Capitulo 5 "Estaba borracha"

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La verdad es que me la estaba pasando de lo más ¡Wow! A platica y relajo con el cantinero, que después de todo no era tan chocante como yo pensaba, cuando recordé que yo iba a algún lugar y le pregunte como balbuceando:

—¡A todo esto! ¿Sabes tú dó...nde se encuentra la rancho La Flor? "Jesús" ¡Mi amigo Chuy! —se golpeo el pecho.

¡Ya lo veía con esa confianza la sonsa!

Me dio santo y seña del famosísimo rancho, salí en pie, aunque parecía que daba tumbos y mi cabeza igual, e iba algún lugar sin ir a ninguno y la verdad ya sin saber con claridad a qué y por qué estaba allí. Cuando de pronto me di cuenta que era de noche y una camioneta blanca acelero abruptamente por mi flanco izquierdo y me alcanzo, recordé que era Manuel, con mi madre y el abogado, todo indicaba que se habían pasado la tarde entera buscándome. Las luces me encandilaron y termine por caer al suelo.

—¡Estas ebria! —grito Nicole en ingles.

—¡No, no, nada de eso! —negó mi amiga con voz grabe intentando ponerse de pie, pero parecía que se inclinaba más por andar a gatas—. ¡Nada de eso!, !es la leche de burra... es de lactosa pesada! ¿Además quién eres tú para decir si estoy ebria o no, mamá? ¡Mamá! ¿Te dije mamá? —, se cuestionó arrastrándo las palabras, entre risitas bobas para luego encogerse de hombros más por frio que por pena y de la nada cambio de humor para ponerse nostálgica.

Unos segundos después el abogado y Manuel hicieron por ayudarla a trepar en la camioneta, torpemente lo lograron entre manoteos y protestas, hasta que se desplomo en el asiento para ponerse a cantar entre berridos roncos:

— ¡I will always love youuu!

Era el nombre de aquella canción, que canto, y canto, y canto, hasta que vio a su madre realmente molesta y con los ojos hechos plato, brillosos y clavados en ella, casi asesinos pero sin decir nada. No le importo por mucho tiempo, jamás le daba la importancia debida, pues Nicole no tenía la credibilidad suficiente para tomarla enserio según ella, sin embargo escuchaba al abogado decir:

—La señorita no está en condiciones de presentarse ante la familia, ¡no está noche! —susurro al final.

Dalila en su estado alcohólico vocifero y le insulto.

— ¡No se meta conmigo cuatro ojos, tocino escurrido! ¡Porque no sabe de lo soy capaz! ¡Además! —grito— ¿Cuál familia? —Cuestiono, para luego ordenárle que se callara—. ¿De qué demonios está hablando este tocino Nicole? ¡Cállese y no hable más de mí cuatro ojos!

—¡Pero señorita Dalila! —Musito el abogado incomodo.

—Sh... ¡shut up! ¡Y no me hable como si fuera mi gato!reparo en inglés— ¡Yo no tengo familia! Y esta mujer que se dice mi madre solo ha arruinado mi vida. ¡Solo has servido para eso Nicole! ¡Para arruinarme la existencia! —Le escupió la cara sin querer— No sé ni porque demonios te seguí hasta aquí... —, manoteo y se agito.

Manuel escuchaba asombrado mientras conducía, todas las quejas que de aquella bella jovencita habían surgido del hilo de su embriaguez. Al mismo tiempo que se las apañaba para cruzar camino entre saltos y baches por lo escarpado del camino, y debes en cuando recibiendo uno que otro regañadientes por parte de la misma joven en su desvarió, mientras que el abogado y la madre no dijeron una sola palabra más, el primero por pena ajena y la segunda para evitar seguir siendo exhibida como una hiena. Así que en el resto del corto camino nadie dijo una sola palabra más. Y mi amiga se dedicó a cantar mientras asomaba la cabeza por la ventana como un perrito mascota en la ciudad. Un minuto después llegaron a la hacienda La Flor. La noche hizo provecho y entre su oscuridad y el candor de los brillos, la triste velada fue amenazada.

Flor Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora