II. Lazos

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La percepción que nuestros ojos pueden llegar a tener de la realidad será validada por las emociones que bullen dentro del corazón. Los matices y colores de un mundo lleno de vida no son más que el reflejo de una psique entusiasta.

Sin embargo, un entorno rodeado de una tormenta llena de grises y azules no hace más que exteriorizar la tristeza, soledad y dolor que corroen nuestra alma, afectándonos y haciéndonos sentir asfixiados, como si tuviésemos alrededor de nuestro cuello una mano que nos corta el aire con toda la fuerza de los demonios de la culpa y la soledad que nos acechan y destruyen constantemente sin poder tener una solución física para frenarlo de inmediato.

Cuando los ojos color esmeralda de August se abrieron, supo que algo dentro de sí mismo había cambiado. Al inhalar, se percató de lo fresco que estaba el aire, hasta el punto de que, al exhalar, se formó un vaho gélido. El sol de la mañana había llegado, y el brujo de largos cabellos pudo apreciar toda esta nueva gama de colores... Se sentían más vivos, radiantes y llamativos.

Pero, por otro lado, era capaz de sentir el precio que tuvo que pagar por sus actos de esa fatídica noche. Un océano de oscuridad se instaló en su ser y no se iría jamás. La cantidad de magia negra dentro de sí era abismal, una fuerza imparable que casi parecía tener vida propia. La oscuridad cubría cada rincón de sí hasta un punto agobiante. Tuvo que tomarse unos segundos para estabilizarse. No comprendía como su prodigiosa madre, Eyra, dominó dicha oscuridad con suma facilidad.

Entendía lo que había hecho y la consecuencia que tuvo. No debía utilizar su magia. Si quería mantener a salvo a sus seres queridos, tendría que contener ese poder con una presa si era necesario.

Su mirada se posó en el rostro de Elizabeth, sus bellos ojos marrón lo veían con preocupación. Luego fue consciente de Giah, Sara y Erik. Su familiar saltó de inmediato hacía él, lamiéndolo con gusto mientras el rubio alfa se cubría el rostro lleno de felicidad al verlo despertar. La loba de cabello ondulado limpió una lágrima que corría por su mejilla y lo abrazó de inmediato, siendo seguida al instante por los otros dos chicos, que no esperaron ni otro segundo para unirse.

—¡Demonios, August! ¡Nos tenías preocupados a todos! —Soltó Beth aliviada. El joven Keller se puso de pie con rapidez y corrió fuera de la tolda. El príncipe acarició y dio mimos a su familiar que no cabía del júbilo al verle al fin despierto.

—¿Dónde está Chris? ¿Él está bien? ¿No le ocurrió nada? ¿Logró sobrevivir? —Todos los presentes lograron percibir la preocupación en la voz del castaño. Jonathan y su hijo ingresaron con rapidez al lugar y el gran lobo abrazó al chico.

—Hijo, nos diste un gran susto a todos. Llevabas una semana en coma, August —Susurró el hombre en medio del abrazo.

—Con respecto a Chris, él no sufrió heridas aquella noche. Sin embargo... Algo le ha estado ocurriendo —Comenzó Sara, totalmente cautelosa de no herir al menor—. Su transformación híbrida ha estado inestable desde que caíste en coma, Gust.

El brujo intentó levantarse de inmediato, dispuesto a ir en busca del pelinegro, sin embargo, fue frenado por Beth.

—Sé que sonará duro, August. Pero antes de hacer cualquier cosa... Debes saber algo más —Afirmó la vampira, provocando que la mirada del chico se posara totalmente en ella.

—¿Qué ocurrió?

—La noche en la que hiciste ese hechizo... Mitchell fue asesinado por Bartolomé —Soltó con voz tomada Sara.

Los ojos de August se cristalizaron, sin embargo, no alcanzó a llorar.

—De alguna forma... Ya lo sabía —Su voz sonaba rota.

August: Maldecido © |Libro 2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora