VII. Planes

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Aferrarse a cosas del pasado podría ser dañino, ya que no te dejará progresar y seguir adelante. Nuevas oportunidades podrían ser perdidas por estancarte en la comodidad de lo que alguna vez fue, por miedo a ver lo que podrías llegar a ser.

Vivir aferrado a algo podría significar... Tu perdición.

August abrió sus ojos en un bosque blanqueado, a causa de la nieve. Él no podía sentir el frío y supo que algo iba mal cuando notó que se hallaba descalzo. No sabía dónde se encontraba, sin embargo, parecía que todo el lugar vibraba por una fuerza invisible.

El castaño de ojos verdes se dio un momento para analizar su entorno. Por lo que, cuando miró fijamente a la nieve, se percató de que habían huellas de un animal muy grande. Probablemente serían de lobo. Se arrodilló con suavidad y acercó su mano hasta la huella más próxima.

Múltiples voces llegaron a sus oídos cantando entre susurros una palabra que ya había leído antes: "Heis".

"Heis es la tierra maldita. Donde se pierde la esperanza y te asecharán aquellas fauces de oscuridad. Ven a Heis y estarás un paso más cerca de la verdad"

El brujo Adair pudo ver entonces como una potente brisa se llevaba toda la nieve, dejando sobre lo que alguna vez fue un bosque congelado, un hermoso y verde lugar.

Gust se levantó cuando divisó una bruma lila levitando por los aires. De ella salían suaves ruidos que le hacía pensar en las hadas del bosque que habitaban en lo más profundo de la tierra. Caminó con calma hacia su dirección, pero ésta se movió, como si deseara ser seguida. No tuvo de otra y fue despacio.

Pudo ver un inmenso árbol que tenía tallado una triqueta en su tronco. No supo cuánto caminó porque ni siquiera se sentía cansado, pero se detuvo cuando dicha bruma ingresó a una oscura cueva. No sabía que tan buena idea sería entrar ahí, porque en definitiva se veía poco seguro y no tenía nada para alumbrar ese sitio en penumbras.

Se llenó de valor e ingresó en la cueva, pero al dar un par de pasos en la oscuridad, apareció repentinamente en la noche en que Tristán sacrificó su vida por Sotiría y el mundo sobrenatural. Justo frente a August se encontraba el dichoso pergamino con la maldición de fuego.

Nuevamente pudo leer el mensaje que lo hizo pensar por tantos días. "PARA H" estaba plasmado en el papel.

¿Qué querría decir? Ya sabían que Hionte fue el vampiro que armó la revolución y destruyó todo. No comprendía por qué sus visiones insistían tanto en ello.

Tocó el papel y escuchó un sonido metálico detrás de él. Se giró y se percató de que ya no estaba en la casa del brujo de fuego, sino que ahora parecía hallarse en una de las habitaciones del palacio Volkov. El blanco de sus paredes lo ubicó con rapidez.

Frente a su persona estaba una pared sin ningún adorno, a excepción de un enorme cuadro enmarcado con oro, sin embargo, parecía no poseer alguna imagen en él. Estaba todo negro y eso le hizo fruncir el ceño.

Acarició el enmarcado y de él salieron estrepitosos ruidos que parecían de guerra y fuego. Los lamentos de personas agonizantes y la emoción de placer al verlos sufrir. El menor de los Adair retrocedió asustado y se dio la vuelta, mirando que del otro lado, en lugar de aquella habitación de Volkov, se encontraba una cueva, justo donde se había adentrado en primera instancia.

August notó que había otro marco, sin embargo, éste se encontraba desgastado y maltratado. Habían piezas de oro entre otras cosas.

Ignoró todo esto, debido a que su atención fue llamada plenamente por la pintura frente a sus ojos. Estaba igualmente en blanco. No poseía imágenes o algo similar. Era demasiado extraño todo.

August: Maldecido © |Libro 2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora