VIII. Traumas

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Elizabeth estaba acompañando a Alisha a buscar su ración de sangre. Había sido difícil que la morena le dirigiera la palabra después del enfrentamiento que tuvo con Marius aquella mañana. Aun cuando estaban obligadas a trabajar juntas, la chica había fingido que la presencia de la rizada era un mero espejismo.

Tuvieron que pasar dos semanas para que Lish le volviera a dirigir la palabra. Confesó que se sentía algo aterrada y cohibida con lo que Beth demostró que podía hacer, ya que nunca había visto a uno de su especie realizar una demostración como esa.

El resto de los vampiros sí que se habían rehusado a volver a hablarle, sin embargo, era un beneficio para ella, porque Marius los siguió, y al parecer, ninguno la había delatado.

El establecimiento donde buscaban la sangre se ubicaba detrás de una de las carnicerías. Según pudo percibir la rizada, los brujos mezclaban la sangre animal con humana, ya que algunos de ellos donaban un poco para alimentar a los vampiros protegidos de Volkov.

El lugar no era feo ni estaba descuidado. Lucía exactamente igual al resto de locales del reino. Cuando entraron Elizabeth se percató de que el sitio era muy similar a los templos donde los humanos iban a rezar. No entendía por qué fue construido de esa forma, sin embargo, la llenaba de curiosidad.

Junto a las paredes, se hallaban — separados por aproximadamente dos metros —unos altos recipientes de acero que contenían la sangre animal recién drenada. Se le hacía extraño que la tuvieran de esa forma, cuando consideraba que lo mejor era mantenerlo en un lugar más fresco. Se acercó a uno y notó entonces que el recipiente tenía incrustaciones de hielo. Probablemente tenía un hechizo para mantenerla en un buen estado. Aparte que sería tomada casi al instante.

Beth vio como la morena buscaba una copa y se servía un poco de sangre. Ella, mientras tanto, continuaba mirando el lugar.

—La infraestructura fue sugerida por un humano hace mucho tiempo. Venía de un sitio muy devoto y creyó que podría "purificar" a las brujas y criaturas del mundo sobrenatural con una iglesia. Claramente no sirvió de nada y los habitantes de Volkov decidieron hacer de este lugar un espacio que funcionase para la alimentación de los de nuestra especie —Ese aquelarre era muy extraño. Ella estuvo evitando el mayor contacto posible con las brujas, no podía contener las emociones negativas que se formaban en su interior. Sabía que necesitaba de éstas para romper la maldición, pero sería un trabajo difícil el poder confiar lo suficiente como para pasar por alto los recuerdos que la agobiaban—. Espera aquí, debo firmar en el despacho que ya bebí mi porción.

La vampira se percató de que no hubieran ojos curiosos y acercó su mano a la sangre, concentrándose en esta. Vio cómo cierta cantidad se fue elevando poco a poco, formando una esfera.

Se vio conmocionada cuando la voz de su verdugo — Shane — llegó a su cabeza, aunque también podía oír la de Darick. Los recuerdos tortuosos le gritaban que las brujas sólo podrían hacerle daño y que debería irse con los suyos.

Comenzó a respirar sin control, sentía que estaba iniciando a hiperventilarse para evitar un ataque de pánico, pero no estaba funcionando. Elizabeth sentía que estaba perdiendo el control por completo.

—Vamos, para, vamos, ¡para! —Repetía desesperada entre susurros. Trastabilló y tropezó con uno de los asientos, sintiendo que su mirada se desenfocaba. La hipersensibilidad en sus oídos llegó a ser intensa, podía oír todos los ruidos del reino y creía que su cabeza iba a explotar por la abrumación—. ¿¡Por qué no me dejas en paz!? ¡Han pasado siglos! ¡Hice de todo por dejarte atrás!

»¡Malditas brujas, ya déjenme ser libre!

Dentro de su ataque, pudo conseguir que su visión se estabilizara, sin embargo, lo que vio la dejó helada. La sangre se había elevado de los recipientes en forma de torbellinos y la oscuridad salía de las esquinas como tentáculos siniestros descontrolados.

August: Maldecido © |Libro 2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora