Capítulo 10: Liberaciones

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Al día siguiente, sobre las once de la mañana, Fhias, Juy y Harchye aparecieron en el claro de la casa de la familia y Swend.

- Cielos, ¿viven en una casa de Florbela?- cuestionó Fhias, puesto que no consideraba digna de un príncipe una casa compartida con una familia muy numerosa.

Lirisa, que estaba tendiendo la colada, los vio y se fue a avisar a sus hijos.

- Han llegado tres personas con túnicas. ¿Son los magos?- preguntó.

- Sí, pero nos dijeron que fuéramos nosotros a visitarles a ellos- contestó Enma, perpleja.

Fueron a donde se encontraban los magos y les saludaron.

- Sentimos presentarnos así, de imprevisto, pero es que hemos preparado casi todo para entrar en la fortaleza de Nurcuam y liberar a los prisioneros- dijo Harchye.

- Mejor vayamos al grano- cortó Fhias-. Nos falta la manera de entrar y salir en la fortaleza, y realizar varios conjuros con los voluntarios para ayudarnos. Ah, y claro, los voluntarios.

- ¡Yo!- gritó Ruz inmediatamente.

- Yo también- se ofreció Tonk, ansioso de vengar a su pueblo casi exterminado.

- Y yo tengo la manera de entrar a la fortaleza- dijo una voz, con tono de reproche por no haberse fijado antes en ella.

- ¡Hermegilda!- exclamaron sus hermanos.

Se encontraba apoyada en el tronco de un árbol, con los brazos cruzados, claramente molesta.

- ¿Decías?- preguntó Ruz con curiosidad y algo de retintín.

- Pues nada, que mi...un conocido mío, trabaja para Nurcuam por obligación, pero el caso es que custodia la puerta de entrada trasera, así que podréis entrar y salir sin problemas- explicó Hermegilda.

- Bien. Ya lo tenemos todo, por tanto vosotros dos poneos aquí- ordenó Harchye a los voluntarios para entrar en la fortaleza.

Ruz y Tonk se colocaron donde el viejo mago les indicaba, al lado de Fhias y de Juy, y aguardaron.

El mago sacó su varita, tocó la cabeza de Ruz y dijo:

- Habur habes.

La separó y un fino hilo de color dorado salió de la cabeza de la chica, unido a la varita de Harchye. El mago tocó la cabeza de Tonk y repitió el proceso. Después prosiguió, haciendo lo mismo con Juy, Fhias y él. Por último, volvió a tocar la cabeza de Ruz y dijo, para cerrar el hechizo:

- Niuyt.

Al levantar la varita, el hilo dorado había desaparecido.

- Bueno, acabo de realizar un hechizo de telepatía, para comunicarnos entre nosotros en la fortaleza. Ahora solo nos queda una cosa: hacernos invisibles, para que no nos pillen- explicó Harchye, y se dispuso a realizar el encantamiento.

- ¡Un momento!- gritó Hermegilda- Se llama Lorcan.

- ¿Quién?- preguntaron Juy y Ruz a la vez.

- ¡El chico que custodia la puerta trasera!- bufó Hermegilda, exasperada, poniendo los ojos en blanco.

Cuando por fin estuvieron listos, realizaron un hechizo de teleportación y aparecieron directamente delante de las puertas de la muralla que rodeaba la fortaleza de Nurcuam.

La fortaleza de Nurcuam era enorme, construida con piedra completamente negra. Estaba compuesta por un sólido bloque principal, una gran torre acabada en una punta afilada y pequeños torreones que sobresalían aquí y allá. El tejado era de pizarra negra, con arcos atrevidos y pináculos que se alzaban hacia el cielo. La fortaleza se encontraba al lado de la muralla que separaba el bosque del desierto, y tenía otra muralla a su alrededor, sellada con una imponente puerta de hierro negro.

La Llamada del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora