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No era un secreto que Magaelle era la hija favorita de Daemon, incluso aunque fuese una bastarda

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No era un secreto que Magaelle era la hija favorita de Daemon, incluso aunque fuese una bastarda.

Pero no era sólo la belleza de la joven la que cautivaba a las personas, sino su fortaleza y carácter.
El modo en el que Magaelle se desenvolvía ante el mundo embelesaba, no solo a su propio padre, sino a cualquier persona que le rodease.

El cabello rubio, la piel albina y los ojos violetas eran solo una pequeña parte de lo que caracterizaba a Magaelle como una Targaryen.
Ella tenía a Azeroth, el dragón que le había acompañado desde la cuna en ausencia de su madre.
Aquella era una de las razones por las cuales Daemon había decidido criar él mismo a su hija: Magaelle había quedado huérfana tras un parto complicado... Y Daemon sabía que no sobreviviría sola, él ya había vivido esa historia y no se permitía repetirla. Después de todo era su hija.

Daemon se encargo el mismo de cuidarle y educarle, en la infancia de la niña muchos decían que incluso prefería pasar el tiempo con ella más que con su legítima esposa e hijas, algo que era bastante fácil de comprobar.

Magaelle le recordaba a él mismo.
Daemon bien sabía que la vida de su hija no sería cuesta abajo, tendría que ganarse su lugar.
Y al fin y al cabo lo había logrado.

Por eso, después de diecisiete años había decidido nombrar a Magaelle como una hija legítima y princesa Targaryen.
Su padre sabía que cuando Magaelle obtuviese ese título conquistaría el mundo, por que el le había criado para ello.

[...]

Su respiración era lenta, las manos de Rhaenyra entre sus cabellos lograban tranquilizarle por completo, adoraba el tacto y la delicadeza con la que cepillaba su larga cabellera.
Rhaenyra había adorado a Magaelle desde el primer momento en el que supo de ella, tenía una mirada traviesa y desafiante, nunca se quedaba callada y siempre tenía algo disparatado que comentar.
Era Daemon en su viva imagen.

Y para Magaelle la rubia se había convertido, desde el matrimonio con su padre, en la figura materna que nunca había tenido.

Magaelle había encontrado en Rhaenyra una mamá y la princesa heredera había encontrado en ella una deseada hija de la cual estaba orgullosa.
La joven se había preparado mejor que nadie para cumplir el rol con el que por fin se le reconocería, se había ganado el título y eso para Rhaenyra era honorable.

— ¿Estas nerviosa? —Preguntó la mujer embarazada en alto valyrio mientras daba un leve apretón en los hombros de la adolescente.

Ella tragó saliva con el ceño fruncido.

—Para nada, será un gran día —Respondió usando su lengua natal exhalando el aire que acumulaba en sus pulmones — ¿Crees que me acepten? —Magaelle apenas se giró para observar a la mujer.

—Estoy segura de que lo harán —Rhaenyra sonríe apenas mientras acaricia levemente el brazo de su adorada —Pero también habrá personas a las que no les agrades tanto —Reconoce con cierta tensión en su tono —No te preocupes por eso.

Princesa Bastarda [Aemond Targaryen] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora