Astrid bloqueó el golpe, hizo una finta y su espada se hundió en el pecho de su enemigo. Contempló con indiferencia cómo el cuerpo del soldado caía al suelo cuando ella retiró el arma sin una palabra. Miró el filo de la espada, bañado en sangre, y respiró hondo: ya quedaba menos.
A su lado, Atrea aulló, señal inequívoca de que el tiempo se les acababa. La norteña atravesó la marea de cuerpos enzarzados en la lucha y rebanó algunos cuellos antes de llegar hasta la loba, que la esperaba junto a las puertas derribadas.
- Vamos, amiga- gruñó Astrid, pero algo la hizo detenerse.
Alzó la mirada y contempló la Fortaleza Negra, mientras un torrente de emociones contradictorias la asaltaba sin piedad. Por un lado, estaba deseando entrar allí para ajustar cuentas con Nurcuam; por el otro lado, no sabía si sería capaz de cruzar el umbral derruido que la separaba de la creación que mejor demostraba el poder de él. Porque si atravesaba aquellas puertas derrumbadas, sería completamente real: él era malvado, y la había olvidado.
El ladrido impaciente de Atrea la devolvió a la realidad. Aunque su corazón distaba mucho de querer regresar a aquel mundo de muerte y hostilidades inacabables...
Esta vez, Atrea le mordió el tobillo, aunque no con demasiada fuerza. Astrid gritó de dolor y de enojo; maldiciéndose a sí misma por ser tan estúpida, se subió de un salto al lomo de la loba. Procuró olvidar las absurdas dudas de su corazón y enfrentarse a su destino.
Pero por mucho que fuera una persona fuerte y segura de sí misma, no pudo evitar mirar la torre más alta por última vez antes de cruzar las puertas. Y allí, en uno de los ventanales, vio una sombra.
Nurcuam la observaba.
Astrid miró fijamente la sombra de la ventana. Y, en voz baja, preguntó:
- ¿Cómo te hago saber que nunca te dejé de querer?
⚜⚜⚜
Swend galopaba incansablemente entre los combatientes de ambos bandos. Él no luchaba, pues la luz de sus astas era tan poderosa que con solo mirarla los soldados enemigos caían al suelo, cegados por su intensidad y pureza. Así que el rey únicamente tenía que avanzar en línea recta, hacia las puertas derruidas por el ariete.
Cruzó, y, sin demora, se dirigió a toda velocidad hacia las puertas principales. Le salieron dos soldados al paso, pero una cola larga y azul los quitó del medio sin problemas. Swend agradeció a A-hior el trabajo y subió la escalinata negra que llevaba a la entrada.
Las puertas estaban cerradas, y para colmo una extraña energía oscura chisporroteaba a su alrededor. Swend se acercó unos pasos, pero retrocedió al instante, abrumado por la fuerza de las tinieblas que rodeaban las puertas. Si se acercaba más...Bueno, podría sucederle algo sumamente desagradable.
- ¿Y ahora qué hago?
La respuesta a su pregunta fue la presencia que sintió detrás suyo. Se volvió, y vio a la Dama Astrëlla de pie junto a él, con el rostro firme y semejante a una estatua tallada en alabastro.
- ¡Dama Astrëlla! ¿No habíais dicho que os íbais a quedar en el campamento?
- Sí, majestad, dije eso. Pero he pensado que quizá necesitéis mi ayuda aquí, en primera línea. Y he decidido que no voy a quedarme de brazos cruzados.
Avanzó hasta situarse frente a las puertas. Examinó los símbolos tallados en las dos batientes, y alzó las manos en gesto poderoso. Pese a que su rostro no reflejaba dudas, Swend apreció que sus dedos temblaban levemente al acercarse a la superficie tallada.
- Dama, esto puede acabar con vuestra vida.
- Ya he asumido que mi papel en esta guerra es morir para que otros vivan.
ESTÁS LEYENDO
La Llamada del Bosque
Fantasy(CONCLUIDA) El Bosque de Norüem es un bosque inmenso y antiguo, lleno de criaturas fantásticas y mágicas. Desde hace tiempo, su paz no se ha visto perturbada. Pero algo está despertando en el norte, algo peligroso y malvado. Poderosas fuerzas ancest...