23: Demasiados miedos

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No puede ser posible. ¿Realmente acaba de decirme eso? No entiendo por qué mi corazón martillea con potencia dentro de mi pecho. Tengo mucho miedo. 

—David —intento decir con la voz ahogada. Siento un nudo en la garganta que no me deja hablar.

—No tienes que amarme de vuelta, Fátima.

—No se trata de eso —murmuro.

— Solo te lo dije porque lo siento así, no puedo ocultar mis sentimientos. Nunca he sido así. Lo sabes muy bien.

—Es que... —me aclaro la garganta y bajo la mirada —. Es demasiado pronto.

Me sale en un susurro y se acerca para levantarme el mentón.

—¿Y eso qué importa?

Me alejo de su toque para cubrir mi rostro. Estoy muy afligida porque no esperé esta confesión. No después de una sección de sexo que me ha dejado loca porque soltar una confesión de esa magnitud antes del sexo no importa mucho pero, soltarlo después, eso es caso serio. 

No pensé que un hombre como él me amara. Y soltarlo así de la nada me ha asustado mucho. No estoy acostumbrada a esto.

Lucho contra el impulso de pedirle que se marche. No puedo volver a herirlo así. David es un hombre tan maravilloso que no merece que le haga eso. De hecho, comprendo de golpe que él merece una mujer sin miedos, que se sienta segura, que no piense en el qué dirán.

—Fátima...

—No puedes amarme tan rápido. Esta mal.

—¿Para quién?

—Para el mundo —confieso en voz baja.

—A mí lo único que me importa es lo que tú pienses —me dice con la voz firme —. Si justo ahora decides que no quieres verme, lo voy a respetar.

Lo observo con los ojos empañados.

—No creo ser la mujer correcta para ti, tengo demasiados miedos.

Sus cejas se arquean ante mis palabras y parece respirar profundamente.

—No comparto tu opinión. Pienso que eres la única mujer que me ha hecho sentir hombre. Me aceptaste a pesar de mi discapacidad. Y te amo de esa forma. Amo todas las cosas buenas, las cosas que crees que son malas y lo que hay en medio. Toda tú.

Permanezco en silencio. Mi cuerpo tiembla porque estoy aguantando las ganas de llorar. Nadie me había dicho algo así.

—Es que —me interrumpo.

—Solo permíteme amarte, Fátima. No te estoy pidiendo que te cases conmigo, aunque ganas no me faltan —me tenso ante eso último. No sé por qué suelto una risita nerviosa.

—Vamos con calma, David, no me voy a ir a ninguna parte.

—Tienes razón —se recuesta en el sofá —. Soy muy intenso. Lo siento...aunque no lamento amarte de la forma en que lo hago.

Suelto una exhalación y me acerco a él.

—Te amo David Moncada.

Sus ojos brillan y ladea una sonrisa.

—¿Lo haces? —la ilusión en su voz me derrite. Muevo el rostro afirmando —. Repítelo —me sujeta el rostro con ambas manos y me observa directamente a los ojos.

—Te amo.  


Nota: Un meme que me ofendió

Nota: Un meme que me ofendió

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Chica Peculiar (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora