Capítulo 5. Instintos

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Grandes barcos se acercaban al puerto Tomlinson, llenos de mercadería. Niall se encontraba en la oficina buscando efectivo, maldiciendo mentalmente al ojiazul por ser tan cuidadoso con el dinero, rozando a lo paranoico. Maldito omega tacaño.  No encontraba nada de ello y con una última maldición fue corriendo a su oficina para sacar de su bolsillo, odiaba eso ya que el ojiazul nunca le reponía. Alegando que debía cooperar con el trabajo.

Minutos más tarde dió la orden de desembarque, en ambas manos un maletín con miles de libras, serían aproximadamente un millón de dólares. Observaba alerta que todo alfa sea desembarcado, y que cada uno de sus hombres no empiece un escándalo, cuando el jefe no estaba, esa bola de inútiles iniciaban peleas cada que podían.  Rodó lo ojos recordando la pelea absurda de hace dos noches solo por que el cocinero de la empresa, alfa también, no hizo filetes.

A veces, a pesar de ser alfa también, concordaba con Louis en sus palabras de disgusto por el comportamiento primitivo de su especie la mayor parte del tiempo.

Al finalizar y despedir a los capitanes ya habiéndoles entregado su paga, notó un comportamiento de nerviosismo en sus acciones, querían irse demasiado pronto.

"Siempre debo revisar el barco de pies a cabeza, esos alfas querían cogerse a tres nivel nueve, y la bola de mierda de hombres que tengo ni cuenta se habían dado. -gruñía el omega castaño"

Recordó vagamente cómo se quejaba a inicios de año, por lo que a él le tocó ir a retirar la mercadería hace un mes.

—Alto —usando su voz de alfa, se acercó a los capitanes— retiren a toda su gente del barco, debo revisarlo.

—No escuché al joven Tomlinson, señor... —habló rápido, pero temeroso un capitán.

Antes de que siguiera hablando, lo interrumpió. —Yo soy el jefe cuando Tomlinson no está. Muy ajeno, no era una pregunta, saquen a su gente, ahora. —volvió a usar la voz, ésta vez sonando más potente. A los alfa no les tocó más que aceptar, alzó la mano en señal de defensa, su gente de inmediato levantó armas apuntando a la tripulación bajando de ambos barcos; mejor prevenir que lamentar.

Con diez alfas a sus espaldas, entró a la embarcación más cercana, revisó cada espacio, inclusive hizo sacar tablas con sonidos huecos, nada sospechoso.

Dejó a tres alfas custodiando las entradas, y salió para adentrarse al más pequeño, al entrar su nariz detecto omegas y un alfa en celo, esperaba que no fuera lo que está pensando; gruñendo siguió el asqueroso aroma, con cada paso que daba escuchaba súplicas, no era un omega, eras dos, dos omegas siendo sometidos por un asqueroso alfa en celo. Sin pensarlo, con una patada tumbó la puerta, encontrando a dos omegas chillando en un rincón con un alfa masturbándose frente a ellos. Sacó su revólver y disparó, manchando a los omegas de sangre tras la acción.

Se le escapó una sonrisa cuando estos enmudecieron, y con los ojos cerrados se palparon mutuamente. Que adorables.

—Arriba, omegas. —trató de hablar suave, no quería asustarlos. Su intención fue en vano, debido a que ambos chicos saltaron al oír la voz de un tercero.

El pequeño moreno que se encontraba entre la madera de la pared y el otro omega abrió sus ojos y se levantó empujando un poco al otro omega, quien segundos después siguió su acción, aún sin abrir los ojos.

—Mató...usted mató, mató al señor Tomlinson. —chilló sorprendido el moreno.

—Si, él es el encargado de esta mafia —habló tartamudo el otro omega. Niall no podía responder, estaba boqueando cual pez, ¿señor Tomlinson? Los alfas detrás de él soltaron risas antes de retirarse del lugar. Tomando de vuelta su postura, salió de la habitación.

Domador de AlfasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora