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— Dime que es una broma.

Negó, sin poder creerlo aún. Horrorizada. Temblorosa y queriendo matar a su propia madre con lo primero que tenga al alcance de sus manos.

— ¡Mamá!—se quejó saltando al sofá con total molestia y sorpresa. Su madre la miró inexpresiva. — ¡¿Por qué hiciste eso?! ¡Te he dicho miles de veces que no me gusta Taeho!

— Lo sé, pero quizás esta cena cambie las cosas. Hazme caso, Yaebin. Así me enamoré de tu padre, mí madre nos organizó una cena en mi casa, fue tan maravilloso—rio y golpeteo la mejilla de su hija sin fuerza. — Iré a la casa de Minji, me espera para tomar un té.

— Nunca te perdonaré por esto—se siguió quejando la menor, pensando en miles de posibilidades de cancelar esta cena del miércoles a la noche de la faz de la tierra. Yaebin vio a su madre tomar un bolso del pechero y ponerse sus zapatos en la entrada. — ¡Nunca te perdonaré!

— Deja de quejarte—abrió la puerta.

— ¡¿Al menos puedo ir con alguien mas?!—su madre frenó el paso y volteó a verla con el ceño fruncido. — Tengo un amigo, le diré que vaya con la pareja y sea una cita doble, ¿Qué dices?

La mujer lo pensó y casi que dudó. Iba a decir algo pero cerró la boca al instante. Rodó los ojos y le volvió a dar la espalda a Yaebin.

— Como sea, has lo que quieras, tú irás a esa cena acompañada de Taeho si o si.

Yaebin cayó rendida en la alfombra de su sala de estar con la cabeza prendida fuego. Al menos podía llevar a alguien. Trataba de pensar en alguna forma de convencer a Jaemin y Gaeri de que finjan ser una pareja pero lo único que la frenaba era que su madre ya los conocía.

Alguien mas se le vino a la mente.

— ¿Hola?—Sunghoon había atendido el celular segundos después de que el nombre Yaebin apareciera en su pantalla, y como habían quedado en que ella lo llamaría cuando necesitara hablar con alguien, no lo pensó ni dos veces. Ni aunque esté enviando un pedido en su bici ahora mismo. — ¿Yaebin, pasó algo, estás bien?

— Hola, Sunghoon—ella rió nerviosa y mordió una de sus uñas. — Estoy bien, llamo por otra cosa. Necesito un gran favor.

— Dime.

Luego de que ella escupiera toda la cruda verdad y la idea de crear un plan para poder pasar la noche mas llevadera la llamada quedó en completo silencio. Yaebin por un momento se asustó por el silencio del otro lado de la línea, solamente se escuchaba una brisa chocar con el micrófono del celular y algunas bocinas a lo lejos. Las pocas esperanzas se esfumaban lentamente a medida que los segundos pasaban.

— Está bien, lo harépero Sunghoon era distinto, él era un ángel guardián caído del cielo.

— Te adoro. Puedes llevar a alguien de acompañante si quieres.

— Lo pensaré.

— Te pasaré la dirección y hora por mensaje. Muchas gracias, Hoon—ella sonreía de oreja a oreja.

— De nada, ahora debo volver a pedalear o no llegaré a tiempo y el cumpleañero se quedará sin torta de cumpleaños—el chico soltó una risa burlona.

— ¿Estas entregando un pedido?

— Sip.

— ¡Lo siento!—se golpeó la frente con la palma de su mano. — Ya mismo cuelgo. ¡No uses el celular mientras manejas! Adiós, Sunghoon.

— No hay problema, Yaebinél largo una risita arrancando su viaje. — Nos vemos el miércoles, vístete linda para impresionar a tu cita.

— Ja, ja, muy gracioso—ella rodó los ojos riendo mientras colgaba la llamada. Suspiró y se dejó caer en el sofá. Mejor debería volver a sus tareas antes de que sea muy tarde. Mañana tenía clases temprano, y debía prepararse mentalmente para el miércoles.

El día de Sunghoon transcurrió normal. Mientras volvía de entregar el pedido pensaba en quién invitar a la cena. Mihye no, tiene turno tarde justo ese día, seguro solo piensa en descansar. Somin tampoco, y listo, no habían mas ideas en su cabeza. Esas eran todas sus amigas mujeres.

Y mientras pedaleaba sin prestar atención adelante Sunghoon tuvo que pegar la frenada de su vida. Una presencia femenina cruzaba la calle corriendo para poder llegar al colectivo que venía a unas seis cuadras.

— ¡Lo siento!—gritó la chica.

— ¿Estás bien?—le preguntó Sunghoon preocupado y bajándose de la bici al instante.

— Si, sí. Estoy bien.

— ¿Te alcanzo a la parada?

La chica levantó la cabeza y lo miró. Sunghoon se sorprendió por los grandes que eran sus ojos, entonces la idea de que quizas ella no era de acá se le vino a la cabeza. Aunque su coreano era increíble.

— ¿Lo harías?

— Claro.

En unos segundos el chico pedaleo rápidamente dos cuadras, bastante largas, para atrás. Y el autobús se encontraba ahora a unas tres cuadras por suerte. La chica se bajó de la bici sonriente.

— Soy Mina de Minato—saludó con una reverencia.

— Oh, yo soy Sunghoon. ¿De donde vienes?—preguntó y luego se fijó a cuanto estaba el autobús. Seguía subiendo gente a tres cuadras.

— Soy de Japón. ¿Tu vives aquí en Namyangju?

— Si—asintió sonriendo algo nervioso. Y de repente una idea loca se le vino a la cabeza. La lamparita se había encendido. — ¿Haces algo el miércoles?

Mina quedó sorprendida puesto que Sunghoon había sido muy directo con ella. No habían hablado ni por un minuto que técnicamente él ya la estaba invitando a salir.

Ella no lo dudó mucho, cuando notó el autobús a dos cuadras se apuró a sacar un papelito de su mochila y escribir rápidamente su número. Se lo entregó a Sunghoon cuando el vehículo estaba a una cuadra haciendo subir mas gente.

— Genial. Te hablaré luego y te explicaré a donde iremos. ¿Qué dices?

— Me parece una idea increíble, Sunghoon de Namyangju.

LONELY ━━ park sunghoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora