Unos golpes en la puerta me obligan a abrir los ojos. Observo la mesita de noche, el reloj marca las 3 AM, seguramente es el diablo. Que viene a buscarme por todos mis pecados. Vuelvo a recostar mi cabeza para intentar dormir, pero de nuevo, los golpecitos en la puerta me preocupan. Tal vez alguien necesita ayuda.
«¿Qué va a querer el diablo a esta hora?» La vocecita de mi conciencia me obliga a tensarme de miedo.
Me coloco una bata y camino por el pasillo encendiendo las luces. Me acerco a la puerta lentamente pensando que tal vez necesito una cruz o algo que me proteja.
—¿Quién es?
—Fátima... —escucho la voz ahogada de David y frunzo el ceño.
Con todo y mi nuevo trabajo no lo he podido ver durante estas dos semanas. Me quedaba hasta tarde en la empresa, mamá o Samuel me pedían favores y tenía que desviarme ocasionando que llegara tarde a mi apartamento. No es que no haya mantenido comunicación con David, pero igual es extraño que venga a esta hora. Le abro la puerta, preocupación adornando todo mi rostro. Me observa con las pupilas dilatadas y da unos cuantos pasos para meterse en el apartamento.
—Estoy ardiendo de deseo por ti —cierra la puerta detrás de él y avanza en mi dirección.
Por instinto, doy unos pasos hacia atrás, pero me alcanza y me estrella contra él. Mis cejas se disparan al cielo al percatarme de su clara erección.
—Pero si —me interrumpe cuando estrella sus labios y me besa con desesperación. Sus manos avanzan hasta detrás de mis muslos para levantarme y lo rodeo por la cintura. Un brazo me rodea la cintura y el otro, agarra mi cabello con brusquedad. La temperatura aumenta de repente y nuestras respiraciones se aceleran.
—Te deseo, — dice de repente con los ojos cerrados —. Maldita sea — suelta con frustración y me apoya sobre la encimera de la cocina —. No puedo, no puedo aguantarlo más, Fátima, deseo tenerte. ¿También lo quieres?
Su mano acuna mi rostro y uno de sus dedos acaricia mis labios.
—Me has tomado por sorpresa, pero no me quejo —le confieso con media sonrisa.
Vuelve a besarme, y al mismo tiempo, se abre los botones y escucho el cierre de su pantalón. Mi corazón martillea con fuerza dentro de mi pecho, mi interior se contrae ante la espera. Sus labios se mueven por mi mentón hasta alcanzar mi cuello. Mi ropa interior es movida a un lado y de repente, David entra en mí con brusquedad, como nunca lo había visto y es algo nuevo que me fascina ver en él.
Comienza a moverse, ondas de placer me recorren el cuerpo cada vez que me embiste.
—El caballero duerme, Fátima, hoy no soy eso. No esperes que sea gentil—sus embestidas incrementan, un escalofrío me recorre el cuerpo. Sus manos se detienen en mi cintura y me acerca a él para estar más profundo. Empuja su cintura con apetito como si esto fuera lo único que necesitaba para vivir. Mis piernas tiemblan y cierro los ojos—. ¿Te gusta?
—Me encanta —respondo con la respiración agitada, sus movimientos continúan siendo bruscos.
Suelto gemidos sonoros, su mano alcanza mi cabello y me acerca para darme un beso. Su lengua se introduce en mi boca al tiempo que empuja sus caderas en mi dirección. Ambos nos movemos al compás.
Recuesto mis codos en la encimera y lo observo desde mi posición. Él se concentra en la manera en que nuestros cuerpos se vuelven uno y se relame los labios. Admito que verlo tan descontrolado y ardiendo de deseo por mí, me pone muy caliente, tanto así que me corro. Mi cuerpo entero se tensa y cierro los ojos tocando el cielo. Cuando me recupero, abro los ojos, David todavía está muy duro y sonríe con picardía.
—Si piensas que esto es lo único que te haré, estás muy equivocada.
Me advierte saliendo de mi interior y me obliga a ponerme de rodillas.
—Abre esa boquita —coloco ambas manos en sus muslos, y agarra su erección para introducirlo en mi boca.
Lo rodeo con mis labios y realizo movimientos que estoy segura le gustan mucho porque cuando observo hacia arriba, me observa fijamente mordiéndose los labios. Sus ojos ya no se ven color oliva, se ven más oscuros.
—Suficiente —dice, ayudándome a ponerme de pie.
—David —intento hablar, pero me silencia volviendo a besarme y me derrito sobre sus labios. Lo deseo tanto. Con movimientos torpes avanzamos hasta el sofá en donde me desnuda.
—Ponte de rodillas sobre el sofá —me ordena. Hago todo sin chistar y desde atrás vuelve a embestirme. Con la palma abierta de su mano golpea mi trasero.
Me muerdo los labios porque David parece otro, más atrevido, menos cohibido y esto me tiene demasiado húmeda. No es que no me guste que sea caballero, pero me irrita que me pida permiso para tocarme. Me gusta que se comporte así, como un salvaje porque claramente me desea como yo lo deseo a él.
Un rato más tarde, cuando nuestros cuerpos caen por el cansancio sobre el sofá, se acerca para abrazarme y dejarme un beso en la frente.
—¿Crees que estoy loco si te digo que te amo?
Mi cuerpo entero se congela ante esa confesión y me quedo muda.
—No tienes que sentir lo mismo por mí. Me basta con que aceptes mis sentimientos y no te alejes de mí —vuelve a decir acariciando mi rostro y observándome con algo más que ilusión.
Mis ojos se cristalizan.
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Chica Peculiar (+21)
RomanceFátima es una chica peculiar. Además, de que tiene muy mala suerte para mantener un trabajo. Sus ambisiones se resumen en, vivir la vida al máximo, equilibrar sus chakras cada viernes y mantener su nuevo trabajo. Pero las cosas cambian cuando algui...