Dentro del mundo onírico la realidad puede beneficiarte en su totalidad, doblándose a tu voluntad para cumplir tus fantasías más profundas, siendo un espacio donde la posibilidad e imposibilidad coexisten. Sin embargo, las pesadillas pueden apoderarse de aquel plano, transformándolo en un infierno asfixiante, una prisión claustrofóbica que te impide marcharte... se rehúsa a dejarte despertar.
Elizabeth estaba acostada en la cama de su habitación. La luz de la luna se filtraba de a poco gracias a pequeñas ranuras en la cortina que cubría la ventana de cristal entreabierta, permitiendo que ligeras brisas de aire nocturno danzaran al ingresar, refrescando el lugar.
La chica – gracias a su mirada sobrenatural – miraba el cielo estrellado debatiéndose si dormir o no. Antes no tenía esa opción, no contaba con la elección de cerrar sus ojos y dejarse ir por unas cuantas horas. Estaba demasiado ocupada escapando, sumida en la paranoia y una vida de estragos, estabilidades a corto plazo y felicidades efímeras, casi inexistentes. Al llegar a Heulen, fue la primera vez que pudo hacerlo, nadie la trató raro o hizo un gran escándalo sobre el tema y eso le gustó, no quería sentirse extraña ante cada cosa que hiciera.
Como vampira, no necesitaba dormir, podía existir por diez mil años y no haberlo hecho nunca, esa era una ventaja con la que contaban, la falta de sueño, la energía infinita... Nada de eso significaba que no le gustaría hacerlo, así que cuando pudo, lo disfrutó al máximo.
Ahora estaba aterrada, tenía miedo de cerrar sus ojos y enfrentarse a su verdad. Había intentado dormir en una de las noches cuando estaban en el viaje de regreso y fue abrumada con recuerdos inconclusos, destellos inconexos de una vida que ni siquiera parecía la suya, pero algo que sí vio con claridad era el manto rojo de una luna sangrienta sobre ella, y el fuego.
Un fuego asfixiante y tortuoso que buscaba abrazarla con intensidad. Podía sentirlo, calentando su piel y cortando su respiración. La desesperación en el aire era casi palpable, los gritos agónicos, los pasos de decenas de personas corriendo se oían tan vivos... reales.
Por último, lo que provocó su miedo, el rostro que la persiguió desde esa noche sin descanso alguno, la imagen que se presentaba cada vez que sus parpados caían... Su hermano. Lo había oído llamarla entre gritos, podía notar que era un niño, unos quince años tendría en sus recuerdos probablemente, no aparentaba más. Su sola presencia sacudió su cuerpo, derrumbando su espíritu. Había consumido sus fuerzas en su totalidad.
Fue incapaz de continuar durmiendo y no lo había intentado otra vez. Escapaba de su pasado, de las memorias que las brujas ocultaron dentro de ella. Ahora sólo podía pensar y repensar en esos recuerdos inconclusos, en los vistazos y la sangre que pintaba aquel cielo nocturno que – para ella – no representaba más que la muerte, el dolor y sufrimiento que había existido en su vida desde lo que su frágil mente es capaz de recordar.
Miraba el cielo, en un intento más que desesperado por darse el valor que claramente le faltaba para tomar la decisión, la oportunidad que había esperado tener desde hace meses, recuperar sus recuerdos, obtener su verdad, armar el rompecabezas inconcluso que era su esencia y estar completa, como nunca lo había estado; pero tenía miedo, su mente estaba jugando con ella al hacerle saber que una parte dentro de sí – así fuese mínima, pequeña como un grano de arena – no quería revivir su vida antes de permanecer cautiva por tantos años, porque hacerlo significaría aceptar lo inaceptable... que su familia no la amaba, que siempre estuvo sola, que su hermano la vendió a sus esclavistas y que jamás pudo contar con nadie, ni siquiera en su niñez.
La vampira se odiaba a sí misma, se estaba aborreciendo a una escala enfermiza debido a que una parte de ella – aquella que se manifestaba como una vocecita en los primeros días que empezó su viaje con sus amigos – había regresado, y culpaba al psíquico por dejarla en esa situación. Era ridículo, absurdo su pensar, ya que fue ella quien le habló múltiples veces al chico sobre desbloquear sus memorias, fue ella quien le permitió acceder a su mente y destruir las prisiones mentales que tenían su esencia apresada...
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August: Maldecido © |Libro 2|
Teen FictionLa magia negra siempre había estado buscando brechas, apoderándose de distintos seres para lograr expresarse, pero, ¿qué pasa cuando son los seres quienes se apoderan de ella para sus beneficios? Las brujas Adair habían luchado por la supervivencia...