Epílogo

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No buscando nada, Yaebin logró encontrar al hombre que mas amaba.

Una tarde soleada y perfecta para pasear salió a andar en bici; y ese mismo día chocó con el amor de su vida. El resto es historia. Ella no sabía todo lo que pasaría una vez que se animaría a darle su confianza a un alguien que logró tapar ese sentimiento de soledad que Yaebin tanto llevaba hace años encima suyo.

Sunghoon la hizo sentir en compañía incluso cuando no eran nada. Hasta que sí lo fueron, y fue incluso mejor.

Los meses pasaron y pasaron. Sus vidas fueron cambiando y ahora estaban mas que bien. Yaebin seguía trabajando, pero con esa plata que iba ganando se empezó a pagar un curso para ser profesora de literatura, y eso la mantenía muy emocionada ante la idea de tener una profesión la cuál le permitía leer y enseñar sobre eso.

Sunghoon, por su parte, era muy feliz. Volvió a la cafetería y tomó el puesto que Mihye había dejado. Y al mismo tiempo, gracias a una nueva oportunidad, al fin había empezado a enseñar patinaje artístico. Pudo retomar sus previos estudios y tomar el exámen final. Hoy era profesor de varios grupos y ni la lesión previamente tenida lo pudo frenar.

Verlo patinar emocionaba. Yaebin siempre largaba una que otra lágrima cuando lo iba a ver enseñar. Ella supo siempre que él lo lograría, estaba tan orgullosa.

Ambos siguen viviendo juntos y ahora con un integrante mas.

No, no habían tenido un bebé.
Pero, como Mihye y Heeseung partieron a Inglaterra hace un mes decidieron dejar a su gatito Misu con la pareja. Ya que de todo el grupo, Sunghoon y Yaebin son los mas aptos, y también tranquilos, para encargarse de un pequeño animalito.

— Misu es un nombre tan feo, no le queda—Sunghoon decía jugando con Misu sentado en el piso de su sala de estar. — Se tendría que llamar Vittali o Benedict. Estoy seguro que el nombre lo eligió Mihye.

— Ay si te llegara a escuchar Mihye, ya te estaría estrangulando—dijo Yaebin riendo mientras traía un plato con galletitas de limón que había hecho. Ella se sentó a su lado agarrando una. La pelinegra plantó un beso en los labios de Sunghoon.

Todo rondaba de maravilla. Obvio habían días de debilidad, días de quiebre o alguna que otra pelea pero era todo solucionado en el momento. Gracias al cielo ni Sunghoon ni Yaebin les gustaba estar enojados con el otro así que siempre trataban de perdonarse y tener una charla mutua. Eso era parte del elegirse y amarse. También entenderse y aprender a amar al otro.

Los años pasaban y ellos crecían cada día el uno del otro. Y se amaban, eso es lo mas importante.

Cada segundo de esta historia es importante para ellos dos, y hoy son felices con lo que tienen. Y no podrían estar mejor.

¿O tal vez sí?

— Yaebin, sé que somos jóvenes, literalmente solo tenemos veintidós y veintitrés años pero, estoy seguro con lo que te quiero preguntar. Nunca estuve tan seguro en mi vida—tomó sus manos con suavidad, Yaebin no entendía que estaba pasando, estaba atónita. Pero cuando vio a Sunghoon soltarla y arrodillarse frente a ella tuvo que tomar aire y tratar de no caerse al piso de la sorpresa. — Te lo pido hoy porque hoy estoy seguro que eres tú y porque realmente te amo. Sos mi motor a hacer de mi vida una mas interesante, me motivas y me haces crecer tanto como persona a como pareja, juntos. Por esa y miles de cosas mas, quiero preguntarte lo siguiente... ¿Te casarías conmigo, mi amor?

¿Quién diría que no ante tal hermosa propuesta?

Frente al mar, en unas mini vacaciones que se habían tomado hace una semana. Hoy era su último día allí, qué hermosa forma de volver a casa.

— Si, acepto—logró soltar la chica con la vista algo borrosa de las lágrimas enterponiendose en su panorama: Sunghoon poniéndole el hermoso anillo con lentitud.

Se abrazaron. Sunghoon la besó con intensisad y alegría mezclada. La sostuvo en sus brazos e hizo girar dando vueltas al rededor, mientras la brisa fresca de la playa hacía volar su cabello. Yaebin reía y se sujetaba del cuello de Sunghoon, sabiendo que él nunca la dejaría caer.

— Espera, espera—soltó Yaebin. Sunghoon la bajó y la miró esperando que hable, sin soltar su cintura. — ¿Estás seguro? Es decir, realmente somos muy jóvenes.

— Bin, hoy dices que sí pero podemos dejar los papeles y celebración para mas adelante, hermosa—él dejó un beso en la nariz de la chica. — A menos que tu madre se ponga tan feliz que quiera una boda el día siguiente en que se entere.

— Tienes razón—ella rió y luego volvió a besarlo, ahora mas calmados. — Gracias por ser el mejor compañero de vida que me pudo tocar, Hoon. Soy agradecida de haberte conocido.

— Digo lo mismo, mi amor. No me podía haber tocado alguien mejor. Te amo.

Te amo.

Y vivieron felices por siempre.



Fin.

LONELY ━━ park sunghoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora