Capítulo 35: Luna

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El día llegó.

La luna nueva era aquella noche.

El destino del Bosque de Norüem se decidía aquella noche.

En el campamento rebelde reinaba gran agitación antes de la puesta de sol. Se estaban preparando para la gran batalla que disputarían en unas horas. Además, sabían que aquella vez les sería más difícil entrar en la Fortaleza Negra, pues Nurcuam no dejaría que sus defensas cayeran tan rápido. Y además estaba el ejército de Kashia, nada menos que tres mil guerreros bajo el mandato de una soberana que no controlaba su poder. Aquello sin contar con las fuerzas de Nurcuam, que debían de ser en torno a otros mil soldados que vencer.

Cuatro mil soldados, aproximadamente, que los esperarían aquella noche en el campo de batalla con las espadas desenvainadas.

En cuanto a ellos, hacía seis días llegaron los guerreros élficos de Rhëmune. Eran trescientos en total; un número elevado teniendo en cuenta las bajas que habían sufrido en el ataque a Elfes By, tiempo atrás. Así que el total de elfos que lucharían al lado de Swend ascendía a mil.

Si sumaban el número de centauros y de los habitantes de Wallem conseguían subir a los mil quinientos guerreros. Aunque aún así seguían siendo insuficientes para combatir a las fuerzas de Kashia y Nurcuam juntas.

Guerreros humanos había más bien pocos. Aquella semana habían ido llegando más, pero el número total no superaría los quinientos. Dos mil frente a cuatro mil. Algunos habían perdido la esperanza.

Al atardecer, Inisha recogió todas las cosas que tenía en el campamento y las cargó en un carro que había conseguido. También subió a Amarië, pues ambas volvían a Elfes By aquella noche. Llevaban toda la semana en el campamento porque Inisha quería estar cerca de Anaër el máximo tiempo posible, pero todo tenía un límite.

Anaër la ayudó a subir las bolsas en el carro. Juntas, engancharon el caballo y lo pusieron todo a punto. Y llegó el momento de la despedida.

- Otra vez tengo que decirte adiós- lamentó Inisha, con lágrimas en los ojos-. Y no sé si volveré a decirte hola.

- Volveremos a vernos, no lo dudes. Esta noche venceremos, lo tengo claro.

Pero las palabras de consuelo no ayudaron a Inisha. Tenía muy recientes las penurias vividas en la Fortaleza Oscura, todos los tormentos sufridos, como para albergar la esperanza de que Anaër regresaría viva y victoriosa de aquella batalla.

- Está bien- aceptó, con voz rota, mirando el sol que se hundía en el horizonte-. Quería darte una cosa, pero este quizá no es el momento adecuado...

Se mordió el labio inferior, indecisa, y señaló con un ademán el trajín de rebeldes, que se preparaban para la batalla. Anaër entendió.

- No me lo des. Cuando vuelva me lo entregarás: así tendré una razón por la que volver. Te prometo que volveré para que me des lo que me quieras entregar.

- Que así sea. Nos veremos en casa.

Inisha le echó los brazos al cuello y enterró la cabeza en su hombro. No pudo evitar que se le escaparan un par de lágrimas indiscretas, pero aún así inspiró hondo y trató de serenarse.

- Volveré, Inisha...

No le dio tiempo a decir nada más, porque entonces Inisha la besó, con las lágrimas rodando por sus mejillas como ríos de diamante. Anaër la correspondió y la abrazó con más fuerza, en una muda promesa de que estaría bien.

Anaër se despidió de Amarië con un beso en la frente y un abrazo. La niña tampoco quería que se fuera, pero la elfa le prometió que volvería.

- No es un adiós- dijo, cuando el caballo ya movía el carro, e Inisha y Amarië desaparecían entre los árboles-. ¡Es un hasta pronto!

La Llamada del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora