minutos estaba en ese lugar, y repetía incontables veces la última mirada del omega. Fría.

Su alfa aullaba en su interior, sintiéndose traicionado por alguien que nunca le dió ni la más mínima gota de confianza. Estaba aprisionado, tras una jaula demasiado estrecha, que la única manera de estar relativamente cómodo era estando de pie. Tenía sus manos aprisionando los barrotes que tenía delante, a pesar de que la jaula era abierta se sentía sofocado.

Tantos aromas en el pequeño lugar, aromas demasiado fuertes para su olfato. Denotaban miedo, pánico, tristeza y dolor. Sentía lástima por algunos alfas, quienes parecían tener Máximo 20 años, eran solo jóvenes, niños se atrevería a decir. Y otros con lazos, agonizando el dolor que sentía el y su omega, en alguna parte del mundo, sufriendo lentamente la separación. Los omegas pertenecientes a esos alfas no sobrevivirían sin ellos. ¿Cuanta crueldad había en ese omega?

No respondió la pregunta, nunca atinaría con una respuesta certera.

—Tu turno, marinero. —llamó un alfa, arrastrando la celda y llevándolo al salón donde podía escuchar cifras aumentando por cada persona, gritos y gruñidos de poder.

***

Louis estaba sentando junto a Niall, un poco alejados del público para observar que todo estuviera en orden y no hubiera actividad sospechosa. Esta vez contrataron a alguien de origen italiano para que llevara la subasta por lo que podían estar tranquilos y pendiente de cualquier situación.

— ¿Cuántos faltan? —preguntó el ojiazul, quien no dejaba de jugar con sus manos en señal de nerviosismo; a pesar de los intentos del alfa rubio por calmar a su amigo no había servido de nada.

—Recién empieza omega, faltan aproximadamente 27 más—respondió, tomando las manos de Louis entre las suyas. —Omega, ya basta, solo da la orden y lo sacarán de ahí. Si se llega a subastar no lo podrás recuperar, lo sabes. Y una vez encontrada tu alma gemela, no puedes perderla.

—Yo...-

—Tenemos aquí un reconocido alfa nivel nueve, capitán de fragata en el continente americano, un marino en excelente forma y sin lazo alguno, garantía de mayor durabilidad, con un peso de... —Louis palideció al escuchar como el martillero hablaba sobre Harry, su cabeza giró rápidamente para buscarlo en el escenario. Encontrándolo.

— ¡Pensé que sería de los últimos en subir! —exclamó, sintiendo como su corazón latía cada vez más rapido, era muy tarde para detenerlo. No pierdas a mi alfa.

—Se supone que sería así, yo no- no entiendo.

—¡Tenemos medio millón de libras! ¿Quién da seiscientos? —animaba el hombre.

Domador de AlfasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora