11: Chica peculiar

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—¿Esto qué es?—pregunta escaneándolo y se lo muestra a doña metiche, perdón, a doña Margarita—. ¿Sabes lo que es?

David y yo compartimos una mirada. 

La señora Margarita que siempre finje estar coja, cojea en su dirección y lo agarra. Mi cuerpo entero se congela al ver la escena. Esto no puede estar pasando. Mi tía tiene una expresión de curiosidad plasmada en el rostro y ambas observan al aparato como si fuera algo traído por los ingenieros de Alemania. 

—Es un peine, Blanca—se lo arrebata a mi tía para llevarlo a su cráneo y restregar el vibrador en su cabeza. La escuchamos soltar un gemido bajito—. Que rico, me gusta porque hasta me da masajes. 

La mandíbula se me desencaja. 

Yo no puedo mirar esto.  A mi lado, David intenta aguantar la risa y le entierro el codo en el costado. Si se ríe, ellas se van a dar cuenta y no voy a ser yo la que va a explicar qué es lo que tienen en las manos. Mi tía escanea la fila de vibradores y agarra el que tiene forma de mariposa. Quiero llorar. 

David me codea el brazo repetidas veces y volteo a verlo. 

Gesticula: «Hay que decirles». 

Yo le respondo: «No te atrevas».

Se muerde los labios pero para aguantar la risa y yo giro los ojos. 

—Esto parece un brazalete—informa mi tía intentando colocar el vibrador alrededor de su muñeca. El calor de la vergüenza me arropa en cuanto lo enciende—. Esta muy bonita la mariposa. Mira, da unos buenos masajes para mi Túnel Carpiano—acto seguido, cierra y abre la mano. Sus ojos parecen iluminados. 

—Ay, a mi me gusta mucho este peine masajeador—me indica Margarita—. ¿Me lo prestas? Prometo devolverlo pronto. 

Mis mejillas se encienden y mi boca se abre pero no logro decir nada. 

—Estoy seguro de que no le va a molestar—mi vecino me salva de la situación—. Tiene varios masajeadores, igual no le hará falta.

Volteo a verlo. 

—Sí, lo que él dijo. 

Mi tía Blanca y Margarita se apresuran a guardar los vibradores en sus bolsos grandes de cuero. Ambas parecen feliz y yo no tengo el descaro para arruinarles la felicidad.  Ellas continúan moviéndose por la casa para sacar todo el agua, y volteo a mirar a David que le ha quitado la escoba a mi tía y ahora, es él quien termina de limpiar. 

—Bueno, me gustaría quedarme mas tiempo pero solo vine por los laboratorios de tu madre, no quiero quedar atrapada por la lluvia—asiento rápidamente ante el comentario de mi tía. Practicamente corro hasta mi habitación con ella siguiendome para buscar la hoja. Luego me coloco algo de ropa y ambas regresamos a la sala.  Mi vecina se inclina hacia un cubo para trapear el suelo, pero David le dice amablemente que él puede hacerlo. 

—Ya puede regresar a su casa, doña Margarita, estoy seguro de que su esposo la está esperando—me sorprende la amabilidad de David para echarla de mi apartamento. 

—Claro, ¿podrán terminar de secar todo antes de la tormenta?—pregunta ella observándonos a ambos—. No me importa ayudar. 

Ambos negamos efusivamente. Mi cuerpo entero está caliente pero por el bochorno. Mi tía se despide de nosotros y detrás de ella le sigue mi vecina. Quien parece más que feliz por su nuevo peine masajeador. 

En cuanto la puerta se cierra la carcajada estrepitosa de David inunda mi apartamento y me encojo más en mi posición. 

—El peine masajeador y el brazalete. Quien diría que dos vibradores harían feliz a un par de ancianas. 

Cierro los ojos y sacudo mi rostro intentando borrar el sentimiento de querer ser tragada por la tierra. Camino hasta el sofá y entierro mi rostro entre mis manos. 

—Esto es muy vergonzoso, quiero morir. 

Escucho sus pasos y se arrodilla frente a mí para quitarme las manos del rostro. 

—Eres una chica peculiar, Fátima—dice pasando sus dedos por mi mentón—. Y estoy deseando conocerte. 

 

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Chica Peculiar (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora