13: Hazme tuya

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Su mirada escanea todo mi cuerpo y de pronto, me aferro a su cuello y estrello mis labios con los de él. No le toma demasiado tiempo acercarme por la cintura para profundizar el beso y de nuevo, soy como gelatina entre sus musculosos brazos. Le toma unos segundos ponerme de pie para sujetarme por la cintura y besar mi cuello. Mi cuerpo se estremece y suelto un suspiro.

Dios mío, estar entre sus brazos se siente tan increíble. Me siento pequeñita frente a él.

—¿Cuál es su respuesta?—susurra sobre mi mejilla—. Señorita — termina por decir. Nos miramos fijamente y se me dificulta tragar.

—Hazme tuya, David.

Ambos somos conscientes que la lluvia ha comenzado y los truenos no se hacen esperar.

Su rostro se hunde en mi cuello, y sus habilidosas manos me acarician la espalda. Vuelve a besarme con más ganas y sus dedos juegan con el dobladillo de mi camisa. Lo levanta lentamente para lanzarla en el suelo. Lo veo inclinarse para sentarse en el sofá y me hace un gesto para sentarme a ahorcajadas sobre él. Obedezco de inmediato, y sus manos se posicionan en mis muslos para acariciarlos.

—No puedo entender esto que siento al tenerte cerca—suelta en voz baja y se lame los labios—. Es algo que no voy a poder explicar jamás.

Cierro los ojos escuchándolo y me inclino para acercar mis labios a su cuello. Suelta un sonido gutural de excitación y me acomoda mejor entre sus piernas. Con cada beso o lamida que le proporciono, su agarre se aprieta. Su rostro tiene esa expresión tan deliciosa de placer. Definitivamente, le gusta mis besos en el cuello.

Vuelvo a besar sus labios.

Somos un caos de besos desesperados, pero la punta de sus dedos sigue trazando caricias por todo mi cuerpo. Estoy extremadamente caliente por él y creo que lo sabe. La punta de sus dedos acaricia toda mi columna vertebral y se detiene en la parte posterior de mi sostén. Con una mano, desencaja la parte de atrás.

Mis pechos quedan expuestos frente a él. Y en vez de sentirme avergonzada, me siento poderosa y hermosa. Ese es el efecto que logra causar en mí.

Y no sé si eso debería preocuparme.

—Mi segunda parte favorita de tu cuerpo—me alaga mirándolas embelesado. De nuevo, la punta de sus dedos acaricia el arco de mis pechos. Mis vellos se erizan a medida que traza un camino de líneas alrededor de mis pezones.

Eso inmediatamente me causa efecto en donde ya sabemos.

—David, házmelo ya—logro decir en un tono desesperado cuando lo veo inclinarse para pasar la lengua por la punta de mi pezón.

Mi centro se aprieta y suelto un gemido. Hace mucho que nadie me toca y estoy demasiado sensible. No me extrañaría correrme con tan solo este acto.

—Una reina como tú merece que le de todas las atenciones—le da un mordisco leve a la punta de mi pezón y cierro los ojos, embriagada por su toque y por su voz—. No solo voy a cogerte, Fátima. Yo voy hacerte el amor. Voy hacerte sentir como nadie lo ha hecho, es una promesa.

Entonces, me recuesta sobre el sofá y se deshace de toda mi ropa. Jamás en la vida había conocido a alguien que se preocupe demasiado por hacerme sentir mujer. Esto sobrepasa mis expectativas. Se inclina sobre mí para dejar besos en mis labios, mejilla, cuello y pechos.

—Tienes un sabor como de mar—menciona, lamiendo mi cuello. Suelto una risa incómoda. Sus manos se apoyan a los lados de mi cabeza para mirarme con curiosidad.

—Es por el baño de sal—le explico. Sus ojos oliva brillan con diversión y sus labios se curvan en una media sonrisa. Es guapísimo. Se inclina para volver a besarme.

Chica Peculiar (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora