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Sunghoon corrió y corrió por las calles desoladas a las dos de la madrugada. Lo único que resonaba eran las pisadas de sus zapatillas a paso apurado mientras miraba el Google Maps en su celular. Si la aplicación no fallaba estaba a solo cinco cuadras. Se apuró queriendo llegar de una vez.

Hasta que por fin lo hizo.

Yaebin lo esperaba sentada en la entrada de su casa. Tenia el mentón sobre sus rodillas y se abrazaba a estas con ambos brazos. Sus ojos estaban cerrados y tarareaba una canción de una de sus bandas favoritas; Cigarettes After Sex. Sunghoon la reconoció al instante porque era la canción que le había recomendado ella las primeras veces que salieron a pasear.

— Hola—dijo el chico a unos pasos frente a la pelinegra. Ella, desconcertada, levantó la cabeza y lo miró. Al toque se le volvieron a llenar de lágrimas los ojos, Sunghoon notó eso así que se acercó para poder darle el abrazo que tanto necesitaba. — Oh, Yaebin—susurró mientras la tenía abrazada sobre su pecho. Yaebin había vuelto a cerrar sus ojos y sollozaba mientras se dejaba acariciar la melena suavemente.

— No sabes cuánto aprecio que estés aquí.

Los brazo reconfortantes de Sunghoon la envolvían con cariño. Yaebin estaba tan feliz de tenerlo a su lado. Siempre se había imaginado como sería que alguien te quisiera tanto como para abandonar una fiesta para darte un abrazo en la madrugada de un vienes.

— Las pocas veces que me has llamado siempre quise estar contigo para poder darte este abrazo—le susurró largando una risita que se le escapó. — Y ahora que lo he hecho se siente tan reconfortante.

— Gracias—Yaebin despegó el rostro de su pecho para mirarlo. — Esto me está haciendo sentir muchísimo mejor—ella sonrió tímidamente y con la manga de su suéter limpio algunas lágrimas.

Él la empezó a ayudar, la tomó del mentón con una mano y con el pulgar de la mano contraria secaba las lágrimas con suavidad. Estaban demasiado cerca. Pero ninguno de los dos parecía incomodarles o molestarles si quiera. Sunghoon aprovechó y acarició su mejilla con un toque aún más suave.

Se miraban con cariño. Era un cariño extraño, habían tantas cosas de por medio. La cabeza de Yaebin era una montaña rusa con muchas dudas comiendole los pensamientos, y la de Sunghoon estaba en blanco, disfrutando de la vista.

Y entonces sucedió. Sin pensarlo Sunghoon rompió la poca distancia que los separaban y plantó un beso en los labios color carmesí de Yaebin. Ella se sorprendió pero cerró sus ojos y colocó su mano despacio en el cuello del chico.

El interior de ambos fue un destello de sentimientos encontrados cuando sus labios se encontraron. ¿Esto realmente tenía que pasar? Era la pregunta que resonaba. Los dos se sentían confundidos. Sin embargo estaban cómodos, se sentían en tanta confianza que el beso no parecía ser un error.

Cuando se separaron les tomó unos segundos volver a la normalidad. Ninguno dijo nada, lo único que escuchaban eran sus respiraciones, los grillos nocturnos y algunos autos a lo lejos. La noche los envolvía en un momento de pura tranquilidad, cuando por dentro estaban alborotados de pies a cabeza.

— Eso fue...

— Apresurado—él respondió antes que ella. Algo avergonzado de lo que había hecho. Yaebin asintió luego de unos segundos.

— Me gustó.

Sunghoon volvió a unir miradas.

— A mí también.





Al cabo de tres días, Taeho avisó que se quedaría un mes mas en Namgyangju. La madre de Yaebin recibió esa noticia gustosa, pensando que la razón de dicha decisión era su hija. Cuando en realidad era la nueva amiga de Sunghoon. Sí, era oficial, Taeho y Mina estaban saliendo.

— Entonces,—empezó Yaebin mientras caminaba por detras del rubio. Yaebin acompañaba a Sunghoon a hacer la compra de la semana para su casa, así que solo estaba ahí de decoración. — la supuesta cita que mí mamá me arregló se enamoró de tu amiga que es justamente la cajera de este supermercado.

— Así es.

— Vaya. La vida es una montaña rusa.

— Y nosotros estamos arriba de ella—le dijo él riendo mientras la miraba. Yaebin sintió sus mejillas algo calientes así que le dio la espalda. — Al principio creí que Mina había interpretado mal mi buena onda y quería algo conmigo. Supongo que me equivoqué.

— Bueno, ella tiene una forma de hablar muy seductora—decía Yaebin mientras agarraba un paquete de galletitas sabor naranja y las metía en unos de los canastos de compras. Sunghoon sonrió al ver eso pero no dijo nada. — La primera vez que charlamos, en la cena, creí que me estaba coqueteando.

— No puede ser—el rubio largó una risa sonora.

— Creelo. Si ese día tú no me hubieras hecho cara rara luego de patearme bajo la mesa, hubiera creído que era ella intentando llamar mi atención.

— ¿Patear bajo la mesa significa llamar la atención?—Sunghoon la miró por encima de una góndola, estaban solos en los pasillos, asi que se podían hablar desde donde sea. — Creo que te equivocas.

— Como sea. Ahora tendré que mentirle a mi mamá que sí salgo con señor soy perfecto para la señora Im porque sino buscará a alguien aún mas supuestamente perfecto para mi y no quiero eso—ella suspiró volviendo a estar a un lado de Sunghoon en la zona de limpieza. Él tomó una pasta dental. — Esa mujer está loca.

— O sea que ella cree que te gusta Taeho. Inclusive aunque le dijiste lo contrario.

— Ajá—asintió. — Para sus oídos el "no estoy interesada" es "quiero casarme la semana entrante."

— Vaya, vaya. ¿O sea que si me la presentas seré el malo de la novela?—preguntó mientras sacaba algunos cálculos mentales de la situación.

— Así es, tú eres un Sebastian que intenta robarle la mujer a Juan Agustín, el elegido por la madre de la chica—Sunghoon largó una carcajada por las ocurrencias de Yaebin. — ¿Hoy trabajas?

— Hm—Sunghoon se fijó la hora en su celular. — Entro en una hora. ¿Por qué?

— Quiero charlar contigo.

Sunghoon dejó de caminar y volteó a verla algo dudoso. La miró mientras alzaba una ceja, cuestionando las repentinas ganas de tener una charla. Ella rodó los ojos y lo empujó hacia las cajas sin prestarle mucha atención a la mueca extraña del chico.

— Camina, Romeo—le pidió Yaebin llegando a la caja. Avaciando del canasto las pocas cosas que había agarrado. Una chica los atendió a la cual saludaron con una reverencia. Hoy Mina no estaba trabajando, al parecer. Luego de pagar pusieron las cosas en una bolsa y salieron del lugar. Yaebin debía volver a su casa así que se estaban despidiendo. — Acuérdate, cuando tengas un tiempo libre, me llamas.

— Está bien, Julieta.

Yaebin frunció el ceño.

— ¿Qué? Tú me dijiste Romeo.

— Sí, pero yo no quiero ser Julieta y morirme a tu lado.

— Ahhh, Yaebin—se quejó él sin entender a la chica. — Aún no entiendo tus metáforas a películas.

— Es un libro, Sunghoon.

— Como sea.

LONELY ━━ park sunghoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora