Cinco años antes.
—¿Por qué no hay nadie de tu familia?— cuestiona mi compañera de cuarto, Karla. Es la única que sabe lo que va a pasar hoy. Arreglo mi vestido azul mientras observo mi reflejo en el espejo.
—No lo aceptarían—le respondo—. Nadie aceptaría a un hombre como Santiago—murmuro soltando un suspiro.
—Amiga—dice en un tono que no me gusta—. Cuanto quisiera que abrieras los ojos. Es diez años mayor que tú, tiene amigos cuestionables, un pasado muy turbio y un comportamiento extraño. No es para ti.
Siempre tan directa.
—Ya soy una adulta—le digo con la voz temblorosa.
—Tan solo tienes veintiún años—me dice poniendose de pie y acariciando un mechón de mi cabello. Karla es la única en la que confío en esta ciudad—. Estás empezando a vivir.
Suelto un suspiro y le doy una rápida sonrisa. Ella gira los ojos haciendo una mueca. Somos completamente distintas.
—Todo va a salir bien—le digo volviendo a mirar mi móvil, Santiago no ha respondido desde anoche. Y tengo un mal presentimiento.
—Amiga—vuelve a insistir.
Sacudo el rostro y camino fuera de la habitación evadiendo el tema.
—¿Donde está Will?—pregunto. Es nuestro compañero de clases. Y la otra persona que considero amigo en esta ciudad. Josué vive a kilómetros de aquí. Me mudé fuera de mi ciudad para poder terminar mis estudios.
—No quiere ir—me dice con tristeza—. Tampoco quiere que te cases. Es una decisión apresurada. Además, tu familia no tiene idea. Eres joven, inmadura y Santiago no es para ti.
Mi cuerpo entero se tensa.
—¿No puedes solo apoyarme? ¿Nunca te has enamorado?
—Sí me he enamorado, pero no me he quedado embobada por un hombre al punto de estar tan ciega, como tú.
—Karla, ya basta.
—No puedo permitir que hagas esto, Fátima. No te cases con él.
Ruedo los ojos y ambas escuchamos que alguien toca la puerta.
—Debe ser nuestro chofer—digo con emoción. Ella me observa como si hubiera perdido la cabeza. Nunca entendería, ni ella ni mis familiares—. Vamos, vinieron por nosotras.
Mi amiga solo hace una mueca y asiente sin decir nada más. Vuelvo a mirar mi móvil y decido marcarle a Santiago. No responde las tres llamadas que hago.
—¿No contesta?—ella cuestiona, fuerzo una sonrisa.
—Tal vez solo se quedó dormido.
—¿El día de su boda? —hace una mueca de tristeza y sacude el rostro.
Cuando llegamos al lugar, ella es la primera en salir. Me giro al chofer.
—Te daré cien dólares si eres uno de los testigos en mi boda.
—Vale.
Los tres entramos al lugar y nos dirigen a una sala. Los testigos de Santiago ya están esperando. Para poder casarse frente a un juez cada uno debe tener por lo menos dos testigos.
Ernesto y Jonathan me saludan con alegría. Son primos de Santiago y me caen muy bien. Karla rueda los ojos al verlos, nunca ha tenido una buena opinión acerca de ellos, dice que son mujeriegos y que me escanean con la mirada cuando Santiago se gira. Yo no le creo, nunca lo he notado.
—¿Saben algo de Santiago?—pregunta Jonathan. Karla se cruza de brazos.
—¿Ustedes son sus testigos y no saben nada de él?—yo me tenso porque Karla tiende a ser muy brusca y directa al hablar. Ellos se miran y sacuden el rostro.
—Ayer solo fuimos a los bolos y después de ahí regresamos a nuestras casas.
Mi pierna se mueve con ansiedad, vuelvo a mirar el móvil. Santiago y yo estuvimos un año saliendo y nos enamoramos tan profundamente que hace un mes me propuso casarme con él. Yo acepté sin pensar demasiado. Lo amo con todas mis fuerzas.
La puerta vuelve a abrirse y todos nos tensamos al ver al juez.
—¿Comenzamos?—cuestiona al vernos todos de pie. Se detiene frente a un pequeño altar. Karla da un paso adelante.
—Señor Juez, el novio no ha llegado.
El juez sacude el rostro y suelta un suspiro.
—¿Hoy también? ¿Qué está pasando con la juventud de ahora?—cuestiona en voz baja. De repente, el teléfono de Jonathan suena y lo saca rápidamente. Observa la pantalla y me mira.
—Es Santiago—me avisa antes de descolgar. En la sala se hace un silencio inquietante, mientras el rostro de Jonathan se transforma a medida que los minutos pasan. Él ni siquiera ha hablado, solo se queda pasmado escuchando lo que sea que le esté diciendo Santiago al otro lado.
Un frío de terror me atraviesa el cuerpo al ver su expresión.
—¿Y bien?—cuestiona mi amiga—. ¿Por dónde viene?
Jonathan cuelga la llamada, sus manos parecen temblar. Y me mira con mucha culpa.
—No va a venir.
Mi mundo entero se desmorona ante mis ojos.
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Chica Peculiar (+21)
RomanceFátima es una chica peculiar. Además, de que tiene muy mala suerte para mantener un trabajo. Sus ambisiones se resumen en, vivir la vida al máximo, equilibrar sus chakras cada viernes y mantener su nuevo trabajo. Pero las cosas cambian cuando algui...