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Meses después. . .

— ¿Cómo es que estamos así ahora?

Yaebin levantó la mirada para ver a Sunghoon luego de decir aquello. El chico la miró desde arriba, acomodó su cabeza en la almohada y besó la frente de la chica. Ella sonrió ante el tan repentino tacto.

— Tuve suerte de que me choques a mi con la bici, supongo—Sunghoon se encogió de hombros. La chica largó una risa. Ella se pegó incluso mas cerca de Sunghoon, metiendo su cabeza mas al fondo entre el hueco de su cuello. El cuerpo del chico era tan cálido que la única sábana que los tapaba hasta el pecho era casi que innecesaria. — ¿Mañana tienes que trabajar?

Aunque la vida de Sunghoon había vuelto a situarse en su ciudad de siempre, no pudo volver por completo a su tan amada rutina. Red Flavor había encontrado un reemplazo temporal hace un mes y medio, que terminó quedándose con el puesto. Y en el lugar donde enseñaría patinaje artístico ya habían tomado una profesora hace algunas semanas. Pero por suerte eso no lo amargó. Yaebin y sus amigos se encargaron de eso a mas no poder.

— Sipi. Gyundae me obliga a ir una hora mas temprano a como acostumbraba, lo cual es estúpido—bufó ladeando la cabeza una vez que se volvió a acordar. — Es un Subway, no una cafetería. Nadie viene a las ocho de la mañana a pedirse un sándwich de pan negro, pollo, lechuga y mayonesa. Literalmente nadie.

— Así es la vida, dolorosa y feacha—bromeó Sunghoon logrando que Yaebin largara una risa mientras le daba la razón. — Mañana temprano iré a ver a Jay, por si te levantas y no estoy.

Yaebin tardó unos segundos en responderle. Dejó unos segundos de silencio pasar.

— ¿No hay cambios?

Sunghoon negó.

Yaebin se aferró mas fuerte al torso desnudo del chico. Ella sintió sus pieles encontrarse una vez mas y quiso poder abrazarlo de esa forma por siempre. Nada ni nadie cambiaría ese pensar. Lo cálido de su cuerpo junto a el de ella era algo adictivo de sentir. No poder estar así las veinticuatro horas del día era doloroso para ella.

— ¿Quieres que te acompañe?—preguntó suavemente Yaebin peinando el largo cabello negro del chico con una mano. Sunghoon cerró los ojos ante el tacto y negó leve.

Él plantó un beso en la mano de Yaebin que lo acariciaba.

— Gracias igual, preciosa.

Horas mas tardes juntos se levantaron, con mucha pereza de por medio, y se decidieron por cocinar unas pizzas caseras. Mientras Sunghoon se encargaba de la salsa, Yaebin amasaba sobre la mesa.

Charlaban sobre su salida el fin de semana pasado junto a sus amigos. Se acordaban de como Jake cayó de los patines y en su desesperación de no tocar el suelo se agarró de las piernas de Kai y los dos cayeron al piso de una forma tan graciosa que hasta el día de hoy les hacía muchísima gracia.

— Pasaré navidad con mis padres, planeo venir para año nuevo a pasarlo junto a ti y los chicos. ¿Qué dices?—contaba Sunghoon comiendo su cuarta porción de pizza en la mesa del comedor.

De fondo se escuchaba la tranquila voz de Laufey en el estéreo que le habían conectado a la televisión.

— Me encanta la idea—Yaebin sonrió, ya en su cabeza imaginándose lo bien que lo pasaría el año nuevo junto a, ahora también, sus amigos y Sunghoon.

Esa noche se fueron a dormir temprano. Ambos madrugarian el día siguiente así que decidieron por dormir cerca de las diez de la noche.

Yaebin sentía un poco de miedo por el destino de Jay. Que él esté tanto tiempo enchufado de esa forma era un mal signo de que quizás no sea capaz de terminar bien, y eso era lo que mas le asustaba a la pelinegra. Le preocupaba Sunghoon mas que nadie. Pensaba en formas en las cuales él reaccionaría si lo peor llegara a pasar y se sentía aterrorizada.

Ella tuvo un mal presentimiento cuando ya eran las cinco de la tarde del día siguiente y Sunghoon no había pasado por ella a como acostumbraba. Lo llamaba al celular y no respondía. Ese sentimiento ya lo había sentido, fue horrible para Yaebin estar pasando por esto otra vez.

Se tomó un taxi directo al departamento en el que estaban viviendo hace ya dos semanas, para encontrarse con las luces apagadas. Sintió una presión en el pecho cuando llamó de nuevo al celular de Sunghoon y este sonó en la mesa del comedor.

Luego de quitarse el calzado casi que perdida en veinte pensamientos al mismo tiempo pensó en llamar a Yeonjun. Siempre acordaban ir juntos al hospital.

— ¿Hola?

Su alma volvió a prenderse cuando escuchó una voz proveniente del otro lado de la línea.

— Y-yeonjun—dijo yendo al sofá a paso apresurado. — ¿Hoy fuiste al hospital con Sunghoon?

— Sí—hubo una pausa en su frase. Yaebin tragó duro. Algo estaba por pasar. — Diagnosticaron a Jay en estado vegetativo, Yaebin. Sunghoon quedó destrozado. Los padres de Jay tomaron la dura decisión de desconectarlo en unos días. A penas Sunghoon escuchó aquello simplemente se fue, dijo que se iría a casa.

La información era tanta y tan seguida que la chica cayó rendida en el sofá rojo con una mano tapando sus labios de la sorpresa.

Yaebin cerró los ojos imaginando la de cosas y lugares donde podría estar Sunghoon y palidecio ante la asquerosa idea de perderlo a él también. De perderlo y quedar sola de nuevo. Sin su hermoso actual compañero de vida.

— Gracias, Yeonjun. Y lo siento mucho—pudo susurrar antes de cortar y despedirse del chico.

La pelinegra se sobresaltó cuando se escuchó un estruendo en la pieza donde dormían. De entrar al lugar tan absorta en sus pensamientos, las luces seguían apagadas, parecía una escena de película de terror cuando Yaebin, asustada hasta las uñas de los pies, tomó la escoba y se acercó lentamente a la puerta del cuarto que compartían.

Pero cuando estuvo por poner una mano sobre el picaporte, éste se abrió por dentro.

La chica pegó un grito del susto. Intentó elevar la escoba para dar un golpe pero lo que sus ojos presenciaron era un chico despeinado, con semblante en guardia y tomandose el grito tan repentinamente que lo llegó a asustar.

Era él. Era Sunghoon.

Yaebin dejó caer la escoba al piso, largó una queja de dolor al verlo y saltó a sus brazos sin pensarlo. De haber pensado que lo perdió a tenerlo en frente era un alivio. Lo enrolló con sus brazos e hizo que el chico tuviera que dar unos pasos para atrás por el encuentro brusco del abrazo.

Sunghoon tenía los ojos algo hinchados y no había dicho palabra alguna. Él supo que Yaebin ya lo sabía. Mas porque una vez que la escuchó a ella llorar desconsoladamente en su cuello él tampoco pudo sostener sus lágrimas acumuladas.

Te amo—dijo sutilmente la chica dejando ser acurrucada en el pecho del chico. — Sé que no hay palabras que llenen ese vacío dentro tuyo ni puedan cambiar como te sientes, pero quería que lo sepas. Quería que sepas que cuentas con mi apoyo, mi amor, mis oídos, mi hombro para llorar, conmigo. Para lo que sea, Hoon.

Sunghoon no dijo nada. Besó la coronilla de la pelinegra unos buenos segundos y luego sin soltarla los guió a ambos a la cama. Se acostaron, se abrazaron fuertemente y sin decir una palabra dejaron pasar el tiempo en ese momento.

Era como si todo se detuviera en ellos. Como si no se escucharan algunos autos a lo lejos, como si el pitido que hace el ascensor cuando alguien llega no estuviera y como si de la nada no hubiera empezado a llover. Nada de eso sonaba. Solo sus respiraciones al simultáneo.

También te amo. No sabes cuánto.

Ella sonrió sobre su pecho. Plantó un beso ahí y segundos mas tardes se durmió.

El amor daba paz. El amor sincero, real y verdadero. Que gracias al cielo entre ellos dos, existía.





n/a · se acerca el final. . . ⌛

LONELY ━━ park sunghoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora