5: Calentura de adolescente

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—Día trecientosquince sin sexo: "Querido diario, anoche soñé con el señor que vende tamales, no es guapo, ni es joven, pero estoy tan sola que encuentro a cualquier persona atractiva. Necesito un muñeco inflable, un novio falso, algo que me ayude con esta calentura de adolescente..."—mis ojos se abren de golpe al escuchar la voz de Josué. Lanzo lo primero que encuentro, el control remoto. Suelta un chillido y se le cae mi diario de las manos. Corro en su dirección y le lanzo otro golpe antes de agarrar mi libro y esconderlo detrás de mi. 

Me arrepiento mil veces haberle dado una copia de las llaves de mi apartamento. Hay días que entra sin que me de cuenta y se come mi comida. Esas llaves son para una emergencia. 

—No vuelvas a leer mi diario o morirás—le advierto. Suelta una carcajada mientras se acaricia el lado que le golpeé con el control y camina fuera de mi habitación. 

—Voy a morir pero por un infarto, no puede ser que estés tan desesperada como para soñar con el viejito de la esquina, necesitas volver a nacer porque exorcizarte y sacarte el demonio de la mala suerte no te va a ayudar. 

—Bueno, gracias por levantarme los ánimos, que buen rol de mejor amigo haces—suelto molesta y camino hasta el baño. 

—Fátima, esto ya no es ni siquiera gracioso, ya pareces monja—lo escucho desde la sala. Giro los ojos mientras me lavo los dientes—. Me da miedo que se te pudra el chayote, amiga. A eso hay que darle mantenimiento, cambiarle el aceite, dilatarlo constantemente, hacerle un chequeo de presión cada semana.  

—No soy una camioneta. 

—¿Al menos usaste todos los vibradores que te regalé? Elegí como siete pensando que si no te gustaba uno, el otro sí.  

—¿Por qué tan obsesionado con mi vida sexual? —le pregunto caminando por el pasillo—. Tu no eres el que sufre. 

—Fátima, me da lástima tu vida social, sexual y hasta espiritual. Eres una treintona, ya tienes que pensar en tener hijos y una familia—hago una mueca. 

—No soy una treintona y los tiempos han cambiado, puedo iniciar una familia más adelante. 

Le paso por un lado. 

—Gimena dice que puede ayudarte a agendar una cita a ciegas—me dice muy casual. 

Josué y yo nos conocimos hace trece años y desde entonces, hemos sido más como hermanos.  Todas las chicas con las que salió se llevaban bien conmigo, excepto Gimena, que no confió en mi presencia y me odió por dos meses. Hasta que se dio cuenta que Josué no tiene ni jamás  ha tenido algún interés sexual hacia mi.

—No gracias, el último con el que me envió era un expresidiario y me pidió heroína—se ríe de mi y niega divertido. 

—¿Al menos te diste el baño de sal?—me pregunta sentándose en el sofá—. El último recurso es llevarte con una bruja pero no quiero llegar a eso—se acomoda un poco más y mete la mano entre medio de las almohadas pequeñas del sofá. Lo veo toquetear algo y hago una mueca. ¿Qué esta buscando? 

La sangre se me congela  en la cara al verlo extender un pedazo de tela que pronto se convierte en una corbata. 

—Interesante—murmura—. Veo que el baño te ha funcionado. ¿Ya le diste uso al bacalao? 

—Deja de comparar mi vagina con vegetales o animales—me quejo caminando hasta él y arrebatándole la corbata—. No es de tu incumbencia. 

—Como sea, vamos a la cafetería, se me antoja un café muy cargado—dice agarrando las llaves, lo sigo guardando mi celular en mi cartera y evitando mirar la puerta de mi vecino. 

—¿Sabias que existe un café que se hace con excremento de un animal? —pregunto ampliando una sonrisa al verlo fruncir el ceño—. El animalito mastica la semillita, la caga y después la gente se lo toma en café. 

Me siento orgullosa de saber más que él. 

—Es triste que sepas esas cosas, te hace ver más rara y loca de lo que ya eres. 

Mi sonrisa se borra. 

 

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Chica Peculiar (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora