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Aemond había vuelto a salir de Poniente hacia menos de una luna, nuevamente Magaelle se encuentra sola con sus niños, sus septas y sus dragones

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Aemond había vuelto a salir de Poniente hacia menos de una luna, nuevamente Magaelle se encuentra sola con sus niños, sus septas y sus dragones. Por no mencionar que como consejera debía asistir rigurosamente a las reuniones del consejo de guerra.
Lo llevaba bastante bien pero después de todo estaba sola. Sola en la cena, sola bañando a los niños, sola entrenando, sola en su cama... Sola.

Aunque nadie lo note pasa la mayor parte del dia irritada o frustrada, por las noches escribe cartas que nunca entregará destinadas a Daemon Targaryen, cuando termina las quema con fe de que aquello le ayudará a canalizar sus sentimientos.
Al cerrar los ojos se dormía con la ilusión de que todo aquello sólo fuese un mal sueño, tenía el anhelo de despertar y que su padre siguiese siendo el hombre que ella conocía y no un extraño que atentaba contra su familia.

Tenía tantas cosas que le habría encantando compartir con Daemon, Magaelle estaba segura de que su hijo Luceryon le adoraría tanto como ella lo adoraba de niña.

También extraña, en gran parte, la compañía de Helaena, la rubia también estaba de acuerdo en el hecho de que era la única persona que realmente le agradaba por completo, y aunque al principio parecían no congeniar bien se había dado cuenta de que la compañía silenciosa de Helaena era más agradable que cualquier otra compañía.
Pero su prima cada día estaba más sumida en una locura inexplicable.

Y eso nuevamente le recordaba que solo contaba con la compañía de los niños a los cuales adoraba pero estaba segura de que él oír únicamente balbuceos haría que ella comenzase a balbucear también.

—Tienes que comunicarte más con tu dragón Jaehaera —Le indicó a la niña de las miradas desorientadas mientras observaba a Morghul que se removía en frente suyo —Es solo una palabra —Magaelle muchas veces siente que hablar con Jaehaera es hablar con un dragón, uno muy necio. La pequeña le mira pero no hace movimiento alguno —Maelor ¿Quieres intentar?

—D-Dra-Dracarys —Pronuncia tartamudeando y con su Valirio atropellado.

Aún así Shrykos, el dragón que había sido de Jaehaerys, obedeció lanzando una pequeña bola de fuego al viento.

—Excelente —Reconoce la joven y se voltea a mirarles —Pero es como una palabra prohibida —Advierte —No pueden utilizarla simplemente por que algo no les gusta o por qué se encuentran molestos —Explica —Es solo en caso de emergencias —Magaelle pases frente a los dragones y arroja un trozo de carne cruda a Shrykos en recompensa por su buen comportamiento —Dracarys Morghul.

El dragon de Jaehaera lanza el fuego al cielo del mismo modo en el que lo hizo el dragón de Maelor.
Jaehaera tiene como primera reacción esconderse tras Magaelle usándole como escudo debido a la cercanía que mantenía con el dragón, más no se encontraba del todo asustada ya que observaba a su bestia con curiosidad.
Fue ella misma la que comenzó a dar pasos adelantando a la princesa bastarda para enfrentar a su dragón.

—Dracarys Morghul.

Aunque la orden de Jaehaera fue precisa el dragón se negó a obedecer y con notable descontento soltó un rugido antes de elevarse con el apoyo de sus patas traseras.
Magaelle toma el brazo de Jaehaera y de un tirón le atrae hacia ella evitando un posible accidente.

—Dohaeragon issa Morghul (Sírveme Morghul) —Pronuncia en alto valirio poniéndose delante de la niña. El dragón rasga la tierra con furia mientras suelta resoplidos disgustado, cuando Magaelle logra tocarle este se relaja notablemente, es entonces cuando le entrega su trozo de carne.
Magaelle se vuelve hacia la pequeña princesa quien se encuentra llorando mientras se cubre el rostro con las manos, la princesa bastarda se inclina para estar a su altura y así poder calmarle —Tienes que pasar más tiempo con él si quieres que te obedezca —Asegura —Intenta ganarte su confianza —Insiste aunque los llantos de Jaehaera no cesan —Será el único que te cuidará la espalda sin importar de que lado de la guerra te encuentres —Toma una de sus manos y con la otra seca las lágrimas de su rostro —No le temas a tu dragón.

Magaelle se quita los guantes mientras se dirige a la fortaleza, los dos niños le siguen sin decir nada.

— ¿Quiere que lleve a los niños a sus aposentos princesa?

—Si Obara, gracias.

Magaelle se detiene a observar a sus dragones antes de entrar al castillo, cada uno de ellos es único y majestuoso a su manera. Aunque la ausencia de Vhagar es fácilmente notable no quita que cualquiera temblaría ante las demás bestias.

Magaelle vuelve a ponerse su guante y con un paso rápido camina en dirección a Fantasma Gris quien se deja montar sin problema.
A su vez ordena a los otros dos dragones levantar vuelo junto con ella.

Las tres bestias sobrevuelan poniente a la par coordinando la velocidad con la que lo hacen, cosa que para cualquiera que tuviese el placer de verlo resultaba majestuoso.
Si había algo que los septones hubiesen escrito sobre Magaelle que fuese totalmente cierto era acerca del increíble control que poseía sobre los dragones, no era jinete de ninguno de los tres pero cada uno acataba sus órdenes a la perfección. Confiaban en ella y buscaban su protección.

Tras varias horas de vuelo los dragones aterrizan sobre lo más alto de las torres de Aguasmil donde Magaelle tiene una vista panorámica de sus tierras.
Aquello es lo único que saca de la mente la ausencia de Aemond y lo que eso conlleva.

Fantasma Gris vuelve a desplegar sus alas para volver a los jardines de la fortaleza cuando observa que Vhagar ya se encuentra nuevamente en casa.

— ¿Vas a evitarme de nuevo? —Cuestiona Aemond cuando el dragón gris pone sus patas sobre la tierra.

Magaelle le mira desde su montura, últimamente sus días son repetitivos, el rubio regresa perfumado con el aroma de una extraña mujer y ella solo desaparece, a veces sola y otras veces con los niños.

Su mirada es altiva, no tiene timidez de sostener la vista de su esposo.

—Sōvegon (Vuela) —Ordena con sus ojos aún clavados en el.

Así es como el dragón toma impulso sobre sus patas traseras y levanta vuelo para desaparecer entre las nubes nuevamente.

Así es como el dragón toma impulso sobre sus patas traseras y levanta vuelo para desaparecer entre las nubes nuevamente

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Buenitassss

No se por qué disfruté mucho de este capítulo, me hace como mucha emoción que veamos a un Magaelle toda empoderada sobrevolando desembarco del rey con sus tres dragones sincronizados.
Aunque empieza a ver un problema notable... Y es que los dragones le obedecen más a ella que a sus propios jinetes.
Mmmm diría Aemond.

En fin, en la imagen final tenemos a nuestro adorado Fantasma Gris, el fantasma de los ojos azules.

Así que bueno, ya saben, si les gusto voten y comenten.
Y nos vemos mañana 😏.

Princesa Bastarda [Aemond Targaryen] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora